Culpables y coronados
La cobertura televisiva del caso Daniel Sancho nos regresa al sensacionalismo de la ¨¦poca de Alc¨¤sser
La cobertura televisiva del caso Daniel Sancho es repugnante, indigna y poco profesional. El asesinato, descuartizamiento y posterior diseminaci¨®n de las 15 partes del cuerpo de Edwin Arrieta constituyen un crimen horrendo, nos pongamos como nos pongamos. Hay muchos tertulianos y presentadores que parecen olvidar que ese se?or ¡ªcuya existencia desconoc¨ªamos hace unas semanas¡ª es el muerto, y el otro, el protagonista, es m¨¢s que probable que sea su asesino.
Ning¨²n crimen creaba tanto inter¨¦s desde las ni?as de Alc¨¤sser. Pero este recuerda en muchos aspectos al caso Jarabo (interpretado en La huella del crimen, precisamente, por Sancho Gracia), donde tambi¨¦n hab¨ªa una vida de lujos, un ni?o bien, y un tr¨¢gico desenlace. No solo se habla de Daniel Sancho en la televisi¨®n o en las redes; es que se habla del asunto en la calle, todo el tiempo. Pero la percepci¨®n popular es diametralmente opuesta a la visi¨®n que ofrecen los programas veraniegos. Expertos de la talla de Two Yupa, Alejandra Rubio o Javier Negre ya se han pronunciado sobre tan tremebundo suceso. La tele nos pinta a un pobre muchacho v¨ªctima de un turbio complot. Los hechos, de momento, no avalan esa visi¨®n. El resto de la historia tal vez lleguemos a conocerla, o tal vez no.
Hay dos familias destrozadas, s¨ª. Pero una de las dos ha perdido a alguien en un asesinato, y no pueden siquiera enterrarle porque faltan partes del cuerpo. Las v¨ªctimas son v¨ªctimas y los victimarios son victimarios. Su condici¨®n no cambia por muy bien o mal que nos caigan sus familias. Estas son las verdades que tenemos claras respecto al asesinato de Edwin Arrieta. El resto, incluidas las excusas y elucubraciones, son la mierda de las tertulias, formato televisivo que no existir¨ªa si no existieran ni los idiotas sin escr¨²pulos ni los ignorantes coronados.
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