El documental de los israel¨ªes a los que averg¨¹enza la ocupaci¨®n
Numerosos exmilitares confiesan en ¡®Los primeros 54 a?os. Manual breve para una ocupaci¨®n militar¡¯ los abusos cometidos contra varias generaciones de palestinos desde 1967. Queda algo de un pacifismo israel¨ª que fue relevante y parece silenciado
Lo malo de construir muros muy altos es que deja de verse lo que hay detr¨¢s. Para quienes los idean eso es tambi¨¦n lo bueno: que, por ejemplo, los israel¨ªes hayan podido vivir sin prestar atenci¨®n a lo que pasaba al otro lado. Pero hab¨ªa un conflicto all¨ª. No desaparec¨ªa porque no se viera. Ahora que se ataca la compasi¨®n por los palestinos como si fuera ...
Lo malo de construir muros muy altos es que deja de verse lo que hay detr¨¢s. Para quienes los idean eso es tambi¨¦n lo bueno: que, por ejemplo, los israel¨ªes hayan podido vivir sin prestar atenci¨®n a lo que pasaba al otro lado. Pero hab¨ªa un conflicto all¨ª. No desaparec¨ªa porque no se viera. Ahora que se ataca la compasi¨®n por los palestinos como si fuera una adhesi¨®n al terrorismo de Ham¨¢s, est¨¢ bien recordar que hay un relevante n¨²mero de israel¨ªes que se revuelven contra el maltrato a sus vecinos.
El documental Los primeros 54 a?os. Manual breve para una ocupaci¨®n militar (en Filmin) es obra del director israel¨ª Avi Mograbi y se basa sobre todo en las voces, israel¨ªes, de exmilitares avergonzados por lo que tuvieron que hacer en tierras palestinas. El relato se completa con v¨ªdeos de algunos de esos abusos sobre esa poblaci¨®n de segunda clase, repetidos desde 1967 hasta muy cerca de 2021, cuando se estren¨® la pel¨ªcula, que tuvo m¨¢s impacto exterior que en su pa¨ªs. Y contamos con las explicaciones del propio Mograbi, que deconstruye con frialdad y algo de sarcasmo la l¨®gica que hay detr¨¢s de quienes deciden la ocupaci¨®n. Eso ayuda a entender qu¨¦ se hace y, sobre todo para qu¨¦ se hace. Para apropiarse de tierras, para hacer inviable la independencia futura del territorio ocupado, para destruir el tejido social local.
La mayor¨ªa de los exsoldados israel¨ªes que aparecen, muchos y de todas las edades, colaboran con la ONG israel¨ª Breaking the Silence, que denuncia las violaciones de los derechos humanos en Palestina. Hay relatos sobre tiroteos muy evitables, en los que se dispara a dar; uno dice que lo vive como un videojuego. Y vemos, en el colmo de la barbarie, a soldados que se hacen fotos con los cad¨¢veres de los palestinos que han matado como si fueran trofeos. Tambi¨¦n se habla de detenciones arbitrarias, de palizas a los arrestados, de la demolici¨®n de casas y de filas enteras de casas, de la usurpaci¨®n de parcelas que ten¨ªan due?o.
Mograbi pone el foco en el prop¨®sito deliberado de molestar a los ocupados, de sabotear sus rutinas. Estas historias resultan, cuanto menos, irritantes. La de ese anciano que llega en burro a su explotaci¨®n agr¨ªcola y se encuentra un campamento militar instalado all¨ª de noche. La de esos ni?os despertados de madrugada junto a sus padres para que les tomen fotos y se dibuje un mapa de su precaria vivienda, sin que hubiera nada sospechoso en ella. La de ese carpintero y su aprendiz atados a un ¨¢rbol toda una noche sin motivo aparente. La de esas carreteras cortadas o salpicadas de controles que impiden a los palestinos moverse dentro de Cisjordania, convertida en un queso gruyere cuyos agujeros son las colonias ilegales. La de esos vecinos a los que dan una o dos horas para recoger sus cosas y despedirse de sus viviendas para siempre, porque vienen las m¨¢quinas a demolerlas.
En un relato que abarca m¨¢s de medio siglo pasamos por momentos de relativa calma y de alt¨ªsima tensi¨®n, por las dos Intifadas y por los acuerdos de Oslo, por el establecimiento de una Autoridad Nacional Palestina a la que se impide ejercer la autonom¨ªa prometida, por la expansi¨®n de los asentamientos, por la ¡°desconexi¨®n¡± de Gaza, sometida a un bloqueo asfixiante desde 2007. Cerca del final, un testimonio resulta esclarecedor: en las instrucciones que se dan a los militares en la zona ocupada no hay menci¨®n alguna a evitar las bajas de civiles. Al rev¨¦s, se utiliza el eufemismo ¡°limpieza¡± para animar a ir con todo contra todos. La deshumanizaci¨®n del otro va a peor, ahora que desde el Gobierno se llama ¡°animales humanos¡± a los que van a ser bombardeados.
Entiendes que la guerra que se sufre ahora no surge de la nada, pero cuando eso mismo, tan obvio, lo dijo Ant¨®nio Guterres en la ONU se le echaron encima. Comprendes que hay demasiado rencor acumulado durante d¨¦cadas. El director de esta pel¨ªcula pertenece a una izquierda pacifista que fue relevante en Israel pero hoy est¨¢ arrinconada y apenas se hace o¨ªr. Que cree en la soluci¨®n de los dos Estados que cada vez se ve m¨¢s lejana, m¨¢s ut¨®pica, cuando es la ¨²nica salida a esta locura. Es lo malo de los muros. Lo mucho que, una vez puestos, costar¨ªa quitarlos.
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