Eurovisi¨®n 2024: una cadena de desprop¨®sitos
La organizaci¨®n ha sido incapaz de gestionar la presencia de Israel, dejando de ser incluso la plataforma en la que se ha reivindicado la libertad de expresi¨®n y los valores europeos
Nemo culmin¨® este s¨¢bado su segunda actuaci¨®n de la noche, la que ofrec¨ªa ya como ganador de Eurovisi¨®n, con un fugaz ruido de cristales rotos. El ansiado micr¨®fono de cristal acababa de romperse. M¨¢s tarde, en su rueda de prensa, admiti¨® que el trofeo se hab¨ªa partido, pero le quit¨® hierro. ¡°Se puede arreglar. Puede que Eurovisi¨®n tambi¨¦n necesite algunos arreglos¡±, acert¨® a decir el representante de Suiza. Nemo, procedente del pa¨ªs m¨¢s neutral de Europa, pon¨ªa el dedo en la llaga. El festival este a?o ha salvado los muebles tras la victoria del mejor int¨¦rprete de la noche, pero ha estado a un paso del desastre. Europa esperaba que Suecia, los reyes de Eurovisi¨®n, dieran un nuevo impulso al festival en el 50? aniversario de la victoria de Abba. Sin embargo, las televisiones p¨²blicas europeas fueron incapaces de gestionar la presencia de Israel en el certamen, convirti¨¦ndolo en un aut¨¦ntico desprop¨®sito.
La extensa literatura sobre geopol¨ªtica eurovisiva necesitar¨¢ una nueva revisi¨®n tras el festival celebrado en Malm? (Suecia). Los estudios que se hab¨ªan efectuado desde las universidades minimizaban las posibles razones pol¨ªticas en el voto de los pa¨ªses y pon¨ªan ¨¦nfasis en las migraciones y los lazos culturales o ling¨¹¨ªsticos entre pa¨ªses. Si Alemania daba sus 12 puntos a Turqu¨ªa o Espa?a se los entregaba a Ruman¨ªa era por la amplia comunidad de ciudadanos de esos pa¨ªses, y si Chipre otorgaba su m¨¢xima puntuaci¨®n a Grecia, y Portugal hac¨ªa lo propio con Espa?a se deb¨ªa a la cercan¨ªa cultural entre esas naciones. Sin embargo, tras las votaciones de esta edici¨®n, esos factores parecen ir diluy¨¦ndose: ni los douze points de los chipriotas fueron a sus vecinos, ni los portugueses prestaron inter¨¦s a una Nebulossa que devolvi¨® a Espa?a al furg¨®n de cola.
Eso no significa que en Eurovisi¨®n no hubiese pol¨ªtica. Pese al empe?o de algunos sectores para ridiculizarlo, el festival logr¨® revitalizarse al convertirse en una v¨¢lvula de escape para varios colectivos asfixiados en sus pa¨ªses y sociedades, que acabaron hallando en ¨¦l una plataforma para denunciar su situaci¨®n y expresarse libremente. Eurovisi¨®n entroniz¨® a Dana International o Conchita Wurst, reivindicando la tolerancia frente a los sectores m¨¢s ultras de sus pa¨ªses; encumbr¨® a Verka Serduchka, de Ucrania, con su ingenioso adi¨®s a Rusia, aplaudi¨® a unas t.A.T.u que por aquel entonces daban visibilidad a un colectivo LGTBIQ+ tan castigado por Mosc¨², o dio alas a una agenda que iba desde el acoso escolar y la salud mental hasta el empoderamiento de la mujer.
Lo ocurrido esta semana en Malm? va completamente en la direcci¨®n opuesta. La Uni¨®n Europea de Radiodifusi¨®n (UER) decidi¨® que Israel pod¨ªa participar tras rechazar dos canciones y aceptar su tercer intento. La UER se justificaba en que nada ten¨ªa que ver la televisi¨®n p¨²blica israel¨ª con la rusa, que fue expulsada en 2022 tras los ataques de Rusia a Ucrania. Y tras adoptar una decisi¨®n pol¨ªtica, la UER quiso proteger a Eurovisi¨®n de la pol¨ªtica. Fue a partir de ah¨ª cuando lleg¨® la cadena de desprop¨®sitos que deslucieron el espectacular festival que hab¨ªan preparado los suecos.
Eurovisi¨®n dej¨® de ser la plataforma en la que se reivindicaba la libertad de expresi¨®n y los valores defendidos siempre por Europa y qued¨® secuestrado por la participaci¨®n de Israel, que sigue acrecentando el malestar de la comunidad internacional por su desproporcionada e inhumana respuesta al ataque de Ham¨¢s. La organizaci¨®n exhibi¨® una total impotencia y permiti¨® que todo discurriera en un ambiente ca¨®tico. Solo algunos ejemplos reportados por los periodistas que estuvieron en Malm?: se reprendi¨® al exparticipante sueco Eric Saade por llevar un pa?uelo palestino en el brazo; se trat¨® de silenciar las protestas del p¨²blico; se acall¨® a cantantes como la irlandesa y se permiti¨® que se intimidara a periodistas. El malestar de los cantantes ¡ªque dedican medio a?o de su carrera por acudir al festival¡ª fue notorio, algunos amagaron con retirarse y la representante de Irlanda incluso mand¨® a la UER a tomar viento cuando pas¨® todo.
Nemo tuvo que colar la bandera que representa a las personas no binarias ante el extremo control de la organizaci¨®n sueca. Ese escrutinio fue tan rid¨ªculo que, como cont¨® H¨¦ctor Llanos en estas p¨¢ginas desde Malm?, incluso se prohibi¨® la entrada de banderas europeas, lo cual no ha pasado desapercibido en Bruselas. Antes de alzarse con la victoria, Nemo tuvo que pasar por la odisea que recoge su letra: fue al infierno, volvi¨® y rompi¨® los c¨®digos impuestos. Su incontestable victoria sin duda habr¨¢ permitido respirar a la UER, que deber¨¢ dar explicaciones de todo lo sucedido en este ca¨®tico festival.
Por lo dem¨¢s, gan¨® el mejor, Ucrania se confirm¨® como una gran potencia del festival, Portugal volvi¨® a encandilar a los jurados e Israel logr¨® aunar en el televoto los apoyos suficientes para auparse hasta la quinta posici¨®n. Ahora es Suiza, el pa¨ªs que alberg¨® el primer festival europeo en 1956, la que tiene un a?o para buscar la f¨®rmula para pacificar a la familia europea y frenar posibles deserciones.
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