Bochorno
A este paso, me temo que puedo acabar viendo ¡®S¨¢lvame¡¯ o ¡®Supervivientes¡¯. As¨ª de mal est¨¢ el cerebro
Informan con gesto as¨¦ptico d¨ªa tras d¨ªa de los muertos con los que se ha ensa?ado el invisible monstruo. Y nos estamos acostumbrando o embruteciendo con el ritual de esas cifras macabras. Pero no hay noticias de que se haya suicidado nadie devastado por los desastres an¨ªmicos que invaden a gente que ya antes lo ten¨ªa crudo para no largarse de este mundo. Los medios de comunicaci¨®n, tan piadosos ellos, al parecer no deben hablar de suicidios ya que eso puede animar a otros desgraciados que se lo est¨¢n pensando, o que no re¨²nen el coraje para hacerlo. Y encima ha comenzado en mayo un calor asqueroso. Y es muy cabr¨®n el bochorno para sistemas nerviosos a punto de estallar. Camus iniciaba El extranjero con esta declaraci¨®n: ¡°Mat¨¦ en una playa de Or¨¢n a un hombre al que no conoc¨ªa porque hac¨ªa calor¡±. O sea, los psiquiatras no se van a quedar sin trabajo despu¨¦s de la plaga.
Me cuenta un amigo que el sof¨¢ y el sill¨®n de su casa est¨¢n ya deformes y le empiezan a salir agujeros. Le entiendo. Paso mis d¨ªas en ellos, incapaz, como los personajes de El ¨¢ngel exterminador, de salir a ver qu¨¦ demonios me ofrece la calle. Y hasta consumo con expresi¨®n autista las series espa?olas. Disfrut¨¦ mucho o moderadamente hace tiempo con La peste, El d¨ªa de ma?ana, Crematorio y Fari?a. Pero no le encuentro el punto a culebrones infames como Vivir sin permiso. Y solo siento tibieza con el mundo yihadista y sus abnegados perseguidores en La unidad. Y ni fr¨ªo ni calor con La l¨ªnea invisible, los comienzos de aquella sanguinaria infecci¨®n llamada ETA. Y me espanta todo lo que lleva la firma del chico de moda ?lex Pina. A este paso, me temo que puedo acabar viendo S¨¢lvame o Supervivientes. As¨ª de mal est¨¢ el cerebro.
Y no falto por razones est¨¦ticas y sensuales a la cita en El intermedio con esa dama espectacular llamada Sandra Sabat¨¦s. Creo haber visto en ese programa una grabaci¨®n de Arnaldo Otegi en la que afirma: ¡°Hemos o¨ªdo a nuestras abuelas y abuelos que cuando un vasco da su palabra, la cumple siempre¡±. Juro que no lo he so?ado. Ni me he comido un tripi.
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