¡®Silo¡¯, mucho m¨¢s que otra serie dist¨®pica
La ficci¨®n de Apple TV+ se basa en una s¨®lida construcci¨®n de personajes y en unos guiones bien trabados para superar la moda del mero espect¨¢culo postapocal¨ªptico
Hay un tipo de serie que se juega parte de su cr¨¦dito a la apuesta final. Es decir: un grupo de gente en situaci¨®n extrema trata de sobrevivir en un ¨¢mbito inh¨®spito. El espectador se engancha m¨¢s o menos con sus problemas, sus relaciones, sus sue?os pero, en el fondo, todo depende de la ¨²ltima explicaci¨®n. ?Qu¨¦ hac¨ªan all¨ª?, ?c¨®mo llegaron?, ?ser¨¢n capaces de salir? Perdidos es la m¨¢s recordada en este subg¨¦nero, para mal. Despu¨¦s, uno de sus creadores, Damon Lindelof, se redimi¨® con la excepcional The Leftovers. Ahora tenemos en el ¨¢mbito del terror una por ahora s¨®lida serie como From (HBO) y un pu?ado de apuestas apocal¨ªpticas entre las que destaca, por m¨²ltiples razones, Silo (Apple TV+). La ficci¨®n creada por Graham Yost resulta especialmente fiable donde otros zozobran: la construcci¨®n de personajes es sobresaliente y los guiones complejos y bien trabados, herramientas con las que consigue ir mucho m¨¢s all¨¢ del mero espect¨¢culo postapocal¨ªptico.
El argumento es sencillo y tiene todos los ingredientes para un desastre que, vistos los cuatro primeros cap¨ªtulos emitidos hasta el momento, sortea con ¨¦xito. En un futuro indeterminado, 10.000 personas viven en un silo bajo tierra protegidas de un exterior arrasado e inhabitable. No saben qui¨¦n construy¨® el refugio ni cu¨¢nto tiempo llevan all¨ª. La historia ha sido borrada y la posesi¨®n de reliquias (recuerdos de otras ¨¦pocas) est¨¢ penada. El m¨¢ximo castigo, reservado para quienes subviertan un orden muy estricto que garantiza la supervivencia, es ser enviados al exterior. El resto, a trav¨¦s de unas pantallas gigantes situadas en las cafeter¨ªas, ven c¨®mo los condenados agonizan en medio de un paisaje de invierno nuclear. Pero, claro, nada es lo que parece y hay quienes ya se est¨¢n haciendo demasiadas preguntas.
La presentaci¨®n se completa con una puesta en escena industrial, como de nave interespacial desgastada por el tiempo, una iluminaci¨®n muy particular y un dibujo de un mundo nada tecnol¨®gico (hay un pu?ado de ordenadores sin conexi¨®n y en poder del Gobierno) pero tampoco cavernario, un poco sovi¨¦tico y muy gris.
Ahora bien, los creadores se han esmerado para elaborar una l¨ªnea argumental llena de giros (el primer cap¨ªtulo se centra en dos personajes que se diluyen despu¨¦s, aunque siembran la esencia del misterio de la trama) y que mezcla con habilidad g¨¦neros: aqu¨ª tenemos una gran historia estilo follet¨ªn del siglo XIX, con un silo dividido en tres niveles y una gran estratificaci¨®n social; historias de amor truncado por la muerte, cr¨ªmenes sin resolver y una protagonista magn¨ªfica. Se trata de Juliette Nichols (una soberbia Rebecca Ferguson, que sobresale en un reparto muy completo) una mec¨¢nica de los niveles inferiores que se encarga de mantener en marcha el generador que da luz al silo y cuyo camino de redenci¨®n, progreso y cambio lleva en vilo al espectador. Su mirada huidiza unas veces, penetrante otras, y sus andares decisivos nos llevan de la mano por los laberintos de esa ciudad subterr¨¢nea. Ella es el sost¨¦n de una serie s¨®lida en la que se vislumbra alguna explicaci¨®n final, si bien el espectador llega a olvidarse porque lo que quiere es saber qu¨¦ pasa con Nichols y los dem¨¢s. Permanezcan o no en el silo. Queremos quedarnos con ella, sufrir o triunfar con ella. Al final, es lo que se busca en las buenas historias desde hace m¨¢s de 20 siglos.
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