Ar¨¦valo solo fue un se?or que contaba chistes

Vaya por delante que nunca me hizo gracia Ar¨¦valo. Ni siquiera de ni?o, y no porque yo fuera un ejemplo precoz de conciencia igualitaria, sino porque nunca gust¨¦ de la cultura del chiste. Yo me re¨ªa con Mortadelo y con Ast¨¦rix. Si sal¨ªa alguien d¨¢ndose un porrazo o pisando una mierda, me tronchaba. Tambi¨¦n me hac¨ªa gracia el absurdo: me re¨ªa con Tip y Coll porque no entend¨ªa un carajo de lo que dec¨ªan, o con Martes y Trece porque gritaban mucho, pero un se?or contando chistes me dejaba fr¨ªo. Es una parte de la cultura popular espa?ola que nunca me ha tocado una fibra, pese a que estaba por todas partes, sobre todo en las gasolineras.

Quiz¨¢ la sent¨ªa ajena porque viv¨ªa rodeado de ella y la asociaba con una fealdad de la que quer¨ªa escapar. Aclaro esto para que no confundan mi perplejidad con apolog¨ªa, y para subrayar que se puede ser ajeno al humor de Ar¨¦valo y, a la vez, lamentar su final, comprender la tristeza tr¨¢gica de sus ¨²ltimos a?os y apreciar su importancia en el universo pop ib¨¦rico. Yo no me re¨ªa con ¨¦l, pero s¨ª lo hicieron mis t¨ªos, mis abuelos, los vecinos de mis padres y tantos otros. Y yo no fui mejor que ellos por no re¨ªrme.

Si un extranjero leyese algunas reacciones a la muerte de Ar¨¦valo ¡ªsobre todo, en esa trituradora de carne antes llamada Twitter¡ª, pensar¨ªa que se ha muerto un criminal de guerra, un ser abominable que subyug¨® a los homosexuales y a los pacientes de las cl¨ªnicas de logopedia. Ante el sofoco de algunos, parece que los siglos de oscuridad, oprobio, persecuci¨®n y violencia de Espa?a fueron culpa de un tipo que sal¨ªa un rato a hacer el ganso en un escenario. Me repugnan mucho todas esas buen¨ªsimas personas que bailan sobre la tumba de un se?or que lo ¨²nico que hizo en su vida fue contar chistes que ya no tienen gracia. ?C¨®mo puede presumir de grandeza moral quien no respeta un luto ni sabe guardar, al menos, un silencio cort¨¦s ante el paso del cortejo?

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