Cuando los suecos se manifestaron contra Abba y la prensa los declar¨® ¡°el enemigo¡±
El documental ¡®Contra todo pron¨®stico¡¯ recuerda los sinsabores en el ¨¦xito de la banda. En los setenta su pop inocente y sin pretensiones chocaba con la cultura dominante. El reconocimiento lleg¨® despu¨¦s
Nadie es profeta en su tierra. Los miembros de Abba dicen que no se esperaban en absoluto ganar el Festival de Eurovisi¨®n en Brighton, Inglaterra, en 1974, en el que se impusieron con Waterloo, la canci¨®n m¨¢s recordada de todas las que han concursado antes y despu¨¦s. Mucho menos se esperar¨ªan que ese triunfo provocara una furibunda reacci¨®n en su pa¨ªs, Suecia. Hasta el extremo de que tuvo lugar una gran manifestaci¨®n en las calles de Estocolmo en contra de que el festival del a?o siguiente se celebrara all¨ª: se dice que acudieron ?200.000 personas!, algunas con violines y flautas. El certamen de 1975 tuvo lugar finalmente en la capital sueca, pero se organiz¨® en paralelo un festival alternativo (con folk, rock, jazz y otros g¨¦neros) para denunciar la mercantilizaci¨®n de la m¨²sica por la industria, y tuvo un notable impacto. Ante esa marea, en 1976 Suecia renunciaba a participar en Eurovisi¨®n y tampoco lo emiti¨®.
Como el propio festival de Eurovisi¨®n, la m¨²sica de Abba era ¡°comercial¡±, que era lo peor que se pod¨ªa ser en los a?os setenta, un tiempo en que el rock (Led Zeppelin, Pink Floyd, los Stones) presum¨ªa de su superioridad art¨ªstica y relevancia social, aunque esa hegemon¨ªa ya estaba amenazada, porque en Estados Unidos empezar¨ªa a arrasar la m¨²sica disco. Tambi¨¦n se respetaba en esa d¨¦cada a los cantautores comprometidos: hab¨ªa mucho por lo que protestar. Y estaba a punto de aparecer el punk con su crudeza y su mensaje antisistema. El pop fresco, hedonista y sin pretensiones de Abba resultaba irritante para el pensamiento dominante. La prensa sueca se ceb¨® con ellos: ¡°Su tradici¨®n es la de la m¨²sica de los anuncios¡±; ¡°Hacen mierda, pero mierda luminosa¡±; ¡°Son el enemigo¡±.
La historia se cuenta bien en el documental de la BBC Abba. Contra todo pron¨®stico (ABBA: Against the Odds), que estren¨® La 1 en la v¨ªspera de Eurovisi¨®n y est¨¢ disponible en RTVE Play. Un relato muy chocante de los sinsabores de una banda tan exitosa. Dirigido por James Rogan, el filme analiza al detalle y con apabullante material de archivo un periodo corto, poco m¨¢s de un lustro, desde Brighton a los primeros ochenta, v¨ªsperas de su separaci¨®n, nunca oficializada: simplemente, dejaron de grabar y de actuar.
Antes de Eurovisi¨®n, los miembros de Abba eran conocidos, pero no estrellas, en Suecia. Ellos, Bj?rn y Benny, hab¨ªan formado parte de bandas de folk; ellas, Agnetha y Frida, ten¨ªan algunos discos como solistas. Pero al verlos en la tele con esas ropas de colorines, esas lentejuelas y esas plataformas cantando un pop sencillo y result¨®n, su pa¨ªs les hizo el vac¨ªo. Y no solo Suecia: Waterloo fue un single muy exitoso, que se puso como n¨²mero uno en el Reino Unido, pero las radios evitaban pincharla. Era el estigma de Eurovisi¨®n y de esa imagen kitsch en una Europa muy distinta a la de hoy.
En sus comienzos encontraron un refugio en Australia. Actuaron all¨ª para el programa de Nochevieja en 1975 y se convirtieron en un duradero fen¨®meno glocal (global y local); esto puede explicar las invitaciones recientes a tan remoto pa¨ªs a participar en Eurovisi¨®n. En esa gran isla encadenaron n¨²meros uno hasta octubre (?42 semanas!) e hicieron su primera gran gira. Despu¨¦s probaron otros caminos, incluso al otro lado del tel¨®n de acero: lograron que su concierto en Varsovia fuera televisado para toda Polonia. Fueron sumando pa¨ªses a su credo. En EE UU les cost¨® m¨¢s, aunque tambi¨¦n tuvieron su noche estelar con Olivia Newton-John en televisi¨®n. Estaban conectando con la fiebre de la m¨²sica disco, pero esta tambi¨¦n se agotaba y encontraba una furiosa reacci¨®n (que culmin¨® en la Disco Demolition Night en Chicago en julio de 1979, cuando se organiz¨® una destrucci¨®n masiva de vinilos del g¨¦nero). El Reino Unido s¨ª que acab¨® de rendirse a ellos: llenaron el estadio de Wembley durante seis noches consecutivas en noviembre de 1979.
La banda hab¨ªa sobrevivido a las malas cr¨ªticas, al peso de la fama y a la presi¨®n de haberse convertido en carnaza para la prensa del coraz¨®n. Agnetha, ¡°la rubia de Abba¡±, era la que lo llevaba peor. En las entrevistas recuperadas aqu¨ª se ve que les preguntaban poco por su m¨²sica (solo a ellos) y mucho por sus matrimonios (solo a ellas), por la maternidad y hasta por su culo (el de Agnetha). La estampa de dos parejitas perfectas se rompi¨® cuando Agnetha se llev¨® los dos ni?os y dej¨® plantado a Bj?rn despu¨¦s de participar en un especial de navidad de la BBC en 1978. El cuarteto sigui¨® adelante pese a todo, pero no sobrevivi¨® m¨¢s que unos meses al segundo divorcio, el de Frida y Benny en 1981.
Esto ya no se cuenta en el documental, que acaba ah¨ª, pero la abbaman¨ªa fue un fen¨®meno creciente en las d¨¦cadas que siguieron a la ruptura del cuarteto. Su disco m¨¢s vendido es el recopilatorio Gold, que se edit¨® en 1992; siete a?os despu¨¦s se estren¨® en Londres el musical Mamma Mia!, basado en sus canciones (no en su trayectoria), que lleg¨® a muchas ciudades m¨¢s y salt¨® al cine en 2008 con Meryl Streep y Pierce Brosnan. En el nuevo siglo es m¨¢s frecuente que suenen sus canciones en la radio que en sus primeros a?os. Volvieron a reunirse para grabar un disco en 2021: Voyage, m¨¢s que digno aunque no aportaba nada a su repertorio.
En cierto modo, eran adelantados a su tiempo, porque su extravagancia era muy aceptada en la escena pop de los ochenta, m¨¢s libre de prejuicios, y lo sigue siendo hoy. Tuvieron otro punto a su favor: gustaron mucho a los ni?os de su ¨¦poca, que son los maduros de hoy, lo que quiz¨¢s explique su incre¨ªble vigencia. Si no esperaban ganar el concurso de 1974, mucho menos pensar¨ªan que medio siglo despu¨¦s ser¨ªan homenajeados, y recreados mediante inteligencia artificial, en la gala de Eurovisi¨®n en Malm?. Nadie protest¨® contra ellos, esta vez, en su pa¨ªs (s¨ª se protest¨®, y mucho, por Gaza).
En sus d¨ªas de gloria, esas seis noches en Wembley, aparecieron en la zona vip del estadio londinense algunos miembros de Led Zeppelin y The Who, la aristocracia del rock. Se cuenta en el documental que incluso los Sex Pistols, que representaban sus ant¨ªpodas estil¨ªsticas y est¨¦ticas, pon¨ªan en el camerino una y otra vez la cinta de casete de Dancing Queen. Al final resultaba que los rockeros m¨¢s duros, en esa ¨¦poca en la que el rock se tomaba tan en serio, escuchaban a escondidas las canciones de Abba.
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