Regreso al hospital terror¨ªfico de Lars von Trier

Dice Lars von Trier que el ruido sonaba m¨¢s o menos as¨ª: ¡°?Fup!¡±. En la oscuridad de la sala, se escuch¨® una vez. Luego, otra. Y, poco a poco, a medida que avanzaba la proyecci¨®n, el efecto se fue multiplicando. ¡°Fup, fup, fup¡±, reproduce el cineasta dan¨¦s. Era 1984, y en el festival de Cannes se estrenaba su primera pel¨ªcula, El elemento del crimen. Pero el director recuerda perfectamente tambi¨¦n lo r¨¢pido que las butacas de aquel cine sal¨ªan disparadas hacia arriba. Cada vez que alguien se marchaba en medio del filme, era imposible no escucharlo. ¡°Se volvi¨® una sinfon¨ªa. Pero ya entonces pens¨¦ que era algo bueno. Si no entras en la pel¨ªcula, mejor vete¡±, agrega el autor.

Extremo ya desde su debut, pero coherente. Porque, durante 40 a?os de carrera, Von Trier no ha dejado de generar la misma reacci¨®n. Epidemic, Europa, Rompiendo las olas, Anticristo, Nymphomaniac. Ha habido ¨¦xitos y fiascos, premios e insultos. La casa de Jack, su ¨²ltimo filme, volvi¨® a dividir: butacas que vibraban de exaltaci¨®n, mientras otras se iban quedando vac¨ªas. Algunos no aguantan sus obras, las desprecian o las tachan de provocaciones gratuitas. Otros, en cambio, le han elevado a la categor¨ªa de genio, incluso de mes¨ªas. All¨¢ por 1999 The Guardian ofrec¨ªa un titular que no ha perdido vigencia: ¡°?Una broma o el cineasta m¨¢s brillante de Europa?¡±.

A estas alturas, cada frente lo tiene muy claro. De ah¨ª que los adoradores se froten las manos ante el regreso del director a una de sus creaciones m¨¢s amadas: tras El reino, lanzada en 1994 y devenida en serie de culto, y su secuela de 1997, el creador ha filmado una tercera entrega, The Kingdom: Exodus, disponible en Filmin.

Hace tres d¨¦cadas, Von Trier (Copenhague, 66 a?os) introdujo su c¨¢mara por un siniestro hospital, poblado de fantasmas, criaturas extra?as y dosis masivas de terror, surrealismo y humor negro. Y ahora, para su vuelta, parte precisamente del cierre de aquella historia. En concreto, para ridiculizarlo. ¡°?C¨®mo pueden vender esta mierda a medias? Anda que menudo final¡±, afirma la anciana protagonista, Karen, tras visualizar en televisi¨®n el ep¨ªlogo de la obra original. En el festival de Venecia, donde The Kingdom: Exodus se estren¨® el pasado septiembre ¡ªy se celebr¨® esta charla con el autor¡ª, bast¨® esta secuencia para desatar los primeros aplausos. Hab¨ªan pasado apenas 20 segundos. Pero, a lo largo de los seis episodios, los seguidores encontrar¨¢n muchas m¨¢s razones, viejas y nuevas, para reforzar su idilio con Von Trier.

Al p¨²blico, en general, le alegrar¨¢ tambi¨¦n saber que el cineasta se encuentra ¡°bien¡±. Tras anunciar p¨²blicamente que padece p¨¢rkinson, en septiembre aclaraba: ¡°Tiemblo un poco, tengo que acostumbrarme. Pero estoy mucho mejor que cuando filmamos. Me temo que en alg¨²n momento vais a tener que sufrir otro filme m¨ªo¡±. Se dirig¨ªa, en realidad, a todos los espectadores. Pero le escuchaban cuatro periodistas en un encuentro que, por otro lado, parec¨ªa evocar uno de sus filmes: en un cuarto angosto, hubo que apretarse para caber ante la peque?a pantalla de un port¨¢til. Ah¨ª estaba Von Trier, en videoconferencia, disponible para10 minutos y, literalmente, cuatro preguntas. M¨¢s una de bonus, regalada cuando el tiempo se agotaba.

As¨ª pues, tan solo dio tiempo a saber que se lo pasa en grande escribiendo sobre el universo de El reino; que eligi¨® un hospital, entre otras razones, porque suelen tener una cualidad: ¡°Todo el tiempo no sabes d¨®nde est¨¢s¡±; que los fanes le bombardearon durante a?os pidi¨¦ndole otra secuela; y, sobre todo, que Von Trier tem¨ªa traicionarse a s¨ª mismo con Exodus: ¡°Estaba muy asustado de que har¨ªa una pel¨ªcula para todos los seguidores. He visto Fanny y Alexander de Bergman, he visto todo lo que ha hecho, incluidos los anuncios. Y en un momento dado veo a un hombre que est¨¢ vendiendo todas sus buenas ideas a trav¨¦s de cosas mainstream, una pena. Hay muchos directores famosos con una casa muy grande y la ¨²nica manera de pagarla, cuando su ritmo de producci¨®n se reduce, es buscar pel¨ªculas m¨¢s comerciales¡±.

Sobra decir que ¨¦l se decanta por otros caminos. Incluso sus odiadores reconocer¨¢n que Von Trier no teme el riesgo. Su Bailando en la oscuridad es la primera pel¨ªcula de la historia rodada totalmente en digital; ha buscado constantemente cambiar y no estancarse. Y el movimiento Dogma 95, que impuls¨®, reivindica un cine que se limpie de la presunta suciedad moderna: c¨¢mara en mano, nada de luz artificial y prescindiendo hasta del nombre del director.

Pero, adem¨¢s de su talento, su fama debe mucho a los esc¨¢ndalos. En su cine hay penetraciones reales, mutilaciones, violencia expl¨ªcita, asesinatos. Los idiotas le granje¨® acusaciones feroces de humillar a las personas con discapacidad. Fue declarado durante a?os persona no grata en el festival de Cannes porque, durante la promoci¨®n de Melancol¨ªa, dijo: ¡°Yo entiendo a Hitler¡±. Y, m¨¢s en general, nunca se sabe del todo si se est¨¢ tomando algo en serio o solo busca re¨ªrse de ello. Dif¨ªcil entender, por ejemplo, hacia d¨®nde va su anunciado proyecto de exponer diamantes inspirados en cada una de sus pel¨ªculas. O hasta qu¨¦ punto bromeaba cuando se defini¨® como ¡°el mejor cineasta del mundo¡±.

?l mismo ha hablado en varias ocasiones de su adicci¨®n al alcohol, de su frecuente ansiedad y obsesi¨®n, de su fugaz ingreso en un psiqui¨¢trico o de cuando, justo en el lecho de muerte, la madre le confes¨® que su padre biol¨®gico no era el que el joven Lars siempre hab¨ªa cre¨ªdo. Se cuenta que su familia era implacablemente atea y comunista, y por eso la fe juega un rol tan importante en sus creaciones. A la vez, sin embargo, Von Trier tambi¨¦n ha dejado caer que tal vez toda su biograf¨ªa sea una ficci¨®n.

Al final, detr¨¢s de tanto ruido, queda su trabajo. Y, ahora, The Kingdom: Exodus. La web especializada Imdb le atribuye a Von Trier una frase que resume su trayectoria: ¡°En la vida, b¨¢sicamente, me asusta todo salvo filmar¡±. Cuando se pone detr¨¢s de la c¨¢mara, es justo al rev¨¦s: el miedo lo tienen los dem¨¢s.

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