Los ajustes de cuentas de los narcos en la Costa del Sol, una guerra escondida tras el turismo de lujo
El periodista Antonio Pampliega, experto en zonas de conflicto, explica c¨®mo investig¨® durante meses una realidad oculta a pocos kil¨®metros de su casa para el ¡®podcast¡¯ ¡®Costa Nostra¡¯
Bregado en conflictos internacionales, Antonio Pampliega, uno de los periodistas espa?oles secuestrados en Alepo (Siria) durante 10 meses entre 2015 y 2016, desconoc¨ªa buena parte de la violencia que transcurre en la Costa del Sol, a pocos kil¨®metros de su domicilio familiar en Antequera (M¨¢laga). Fue al recibir la propuesta de ponerse al frente del podcast de investigaci¨®n Costa Nostra, inspirado en el libro de Antonio Romero Ruiz y Miguel D¨ªaz Becerra, cuando se adentr¨® en una realidad oculta por el resplandor del turismo de lujo.
En cada uno de los 10 episodios de esta producci¨®n original de Amazon Music a cargo de La Maldita, elegida la semana pasada como uno de los podcast m¨¢s interesantes del 2022 por varios expertos consultados por este peri¨®dico, los oyentes pueden descubrir las historias y el modus operandi de m¨¢s de 100 entidades mafiosas de 59 nacionalidades instaladas en la zona. En esta torre de Babel del crimen organizado, los narcos cada vez comparten m¨¢s recursos y operaciones en un lugar que Europol sit¨²a entre las zonas m¨¢s violentas de Europa, con numerosos asesinatos por ajuste de cuentas entre 2018 y 2021.
Pampliega (Madrid, 40 a?os) y su equipo rastrean los testimonios personales de los narcos y de sus abogados; de polic¨ªas, de pilotos de narcolanchas y tambi¨¦n de periodistas que presenciaron c¨®mo los criminales conviv¨ªan hace d¨¦cadas, en la Marbella de la jet set, con pr¨ªncipes y estrellas de cine. Lo que descubren sus pesquisas, como define el propio Pampliega a mediados de diciembre en conversaci¨®n telef¨®nica, es ¡°un realismo surrealista, con ecos de Federico Fellini y Paolo Sorrentino¡±.
El libro en el que se inspira el podcast sali¨® a la venta en 2009, por lo que sirve de mera excusa para iniciar nuevas l¨ªneas de investigaci¨®n. ¡°A m¨ª me gusta trabajar con documentaci¨®n. Le¨ª el libro de Antonio y de Miguel. Lo estudi¨¦ a fondo, sum¨¦ m¨¢s documentaci¨®n¡ Me sorprendi¨®, porque siempre se habla de Galicia cuando nos fijamos en el tema de la droga. Yo no ten¨ªa ni idea de lo que estaba ocurriendo en el patio trasero de mi casa. Y da miedo¡±, explica el periodista, que ha querido huir de lo que ¨¦l mismo llama ¡°el ¡®true crime¡¯ de escritorio¡±.
Una de las cosas que Pampliega pidi¨® fue trabajar en terreno. ¡°Quer¨ªa hacer y dirigir yo mismo las entrevistas. Es lo que yo hago. No quer¨ªa limitarme a leer en un estudio lo que ha hecho otra persona¡±, dice. Tras meses de trabajo, logr¨® testimonios de algunos de los criminales de la Costa del Sol y de los agentes que los persiguen. ¡°Salvo en alg¨²n caso concreto, la Polic¨ªa Nacional, la Guardia Civil y el Servicio de Aduanas estuvieron siempre disponibles. Lo estuvieron tanto que no ha habido tiempo para mostrar todo el material que obtuvimos¡±, admite. El acceso a los criminales fue un asunto muy distinto. ¡°Tardamos mucho en convencerles. Tanto unos como otros, en especial los criminales, han aceptado principalmente porque no salen sus caras. Se sienten menos expuestos al audio. Muy probablemente, no hubi¨¦semos podido tener estos testimonios si Costa Nostra hubiera sido una producci¨®n audiovisual¡±, comenta Pampliega, que cont¨® con el apoyo de una fixer, persona familiarizada con el entorno a investigar, que sirve de mediadora entre el periodista y sus entrevistados.
Un contexto diferente
Tras conocer a narcos en pa¨ªses como Colombia y M¨¦xico, el madrile?o narra un contexto criminal muy distinto al espa?ol. Para Costa Nostra se cit¨® junto a su equipo con uno de ellos en un restaurante de la Costa del Sol. ¡°Me fije si llevaba ¡®pipa¡¯ y no llevaba. Me sorprendi¨® que, al sentarse, diera la espalda a la puerta. En otros lugares, los criminales tienen que andarse con pies de plomo, porque saben que otros narcos les pueden matar en medio de la calle. Pero en esta zona de Espa?a, a pesar de todo lo que ocurre, es m¨¢s complicado que ocurra algo as¨ª. No aparecen cad¨¢veres en los puentes¡±, explica.
A Costa Nostra le da tiempo tambi¨¦n a explorar a personajes secundarios en torno a este c¨ªrculo criminal. Uno de ellos es Ricardo ?lvarez-Ossorio, reputado abogado penalista al que algunos medios apodan ¡°el abogado del diablo¡±. Representa al mismo tiempo a clientes como El Vaticano, grandes empresas espa?olas y poderosos narcotraficantes como Mohamed Taieb Ahmed, alias El Nene. ¡°Lo que quer¨ªamos era no solamente pivotar alrededor de lo que es el narco y la droga, sino tambi¨¦n mostrar a otro tipo de personas afectadas por ese entorno. ?l nos explica sin ocultarse, con nombre y apellidos, su labor defendiendo a esta gente. El oyente entiende gracias a testimonios como el suyo que el de ¡®Costa Nostra¡¯ es un relato muy real¡±, defiende Pampliega.
Muchas de las historias de estos criminales son la de antiguos ni?os sin futuro del sur de Espa?a y el norte de Espa?a. En el puerto de Algeciras, el reportero descubre c¨®mo son las lanchas de los narcos, y conoce al jefe de Vigilancia Aduanera y a dos de sus adversarios. Uno de ellos es Manuel, capaz de descargar fardos en 90 segundos. ¡°Empez¨® en T¨¢nger trapicheando de ni?o con ropa de segunda mano y se ha convertido en uno de los grandes narcos que pasa hach¨ªs a Europa. Nos explicaba su vida con un reloj de 50.000 euros¡±, comenta Pampliega. El otro es David, un piloto de narcolanchas acostumbrado a jugarse la vida esquivando patrulleras a m¨¢s de 100 kil¨®metros por hora: ¡±le han ca¨ªdo un par de a?os en la c¨¢rcel, pero le da igual, le compensa ganar miles de euros por viaje¡±.
Por lo que cuenta el investigador, hay material suficiente para m¨¢s temporadas de Costa Nostra. ¡°Nos hemos dejado por cuestiones de tiempo de todo lo que ocurre con la coca¨ªna. Despu¨¦s de Amberes, el de Algeciras es el segundo puerto con m¨¢s tr¨¢fico de esta droga en Europa. La coca¨ªna s¨ª que se mata en la Costa del Sol, algo que no ocurre por lo general con el hach¨ªs. Me gustar¨ªa escarbar ah¨ª y ver hasta d¨®nde nos lleva, si a M¨¦xico, Panam¨¢, Colombia¡¡±, confiesa el periodista.
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