Desmontando a Harry (y a Meghan)
100 millones de d¨®lares se estima han recibido los duques de Sussex por tirar de los carretes de sus m¨®viles, quejarse obscenamente de sus vidas y vender su historia como in¨¦dita despu¨¦s de haberse sentado frente a Oprah
Brooke Shields y Andre Agassi se enamoraron por fax. Ella estaba en ?frica rodando Nacidos para la libertad y ¨¦l acababa de pasar por una operaci¨®n de mu?eca que hab¨ªa dejado su carrera entre interrogaciones. Ella lo cuenta en sus memorias y ¨¦l en las suyas, a cargo de J. R. Moehringer, fabuloso escritor que ahora va a tener que contarnos, en las del pr¨ªncipe Harry, que ¨¦l y Meghan se conocieron por Instagram como cualquier hijo de vecino. Menuda papeleta.
Harry y Meghan, la serie documental cuyos tres primeros cap¨ªtulos acaba de estrenar Netflix, se sube al carro de la primera persona testimonial, tan de moda que estamos a punto de corregir a Marshall McLuhan: el emisor (y no el medio) es el mensaje. En el segundo episodio, Harry cuenta que cre¨ªa saber de qu¨¦ iba la vida real ¡ªno la Real suya¡ª porque hab¨ªa viajado por media Commonwealth y tratado con gente de muchos pa¨ªses, pero cuando conoci¨® a Meghan fue consciente de que hab¨ªa ido ¡°andando son¨¢mbulo por la vida¡±. Diga lo que diga, en la serie ¨¦l parece seguir so?ando y ella haberse hecho la dormida.
En el tercer episodio, Harry se lamenta: ¡°Es incre¨ªble lo que la gente hace si se le ofrece una gran cantidad de dinero¡±. Anoche cuando dorm¨ªa so?¨¦, bendita ilusi¨®n, que por contar mi vida Netflix me soltaba un past¨®n. 100 millones de d¨®lares se estima han recibido los duques de Sussex por tirar de los carretes de sus m¨®viles, quejarse obscenamente de sus vidas y vender su historia como in¨¦dita despu¨¦s de haberse sentado frente a Oprah. Si fueran espa?oles, podr¨ªan terminar junto a Conchita en un Polideluxe.
En el primer episodio, Harry recuerda un consejo de Diana, explotada hasta la pornograf¨ªa emocional: ¡°Si haces algo malo, que no te pillen¡±. Te hemos pillado, Harry. Esto no lo salva ni Moehringer.
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