¡®Reina roja¡¯ quiere ser muchas cosas y se queda en un entretenido clich¨¦
Los di¨¢logos impostados y problemas de tono lastran el ¡®thriller¡¯ de Prime Video basado en las novelas de Juan G¨®mez-Jurado
Quiz¨¢ est¨¦ de m¨¢s resumir el argumento de una serie basada en una trilog¨ªa de novelas que ha vendido m¨¢s de tres millones de ejemplares en todo el mundo. Pero cualquier adaptaci¨®n debe tener vida propia y ser capaz de atraer no solo al p¨²blico que ya tiene ganado y que conoce la historia, sino tambi¨¦n a quienes no saben nada sobre sus or¨ªgenes. Reina roja, el reciente estreno de Amazon Prime Video, lo tiene f¨¢cil en ese punto porque a su historia se entra de forma sencilla, se conozcan o no las novelas de Juan G¨®mez-Jurado. El primer cap¨ªtulo presenta a sus protagonistas: por un lado, Antonia Scott, la persona m¨¢s inteligente del mundo, atormentada, suicida y con dificultades para las relaciones sociales; por otro, Jon Guti¨¦rrez, polic¨ªa vasco socarr¨®n, temperamental y de vuelta de todo. El responsable de un programa secreto del gobierno recurre a Scott y Guti¨¦rrez, tan opuestos ellos en f¨ªsico y caracteres, para investigar un caso que se sale de lo corriente: el brutal asesinato del hijo de una poderosa empresaria y el secuestro de la hija del hombre m¨¢s rico de Espa?a, dos cr¨ªmenes que resultan estar conectados.
A partir de ah¨ª, Reina roja quiere ser muchas cosas y no consigue definirse. Tiene a dos de los actores de moda, Vicky Luengo y Hovik Keuchkerian, con f¨ªsicos que encajan muy bien con lo que se puede esperar de los personajes. Pero los desaprovecha con di¨¢logos impostados que quiz¨¢ en una novela puedan funcionar, pero no en personajes de carne y hueso. Pocas cosas expulsan m¨¢s al espectador de una serie o una pel¨ªcula que cuando es consciente de que nadie en la vida real habla as¨ª, y eso ocurre en Reina roja constantemente. Nadie habla solo a trav¨¦s de chascarrillos y gracietas como Jon Guti¨¦rrez. ¡°No somos personajes de novela¡±, dice Antonia Scott en un momento del ¨²ltimo episodio de esta primera temporada (no parece descabellado dar por hecho que habr¨¢ m¨¢s temporadas, en vista de los asuntos y personajes que se han ido sembrando en estos episodios). Si no son personajes de novela, como asegura Scott, lo parecen mucho.
Tambi¨¦n parece un personaje de novela el villano, Ezequiel, interpretado por Nacho Fresneda, que establece un peculiar juego del gato y el rat¨®n con los investigadores que hace que en ocasiones se acerque a ellos para dejarles escapar despu¨¦s y as¨ª seguir jugando. El villano, por supuesto, tambi¨¦n tiene su propio giro.
Reina roja es una serie en busca de tono. A ratos se muestra juguetona, con intenci¨®n de salirse del carril, buscar im¨¢genes impactantes y momentos surrealistas meti¨¦ndose en la privilegiada cabeza de Antonia. Es inevitable acordarse de referentes como las series Hannibal o Sherlock en esos casos. Se esfuerza en no tomarse en serio a s¨ª misma, pero no puede remediar hacerlo de vez en cuando. Al final, funciona mejor cuanto m¨¢s cerca se queda de lo que en realidad es, una suma de clich¨¦s del g¨¦nero del thriller. Intenta no ser lo que es, un entretenimiento ligero y formulaico cuyo argumento engancha f¨¢cilmente e invita a seguir hasta el final. Se agradece que no se alargue m¨¢s que siete episodios, m¨¢s que suficientes para haber ca¨ªdo ya en algunas repeticiones que ser¨ªan dif¨ªciles de digerir si tuviera m¨¢s extensi¨®n. En cierta forma, consigue salir adelante en su propia trampa y llevar al espectador hasta el final, a pesar de sus problemas de guion y tono.
Sin duda, Reina roja est¨¢ llamada a ser un ¨¦xito comercial y ofrece el entretenimiento que se espera de ella. Pero en un mercado tan saturado de productos televisivos, no logra dar con la pieza distintiva que haga que se quede en nuestro recuerdo.
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