¡®La casa del drag¨®n¡¯: qu¨¦ esperar cuando est¨¢s esperando (a que arranque una serie)
Es una conversaci¨®n com¨²n la que rodea el hecho de que ciertas series abusan de nuestra paciencia como Catilina de la de Cicer¨®n. Cada uno tiene sus heridas. La serie del universo George R.R. Martin ha sido el ¨²ltimo ejemplo
A las series a veces hay que esperarlas. Ahora que ha terminado La casa del drag¨®n, merece la pena recordar que la primera mitad de su temporada a unos cuantos nos expuls¨® de Poniente con m¨¢s eficacia que la explosi¨®n urdida por Cersei en el septo de Baelor hace seis a?os o dentro de 200, seg¨²n se mire. Y sin embargo, muchos de esos mismos que a duras penas llegamos a mitad de esta precuela mascullando improperios que parec¨ªan valyrio nos hemos descubierto interesados por su recta final. No solo le sent¨® muy bien el cambio de actores ¡ªun Negroni sbagliato con prosecco a la salud de Emma D¡¯Arcy y Olivia Cooke¡ª, sino que empez¨® a ganar hechuras e intenciones narrativas y de estilo. La serie ¡ªy perd¨®nenme la cursilada de met¨¢fora¡ª, como sus protagonistas, ha pasado de ni?a a mujer, que cantar¨ªa aquel.
Es una conversaci¨®n com¨²n la que rodea el hecho de que ciertas series abusan de nuestra paciencia como Catilina de la de Cicer¨®n. Cada uno tiene sus heridas. Yo tard¨¦ una temporada de 20 episodios en entrar en Fringe, tuve que ver el piloto de The Wire tres veces y tras los tres primeros episodios de Breaking Bad par¨¦ y tard¨¦ dos a?os en retomarla. El di¨¢logo que se establece con una serie es muy peculiar porque solo habla uno, como cuando Ingrid Bergman le dice a Cary Grant en Encadenados que su amor es extra?o y cuando ¨¦l le pregunta por qu¨¦, ella responde: ¡°Porque a lo mejor t¨² no me quieres¡± (mucho menos benevolente en ingl¨¦s: ¡°Maybe the fact that you don¡¯t love me¡±). La serie habla, nosotros escuchamos cuando seguimos viendo y dejamos de escuchar cuando la abandonamos. Y solo esperamos mientras estamos esperando. O como dijo Fran Lebowitz, lo contrario de hablar no es escuchar, es esperar.
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