¡®M¨¢s Muppets que Nunca¡¯: Cari?osas y necesarias bofetadas para todos
Los cl¨¢sicos personajes de felpa de Jim Henson est¨¢n de vuelta, en su versi¨®n m¨¢s adulta, en un ¡®show¡¯ que se r¨ªe de un mundo que se ha tomado demasiado en serio a s¨ª mismo
Jim Henson siempre tuvo raz¨®n. Sus peludas marionetas nunca fueron solo para ni?os. O, mejor, siempre fueron tambi¨¦n para los ni?os que los adultos conservamos en alg¨²n lugar, lejos de la superficie. Le cost¨® igualmente lo suyo desencasillarse. Casi una d¨¦cada separa Barrio S¨¦samo de Los Tele?ecos, su m¨¢s exitoso show con diferencia, show que nunca habr¨ªa tenido una oportunidad en la entonces poco flexible producci¨®n televisiva estadounidense, pese al ¨¦xito de los primeros mini espacios que Henson logr¨® vender a late shows ¨C en 1975 incluso ascendi¨® al famos¨ªsimo ya entonces Saturday Night Live, aunque no lo hizo con su equipo de guionistas habitual, lo que descart¨® cualquier tipo de despegue ¨C. Los brit¨¢nicos se la dieron. The Muppet Show ¨C aqu¨ª llamado simplemente Los Tele?ecos ¨C se emiti¨® por primera vez en 1976, y dio la vuelta al mundo.
El tipo que, seg¨²n su primera productora, Joan Ganz Cooney, era a la vez Charlie Chaplin, Mae West y los hermanos Marx, ¡°un aut¨¦ntico genio¡±, hab¨ªa crecido admirando a todo tipo de ventr¨ªlocuos ¨C Edgar Bergen, Burr Tillstrom ¨C que a su vez hab¨ªan admirado a otros casi primigenios ventr¨ªlocuos, ventr¨ªlocuos que ve¨ªa en televisi¨®n, pues no hubo mayor acontecimiento en la vida del ni?o Henson que la llegada del primer televisor a casa. Los imitaba desde peque?o pero no fue hasta que lleg¨® a la universidad que empez¨® a tom¨¢rselo en serio. A los 19 a?os estaban produciendo su primer show, Sam y sus amigos, para el que cre¨®, con un pedazo de un viejo abrigo de su madre y dos pelotas de pingpong, a la rana Gustavo (Kermit en su versi¨®n original), su suerte de alter ego, al que puso voz, en sus distintos programas ¨C la Rana Gustavo estuvo en todos ¨C, hasta su muerte, en 1990.
Poco hab¨ªa ocurrido desde la compra de la famosa franquicia por parte de Disney, algo que Henson hab¨ªa hablado antes de su muerte, pero que no se hizo efectivo hasta 2004. Es decir, se produjeron algunas pel¨ªculas, y se hizo un t¨ªmido intento, ahora hace cuatro a?os, de rescatar el formato serie que con Henson al frente, se hab¨ªa mantenido en antena de 1976 a 1981, y vivi¨® una peque?a resurrecci¨®n de dos a?os, ya sin Henson, a mediados de los noventa. No funcion¨®. The Muppets, que as¨ª simplemente se llamaba, se cancel¨® despu¨¦s de una primera e irregular temporada. ?La raz¨®n? Probablemente su absoluta incapacidad para adaptarse a un mundo que no solo ha cambiado mucho sino que no deja de cambiar en ning¨²n momento. Y he aqu¨ª el principal acierto de Muppets Now ¨C aqu¨ª llamada M¨¢s Muppets que nunca (estreno este viernes en Disney +)¨C, su presunta improvisaci¨®n.
No es solo que la vuelta de la rana Gustavo, la cerdita Peggy ¨C ahora, la Diva ¨C, el torpe cocinero sueco, Fozzie el oso, el gran Gonzo, Ruffo el perro y el resto de sus encantadoramente irreverentes personajes presuma de haberse desarticulado ¨C todo son segmentos que el supuesto productor, tambi¨¦n de felpa, Scooter, monta en casa, bajo la supervisi¨®n, v¨ªa videollamada, de Gustavo ¨C sino que tambi¨¦n lo hace de no contar con un guion, y ser fruto por completo de la improvisaci¨®n de los responsables de cada uno de los personajes. Y, pese a listar una peque?a colecci¨®n de guionistas al final de cada cap¨ªtulo, la frescura y la, por fin, adecuaci¨®n a un presente en el que todo cambia todo el tiempo, corroboran aunque sea desde su juguetona ficci¨®n, la teor¨ªa. Su regreso es bienvenido porque el mundo necesita una cari?osa bofetada del esp¨ªritu de Henson.
Concebido como el original pero con un lavado de cara por fin a la altura, el show se r¨ªe de lo absurdo que rodea a la vida adulta en estos tiempos, y funciona, como entonces, como un bals¨¢mico y divertid¨ªsimo piloto rojo que se?ala d¨®nde est¨¢n los l¨ªmites de aquello que vuelve nuestro d¨ªa a d¨ªa rid¨ªculo. En ese sentido, la secci¨®n de Peggy es, literalmente, un peque?o pu?etazo al egotrip de las redes, y el personaje del abogado Joe ¨C nuevo ¨C, supervillano burocr¨¢tico al que nada de lo que los mu?ecos hacen le parece adecuado, la injerencia de un mundo que se ha tomado tan en serio a s¨ª mismo que ha olvidado que uno no es del todo nadie hasta que no aprende a re¨ªrse de s¨ª mismo. Porque re¨ªrse de uno mismo es el primer paso para un pensamiento cr¨ªtico con el mundo que nos rodea, y por eso los tele?ecos ser¨¢n ahora y siempre necesarios.
S¨ª, el formato es id¨¦ntico ¨C y muy distinto a la vez ¨C, es decir, hay invitados famos¨ªsimos ¨C en el primer episodio tiran la casa por la ventana con una entrevista delirante y, por otro lado, imposible a RuPaul, en la que los mu?ecos le preguntan cosas que ning¨²n periodista se atrever¨ªa a preguntarle ¨C y hasta se cocina ¨C codo con codo con el maravillosamente desastroso cocinero sueco ¨C, pero lo importante es que tambi¨¦n lo es el mensaje ¨C esa risa ante el absurdo de lo humano ¨C y su curiosa efectividad: nadie puede, parad¨®jicamente, no tom¨¢rselos en serio, porque le est¨¢n hablando a una parte de nosotros que sigue ah¨ª, en alg¨²n lugar, escondida, y que ha sabido desde el principio que el mundo adulto no era lo que parec¨ªa. Pese a que su poder ¨C su capacidad de convocatoria ¨C est¨¦ menguada hoy por la competencia, su regreso es una buena noticia. Esperemos que ning¨²n abogado Joe no de felpa lo arruine.
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