Urtasun, los toros y las mayor¨ªas
Nadie va a someter la tauromaquia a plebiscito, y menos Urtasun, que le veo poco de sufragios y mucho de ¡°porque lo digo yo¡±
Este viernes 3 de mayo, para sorpresa de nadie, Urtasun anunci¨® la retirada del Premio Nacional de Tauromaquia. Es sabido que al ministro no le gustan los toros, y que, como muchos espa?oles, considera que son maltrato animal. No le pondr¨¦ un pero a eso. Cualquiera que haya estado en una plaza lo ha podido ver. Sin embargo, algo tiene el ruedo (la sangre, el atavismo, el rito) que hipnotiza.
Mi primer recuerdo de los toros es cuando no dejaban entrar a los ni?os en El Casta?ar (B¨¦jar) porque era violento, pero nos dejaban ver c¨®mo sacaban a los toros, y corr¨ªamos a seguir el reguero de sangre, ac¨ªcula, agua y albero. Ten¨ªa un extra?o atractivo ancestral. No s¨¦ si la mayor¨ªa de los espa?oles est¨¢n a favor o en contra de las corridas de toros. La mayor¨ªa de los espa?oles, me temo, opina lo que diga el hablante de turno. Nadie va a someter la tauromaquia a plebiscito, y menos Urtasun, que le veo poco de sufragios y mucho de ¡°porque lo digo yo¡±.
Los toros se han ido retirando poco a poco de la conversaci¨®n p¨²blica, aunque se mantengan Tendido Cero en La 2, en la mayor¨ªa de las televisiones auton¨®micas (entre corridas, encierros, y fiestas de inquietante brutalidad) y en v¨ªdeo bajo demanda, por no mencionar la radio. Los toros, como el boxeo, se han ido desplazando del gusto popular a favor del f¨²tbol, en el que la sangre, cuando corre, lo hace entre los espectadores. En los noventa, el mundo de la cultura estaba entregado a los toros (con Sabina y Almod¨®var a la cabeza e incursiones for¨¢neas como la de Madonna con el torero Emilio Mu?oz para el videoclip de Take a Bow) y en alg¨²n momento esto cambi¨®.
El movimiento animalista (formado por gente, por lo general, muy intolerante) no ha tenido que ver tanto como a ellos les gustar¨ªa. Tiene m¨¢s que ver con los cambios propios de la vida, que cada vez es m¨¢s r¨¢pida y sutil. La tauromaquia, si algo no tiene, es sutileza. Hemos cambiado el sacrificio del toro por la inmolaci¨®n p¨²blica de personajes humanos. Y es que al final tenemos una vena que necesita purgar sus impulsos violentos, ya sea a trav¨¦s de cristianos, brujas, locos, toros, futbolistas, o personajes grotescos (hace no tanto, adem¨¢s, eran discapacitados). Lo que cambia es la est¨¦tica. Somos lo que somos, y eso no lo va a cambiar ning¨²n ministro.
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