El santo de lo imprevisible
Cuando se estren¨® ¡®Line of Duty¡¯ en la BBC no vieron venir su ¨¦xito. A Ayuso tambi¨¦n la pusieron de relleno en unas elecciones que no se iban a ganar
Lo de Line of Duty es uno de esos fen¨®menos que se explican muy bien a toro pasado, como las crisis econ¨®micas o la victoria de Isabel D¨ªaz Ayuso. Que una serie de polic¨ªas congregue a casi trece millones de espectadores (la mitad de la gente que estaba viendo la tele el domingo por la noche en el Reino Unido) parece l¨®gico una vez se ha visto. Si es buen¨ªsima, nos decimos, c¨®mo no va a enloquecer el p¨²blico. Jed Mercurio maneja la intriga como Hitchcock, a los personajes se les coge tanto cari?o que parecen de la familia y la trama cumple de verdad esa promesa con forma de se?al de tr¨¢fico: ¡°para todos los p¨²blicos¡±. Aqu¨ª, la advertencia no connota blancura, sino que subraya la virtud de apelar tanto al repelente ni?o Vicente cin¨¦filo como al espectador m¨¢s modorro del sof¨¢ m¨¢s iletrado del pa¨ªs.
Lo tiene todo para triunfar, pero lo sabemos ahora que ha terminado la sexta temporada. Cuando se plante¨®, en la BBC no lo vieron. Line of Duty era una serie de presupuesto discreto y sin estrellas, destinada a llenar un hueco gris en la parrilla del segundo canal. No ser¨ªa extra?o que los mismos programadores que la arrojaron all¨ª ahora presuman de ¡°ya os dije que esto era un bombazo¡±. A Ayuso tambi¨¦n la pusieron de relleno en unas elecciones que no se iban a ganar.
El santo de lo imprevisible, que no s¨¦ c¨®mo se llamar¨¢, ayuda a los segundones sin padrinos y hace habitable el mundo. No digo esto por las elecciones de Madrid, sino por la chispa que aporta a una realidad mec¨¢nica sometida a la soberbia de los algoritmos y de los gur¨²s de tendencias. Unas veces nos trae cosas geniales, como Line of Duty. Otras, nos trae a Ayuso. Lo uno por lo otro.
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