Se?oritos que escriben de pobres
¡®La asistenta¡¯ podr¨¢ convencer a un jurado, pero lo tendr¨¢ dif¨ªcil con aquellos que, como yo, se han enfrentado a las caras derrotadas de sus madres cuando llegan a casa despu¨¦s de limpiar la mierda de otros hogares
Todos tenemos prejuicios. Por mucho que nos empe?emos en negarlos, est¨¢n ah¨ª, y si los ignoramos, nos dominar¨¢n sin que nos demos cuenta. No es m¨¢s honesto quien se cree por encima de sus prejuicios, sino quien es consciente de ellos y los acepta como se acepta un defecto, una limitaci¨®n o un dolor. A todos nos gusta suponernos ecu¨¢nimes y justos, pero las personas no funcionamos as¨ª.
Me sent¨¦ a ver La asistenta (Netflix), una serie que parece condenada a llevarse carretones de premios Emmy, y tal vez la hubiera disfrutado ¡ªsi se puede usar ese verbo con un melodrama¡ª si no hubieran emergido con tanta fuerza mis prejuicios. En rigor, no puedo decir nada malo de la serie. Margaret Qualley est¨¢ soberbia y todo funciona razonablemente bien, incluso con brillantez. Entiendo que saque buena nota en los portales de internet donde los espectadores punt¨²an las series. Yo mismo podr¨ªa hilar tres o cuatro frases admirativas para unirme a la corriente.
Por desgracia, mis prejuicios se manifestaron como el dolor de huesos de la gente con reuma en un d¨ªa de lluvia. No me cre¨ª nada. Desde el primer plano, y aunque la serie est¨¢ basada en un libro autobiogr¨¢fico, aquello me pareci¨® la en¨¦sima mirada del se?orito al mundo de los pobres.
No hay nada malo en que los se?oritos narren historias de pobres. La mayor¨ªa son obra de se?oritos, y las hay penetrantes y verdaderas. La asistenta, sin embargo, podr¨¢ convencer a un jurado, pero lo tendr¨¢ dif¨ªcil con aquellos que, como yo, se han enfrentado a las caras derrotadas de sus madres cuando llegan a casa despu¨¦s de limpiar la mierda de otros hogares.
Son prejuicios, nada m¨¢s, pero gracias a ellos distingo a quienes se han enfrentado a esa mirada de los que escriben de o¨ªdo y suponen lo que ignoran.
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