Los aut¨¦nticos ¡®peaky blinders¡¯
Un libro desmonta el glamur de las pandillas de Birmingham de la serie de la BBC, aunque retrata medio siglo de una ciudad habituada a las algaradas
Los peaky blinders existieron. Y en Birmingham. Y se enfrentaron a la polic¨ªa como bandas de delincuentes. Pero no eran carism¨¢ticos, no estallaron tras la Primera Guerra Mundial (sino antes de la llamada Gran Guerra) y no usaban cuchillas de afeitar escondidas en las viseras de sus gorras, con las que cegaban a sus oponentes. El historiador Carl Chinn describe la verdad de aquellos a?os convulsos en Peaky Blinders. La verdadera historia (Principal de los Libros), un volumen en el que ha volcado a?os de investigaciones motivado porque ¨¦l tambi¨¦n naci¨® en Birmingham, porque est¨¢ especializado en las clases populares de su ciudad natal (les dedic¨® su tesis doctoral en 1986, tras a?os trabajando, como su padre y su abuelo, como corredor de apuestas) y porque su bisabuelo fue uno de esos peaky blinders, Edward Derrick. Es decir, lo contado por la serie de la BBC (disponible en Netflix) en sus cinco temporadas, es fantas¨ªa, aunque ligeramente basada en hechos reales. Y esos hechos son tan fascinantes como su ficcionada translaci¨®n audiovisual.
Birmingham, 1919. En sus barrios populares, Tommy Shelby provoca tanta admiraci¨®n como miedo; la ciudad bulle en la violencia generada por bandas de cientos de chavales armados que se mataban por controlar sus territorios. Eso en la serie que empez¨® en 2013. En cambio, en los registros oficiales solo constan 18 asesinatos entre 1918 y 1920 (seis de media), en una poblaci¨®n de 900.000 habitantes en la que en 1919 se produjeron 134 condenas por vandalismo. Muy lejos de las estad¨ªsticas de 1899, cuando Birmingham ten¨ªa 500.000 vecinos y se conden¨® a 557 individuos por ese delito. Curiosamente, al final de la Primera Guerra Mundial, hubo revueltas por el descontento de los soldados que retornaban a casa en Glasgow, Coventry, Cardiff¡, pero no en Birmingham. Como apunta Chinn, ¡°la ciudad soport¨® batallas, revueltas y asesinatos relacionados con las bandas, pero fueron antes de la guerra. De hecho, desde tiempo antes de que estallara el conflicto, la localidad pose¨ªa ya una reputaci¨®n mala y persistente¡±.
Los enfrentamientos comenzaron mucho antes, en 1872, por culpa de las slogging gangs, cuyo nombre ¡°proven¨ªa de la palabra slogger (persona que da fuertes golpes), y aunque en su origen era un t¨¦rmino pugil¨ªstico de la d¨¦cada de 1820, su uso no tard¨® en extenderse m¨¢s all¨¢ del cuadril¨¢tero¡±, cuenta el historiador. Esas bandas nacieron de la falta de lugares de recreo para los j¨®venes y del choque entre ellos y el cuerpo de polic¨ªa, que se cre¨® en 1840. Chinn cuenta aqu¨ª con un testimonio director, el de su t¨ªo abuelo George Wood, que naci¨® en 1915 y que recordaba como de cr¨ªo se pegaba con miembros de las otras calles como hab¨ªan hecho las generaciones precedentes: ¡°La gente nos observaba mientras nos pele¨¢bamos a pu?etazos. Sab¨ªan que no nos har¨ªamos da?o. Cuando acababas en el suelo, no pod¨ªas volver a la trifulca [¡] y los polic¨ªas solo interven¨ªan si alguien resultaba herido¡±. Sin embargo, esa pl¨¢cida coexistencia con las fuerzas de seguridad era reciente. Medio siglo antes, hubo grandes algaradas por el intento policial de acabar con juegos como el pitch-and-toss, en el que se lanzaban peniques hacia una marca, y el que m¨¢s se acercara obten¨ªa el derecho a lanzar todas las monedas al aire y quedarse con las que cayeran con la cara arriba. Al considerarse una apuesta, naci¨® una cruzada nacional contra ¨¦l y comenzaron las redadas por toda Inglaterra: en septiembre de 1860 se deten¨ªan en Birmingham hasta 16 hombres al d¨ªa acusados de jugar al pitch-and-toss. Chinn subraya que sus armas eran cuchillos, enormes hebillas de cinturones, botas con punta de acero¡ No hab¨ªa c¨®digo de honor, ni misticismo criminal. Sencillamente eran matones. Aunque s¨ª estallaron revueltas virulentas aquellos a?os, con salvajes peleas callejeras. Y las slogging gangs devinieron en peaky blinders porque usaron mucho esas gorras con visera (peaky) tan caladas hacia un lado que casi les cegaban (blinders) un ojo: nada de cuchillas de afeitar para que cayera sangre a los ojos del rival. Aunque s¨ª es cierto que el Gobierno destin¨® en 1899 a un jefe de polic¨ªa protestante (mandato del que se hace eco la serie) para acabar con el gansterismo social. El libro insiste en que al volver de la Primera Guerra Mundial, aquellos delincuentes hab¨ªan mutado por cansancio vital, porque hab¨ªan madurado y porque el Ej¨¦rcito les hizo respetar m¨¢s la ley.
Chinn disfruta retratando las calles de Birmingham durante casi medio siglo, levantando testimonio de algunos de sus m¨¢s peligrosos rufianes y da color a batallas como ¡°la guerra de los hip¨®dromos de 1921¡±. Y remata: ¡°Deber¨ªamos reverenciar a la mayor¨ªa de las personas pobres que no recurrieron a la delincuencia y la violencia y que soportaron el reinado de los peaky blinders hasta su final¡±.
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