La implacable furia de Antonio Resines
Hasta el mism¨ªsimo actor, patrimonio nacional e icono de la cultura popular, se queda en la calle, como cualquier otro ciudadano. La Seguridad Social ignora a todos los ciudadanos por igual
Como todo gran actor, Antonio Resines ha decidido dar un giro al final de su carrera y romper el encasillamiento c¨®mico que ha manejado con orgullo durante cuarenta a?os. Si a Jane Fonda le cambi¨® la vida aquel viaje a Vietnam, cuando dej¨® de ser la mu?equita del imperialismo yanqui para convertirse en su azote rojo, la epifan¨ªa de Resines ha sido frente a la puerta cerrada de una oficina de la Seguridad Social. All¨ª sucedi¨® un hecho tan ins¨®lito que se convirti¨® en noticia en La Sexta: el director de la sucursal le neg¨® el paso. Tal vez era la primera vez que alguien en Espa?a le negaba algo as¨ª a Resines.
Este suceso prueba que el Estado espa?ol cumple escrupulosamente el principio de igualdad que consagra la Constituci¨®n. Hasta el mism¨ªsimo Resines, patrimonio nacional e icono de la cultura popular, se queda en la calle, tan jodido como cualquier otro ciudadano. La Seguridad Social ignora a todos los ciudadanos por igual.
En los ¨²ltimos a?os yo ven¨ªa percibiendo un cambio en la administraci¨®n. El funcionario adusto e intimidatorio hab¨ªa dejado paso a un personal amable y bien dispuesto que incluso te resolv¨ªa dudas y no te hac¨ªa sentir idiota. Pero, desde que lleg¨® el apocalipsis, hemos regresado a los tiempos de Larra. O peor. Ni siquiera te dicen ¡°vuelva usted ma?ana¡±: con no cogerte el tel¨¦fono es suficiente. La furia de Resines es met¨¢fora de la furia de toda Espa?a. En el fondo, no ha cambiado tanto de registro como actor, pues sigue encarnando el esp¨ªritu del espa?ol medio.
Si Resines aprovecha su carisma y llama a tomar al asalto las dependencias administrativas, no descarto unirme y derribar con ¨¦l los muros de las ventanillas, porque a este cabreo colectivo que sufrimos le falta un l¨ªder, y si Resines no cuaja como tal, los de Vox acechan impacientes.
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