Stan Lee: el uno fant¨¢stico

En su primer trabajo, ni siquiera le llamaban por su nombre. B¨¢sicamente, porque nadie se lo sab¨ªa. Era el chico que tra¨ªa caf¨¦s y corr¨ªa de un lado para otro. Cuando aquel joven oficinista fue despedido, en la f¨¢brica de pantalones pocos le recordar¨ªan. Y desde entonces, sin embargo, no fue an¨®nimo nunca m¨¢s. Cosas de un seud¨®nimo bien elegido. Y, sobre todo, de un talento desbordante. Porque Stanley Martin Lieber, es decir, Stan Lee, cambi¨® para siempre la historia del c¨®mic y de la cultura popular. Una leyenda, merecedora de m¨²ltiples biograf¨ªas. En su mayor¨ªa, eso s¨ª, cuestionables y cuestionadas. Igual que un nuevo documental, de David Gelb, disponible en Disney + justo ahora que habr¨ªa cumplido 100 a?os.

Se define como mito, seg¨²n la RAE: ¡°Narraci¨®n maravillosa situada fuera del tiempo hist¨®rico y protagonizada por personajes de car¨¢cter divino o heroico¡±. Vale para los ¨ªdolos que Lee (co)cre¨®, de Hulk a Spiderman. Pero ha acabado aplic¨¢ndose tambi¨¦n a la propia historia del guionista y editor. El t¨ªtulo de su biograf¨ªa en c¨®mic, Asombroso, fant¨¢stico, incre¨ªble. Unas memorias maravillosas (Planeta), resume el trato que ha solido recibir la figura de Lee, alimentado por ¨¦l mismo. Y que, salvo alg¨²n oportuno matiz, reitera el filme de Gelb, dedicado a reconstruir en orden cronol¨®gico el mete¨®rico despegue del autor. Neal Kirby, el hijo de Jack, dibujante y cocreador de muchos iconos de Marvel, ya ha lamentado en un comunicado la en¨¦sima versi¨®n donde Lee lo hizo todo y su padre apenas nada.

Es probable que la palabra m¨¢s repetida en el metraje ¡ªque mezcla viejas entrevistas, im¨¢genes de archivo y originales reconstrucciones a trav¨¦s de mu?ecos y maquetas¡ª sea ¡°yo¡±. Neal Kirby, de hecho, reta a contarlos. Aumentan, sobre todo, al relatar el asunto m¨¢s controvertido: el origen de los principales s¨ªmbolos de Marvel, que entonces iniciaron una revoluci¨®n y todav¨ªa hoy significan millones de d¨®lares y de seguidores. A estas alturas, la pol¨¦mica se conoce de sobra: Lee siempre defendi¨® que ¨¦l tuvo las ideas y los dibujantes contribuyeron a ponerlas en pr¨¢ctica. Y todos le atribuyen las ocurrencias decisivas de superh¨¦roes m¨¢s humanos y fr¨¢giles, que vivieran en el mundo real y, de vez en cuando, se encontraran. Sin embargo, Kirby, y Steve Ditko en el caso de Spiderman, se atribu¨ªan un rol mucho m¨¢s relevante en la creaci¨®n. Y pelearon durante d¨¦cadas para verlo reconocido.

Al menos en parte, esa controversia queda reflejada en el largo. Se escucha c¨®mo un amistoso reencuentro radiof¨®nico entre Lee y Kirby en 1987 se vuelve tenso en cuanto surgen las viejas disputas. El guionista y editor considera siempre suya la chispa original, aunque reconoce que el ritmo de publicaci¨®n, que el ¨¦xito volvi¨® endiablado hasta dos c¨®mics al d¨ªa, le oblig¨® a un cambio: de escribir ¡°todas las historias¡± a entregar una trama aproximada, que el dibujante recrease como quisiera, para que luego Lee a?adiera los di¨¢logos. ¡°Pod¨ªa llegarme de vuelta el mismo argumento, o con 500 millones de cambios¡±, apunta ¨¦l mismo. Y relata c¨®mo aquel parche se volvi¨® rutina. Tanto que se hizo conocido como M¨¦todo Marvel: permit¨ªa a los artistas brillar m¨¢s, pero no acababa de reconoc¨¦rselo a nivel de derechos y dinero. Todav¨ªa hoy muchos dibujantes acusan a la compa?¨ªa de pagos ¨ªnfimos, contratos abusivos y menosprecio.

Finalmente, a trav¨¦s de la pelea entre Lee y Ditko por la paternidad de Spiderman, el documental plantea un debate: el escritor dice que crea quien aporta la idea primigenia; el artista sostiene que desarrollarla y concretarla forma parte de la invenci¨®n. Neal Kirby, en su comunicado, deja clara su opini¨®n con un ejemplo m¨¢s o menos apropiado: ?acaso no se considera a Miguel ?ngel como creador de la estatua del Mois¨¦s, encargada y pensada por el papado, ya que fue quien la plasm¨® y le insufl¨® alma?

Es cierto que el documental se titula Stan Lee, se narra a trav¨¦s de su voz y desde su perspectiva, con lo que eso supone. Pero resulta especialmente discutible que Disney, propietaria de Marvel y, por tanto, principal responsable y presunto juez de paz de la contienda, elija iluminar un bando. Y, en consecuencia, hacer sombra al otro. Ni tampoco beneficia a la imagen de Marvel tomar partido por infravalorar una vez m¨¢s a los dibujantes. No se trata de exigir el esp¨ªritu (quiz¨¢s demasiado) cr¨ªtico del periodista Abraham Riesman, que escribe en Verdadero creyente. Auge y ca¨ªda de Stan Lee (EsPop): ¡°Su historia es el lugar al que va a morir la verdad objetiva¡±. Pero s¨ª, al menos, las ¡°contradicciones sobrehumanas¡±, que destaca La asombrosa vida de Stan Lee, de Danny Fingeroth (Dolmen), exguionista y editor de Marvel. En definitiva, de tomarse en serio el asunto. Ser¨ªa, en el fondo, una muestra de respeto por la propia leyenda.

Por lo menos, eso s¨ª, el filme ayuda a conocer otros aspectos de Lee. La obsesi¨®n por trabajar y volverse importante, nacida a fuerza de ver a su padre desempleado y frustrado. Su nulo inter¨¦s inicial por los c¨®mics ¡ª¡±pens¨¦ que lo har¨ªa un tiempo y luego ser¨ªa un gran escritor. Nunca consider¨¦ que eso fuera escribir de verdad¡±¡ª, tanto que se resist¨ªa a revelar su profesi¨®n incluso en conversaciones informales. Y su cambio de opini¨®n (que el libro de Riesman considera oportunista), hasta convertirse en el principal superh¨¦roe de la difusi¨®n y promoci¨®n del noveno arte. Otro logro, por cierto, que se le reconoce por unanimidad.

Tambi¨¦n se refleja su empe?o en desafiar el organismo de autocensura de los editores que entonces vigilaba cada nuevo tebeo. Finalmente, y sobre todo, el documental narra el propio despegue de los c¨®mics: la trepidante aventura de c¨®mo pasaron de chiquillada a pilar cultural en unas d¨¦cadas, con la contribuci¨®n decisiva de Lee. Lo cual devuelve al punto de partida: el guionista y editor tuvo m¨¦ritos sensacionales. Pero, simplemente, no todos. O tambi¨¦n los tuvieron otros. Resulta parad¨®jico que la vida del cocreador de tantas pandillas heroicas pretenda contarse como un mon¨®logo. No todas las haza?as requieren a cuatro o m¨¢s fant¨¢sticos. Pero tampoco puede ser siempre cosa de uno.

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