Gerva el inc¨®modo
El programa de La 2 ¡®En primicia¡¯ repasa la trayectoria del fotoperiodista Gervasio S¨¢nchez, testigo durante 40 a?os de guerras que ha contado desde el compromiso con las v¨ªctimas
El fotoperiodista Gervasio S¨¢nchez (C¨®rdoba, 64 a?os) viene informando desde hace cuatro d¨¦cadas de las guerras m¨¢s terribles (si es que alguna no lo es) del planeta. Sin embargo, asegura que hay una que ¡°nunca cubrir¨ªa¡±, una guerra civil en Espa?a. ¡°Al d¨ªa siguiente me ir¨ªa a la Cochinchina¡±. Lo dice quien lleva ¡°cuarenta a?os contemplando la muerte¡±, viendo de lo que es capaz el ser humano en un conflicto intestino. Gerva, como se le conoce en el oficio, es el protagonista de la nueva entrega del programa En primicia, (hoy, jueves, en La 2, 22.50), presentado por Lara Siscar, en el que cada jueves se entrevista a un periodista relevante, con el que se viaja a un lugar que ha sido fundamental en su trayectoria. En este caso, San Salvador (El Salvador), donde se inici¨® como reportero y en cuya universidad un escuadr¨®n de la muerte vinculado al ej¨¦rcito asesin¨® a ocho personas, seis jesuitas (cinco de ellos espa?oles), en noviembre de 1989, durante la guerra civil del pa¨ªs centroamericano.
En las im¨¢genes de archivo se ve a un joven S¨¢nchez haciendo fotos en el entierro de las v¨ªctimas, de las que la m¨¢s conocida era Ignacio Ellacur¨ªa, entonces rector de la Universidad Centroamericana (UCA) y te¨®logo de la liberaci¨®n. ¡°Aqu¨ª aprend¨ª el abec¨¦ del periodismo¡±, recuerda en el campus universitario el fotorreportero de unos cr¨ªmenes perpetrados porque ¡°hab¨ªa quien consideraba que estos jesuitas eran rojos¡±. Unos hechos que causaron gran impacto en Espa?a.
Con una factura impecable, En primicia (producido por RTVE con la colaboraci¨®n de Lacoproductora, productora audiovisual del Grupo Prisa) re¨²ne a familiares, amigos y compa?eros de S¨¢nchez, desde su hijo Diego y su esposa, Choco Maldonado, a Arturo P¨¦rez-Reverte, para completar el retrato del personaje. El escritor corrobora la fama que tiene Gerva de ¡°pelmazo¡±, que, eso s¨ª, le ha permitido dar con grandes historias y fotos gracias a su insistencia cuando necesitaba, por ejemplo, un tel¨¦fono para dictar una cr¨®nica o quer¨ªa adentrarse en la zona m¨¢s caliente de un conflicto.
S¨¢nchez, que hace el trabajo de dos por uno, porque toma fotos y escribe textos, quiso desde sus comienzos ser m¨¢s que un periodista que contase los espantos de una guerra. Siempre se muestra emp¨¢tico y cercano con las v¨ªctimas, lo que le hace ser un testigo inc¨®modo para quienes no desean que se sepa algo que ha sucedido. ¡°Yo quiero que me afecten las cosas, ?c¨®mo le voy a contar al p¨²blico lo que significa morir en una guerra si no me afecta?¡±, se pregunta. Como dice P¨¦rez-Reverte, para Gerva el periodismo ¡°es una causa humanitaria¡±.
A lo largo de los 54 minutos de programa, con cambios de localizaciones y de testimonios que hacen que no decaiga el inter¨¦s, y en los que Siscar interviene lo justo y siempre con las preguntas pertinentes, el periodista deja una serie de sentencias que deber¨ªan ser tenidas en cuenta por los j¨®venes que sientan la llamada del reporterismo de guerra: ¡°La fotograf¨ªa debe ir al pensamiento, nunca al est¨®mago¡±.
Colaborador de El Heraldo de Arag¨®n desde 1987, cuando llev¨® a este peri¨®dico un par de reportajes sobre el Chile de Pinochet, que le publicaron y pagaron, S¨¢nchez desvela que con 14 a?os ten¨ªa claro a qu¨¦ quer¨ªa dedicarse porque so?aba con viajar a los pa¨ªses reunidos en una colecci¨®n de sellos del mundo. Era, adem¨¢s, el ¨²nico chaval que iba al instituto con su peri¨®dico. Tambi¨¦n cuenta que reuni¨® el dinero para sus primeras escapadas trabajando los veranos en un bar de Tarragona, donde conoci¨® a la que ser¨ªa su esposa.
Mientras a este lado se vive un periodismo de trinchera, que pendulea entre el ardor de una cheerleader (con los pol¨ªticos amigos) y el tiro a deg¨¹ello (con los enemigos), de brocha gorda, reconforta escuchar a un profesional sin trazas de cinismo, al que le preocupan por encima de todo las personas, las historias humanas. Como la de Manuel Orellana, v¨ªctima de una mina antipersona tras la guerra civil en El Salvador que le dej¨® sin piernas.
Con ¨¦l visita S¨¢nchez el cafetal en el que Orellana casi muri¨® para ¡°cerrar un c¨ªrculo¡±, dice entre l¨¢grimas este hombre que, tras ¡°el accidente¡±, hizo un curso de corte y confecci¨®n para poder ganar el dinero con el que mandar a sus hijos a la universidad. Orellana, que no hab¨ªa vuelto al lugar donde lo mutilaron, es uno de los retratados en el que es el trabajo de toda una vida de Gerva, Vidas minadas, libro (y exposiciones) que ha ido reeditando, la ¨²ltima vez en 2023, cuando se cumplieron 25 a?os de la primera publicaci¨®n. Un proyecto que sigue abierto.
Sin embargo, detr¨¢s del periodista comprometido con los que sufren las consecuencias de los conflictos b¨¦licos, hay un ser humano con familia. Tan conmovedoras como las im¨¢genes con Orellana resulta el cara a cara con su hijo. El joven cuenta c¨®mo cada vez que su padre se iba, se preguntaba: ¡°?Y si no vuelve?¡±. Mientras que su pareja confiesa que hubo tiempos en los que pod¨ªa pasarse ¡°20 d¨ªas sin saber nada¡± de ¨¦l. Ha sido el precio pagado por dedicar su vida a fotografiar a los que siempre pierden en una guerra, desde una pierna a la vida.
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