Aplaudidores y avatares
Aficionados virtuales y de cart¨®n llenan las gradas para que la imagen que suministra la televisi¨®n no sea tan desoladora. Si el f¨²tbol profesional reanuda su actividad es en gran medida para no perder los derechos audiovisuales
Despu¨¦s de m¨¢s de dos meses sin f¨²tbol, el espect¨¢culo ha vuelto en algunos pa¨ªses de la UE. A puerta cerrada, sin p¨²blico en las gradas. El fil¨®sofo brit¨¢nico Simon Critchley, declarado hincha del Liverpool, considera que sin aficionados, el balompi¨¦ ¡°se convertir¨¢ en un espect¨¢culo televisado sin significado, como un reality show¡±. El autor de En qu¨¦ pensamos cuando pensamos en f¨²tbol ha desmenuzado el entramado sociol¨®gico del deporte m¨¢s popular del mundo y su relaci¨®n con el pensamiento y en plena pandemia considera que sin el aliento del p¨²blico, el retorno de las competiciones puede generar efectos distorsionadores. ¡°Si el f¨²tbol vuelve lo ver¨¦, pero me parecer¨¢ algo inapropiado: festejar, animar a un jugador, quiz¨¢s d¨¦ a la gente felicidad, pero quiz¨¢s no, porque no va a ser algo real¡±, dijo a Efe en una reciente entrevista.
Para suplir la ausencia de p¨²blico, algunos clubes han optado por acomodar en los asientos fotos de sus hinchas. El Borussia M?nchengladbach ha ubicado en su campo los rostros de 13.000 en sus habituales asientos. Cada uno pag¨® 19 euros para que el club imprimiera su efigie a tama?o natural. Estos seguidores de cart¨®n no solo contribuyen a crear ambiente (silencioso) en el estadio. Representan una manera de recordar que el f¨²tbol sin el empuje de la afici¨®n pierde una parte relevante de su atractivo. No deja de ser una muestra m¨¢s de la irrealidad que est¨¢ dejando a su paso pandemia. Desaparece la liturgia de acudir al campo, desplegar las banderas, armonizar los c¨¢nticos. Aficionados virtuales y avatares de las pe?as llenan las gradas para que la imagen que suministra la televisi¨®n no sea tan desoladora. Al fin y al cabo, si el f¨²tbol profesional reanuda su actividad es en gran medida para no perder los derechos audiovisuales, una fuente clave de sus ingresos.
Una est¨¦tica similar, desangelada e impersonal, se percibe en los concursos. Algunos han replicado en cart¨®n la figura de los asistentes m¨¢s fieles, aquellos que religiosamente acuden a echar el rato en un plat¨® de televisi¨®n. El medio ha generado tambi¨¦n una de las actividades profesionales m¨¢s precarias del mundo desarrollado: la de aplaudidor. Para mucha gente desempleada, acudir a un plat¨®, poner buena cara, dar la sensaci¨®n de estar interesados en lo que escuchan y palmotear seg¨²n las indicaciones del regidor es una manera de obtener ingresos, aunque sean escu¨¢lidos. Hay empresas especializadas que proporcionan a los programas p¨²blico a la carta: gente mayor, amas de casa, estudiantes. Hay otro tipo de aplaudidores que pueden ser considerados vocacionales. Son aquellos que acuden a El hormiguero o El intermedio por el simple placer de sentirse part¨ªcipe de la funci¨®n.
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