¡®El juego del calamar 2¡¯: ¡°No volver¨¦ a hacer esto. Perd¨ª varios dientes en los rodajes¡±
Violenta, divertida y visualmente ic¨®nica, la obra del coreano Hwang Dong-hyuk es la serie m¨¢s vista de Netflix. En una entrevista exclusiva para Espa?a el director confiesa que el ¨¦xito le ha dejado agotado. La segunda temporada llega el 26 de diciembre, la final en 2025
¡°I¡¯m never gonna do this again¡±. La entrevista es en coreano, con int¨¦rprete, pero el director Hwang Dong-hyuk lo dice en ingl¨¦s: ¡°No voy a volver a hacer esto nunca m¨¢s¡±. Se refiere a rodar otra temporada de El juego del calamar, la serie m¨¢s vista de la historia de Netflix, cuya segunda entrega se estrena el pr¨®ximo 26 de diciembre. La tercera se rod¨® al mismo tiempo y se emitir¨¢ en 2025. ¡°And that¡¯s it¡±. ¡°Se acab¨®¡±, repite Hwang, zanj¨¢ndolo con un gesto de las manos y una aliviada sonrisa. No quiere ...
¡°I¡¯m never gonna do this again¡±. La entrevista es en coreano, con int¨¦rprete, pero el director Hwang Dong-hyuk lo dice en ingl¨¦s: ¡°No voy a volver a hacer esto nunca m¨¢s¡±. Se refiere a rodar otra temporada de El juego del calamar, la serie m¨¢s vista de la historia de Netflix, cuya segunda entrega se estrena el pr¨®ximo 26 de diciembre. La tercera se rod¨® al mismo tiempo y se emitir¨¢ en 2025. ¡°And that¡¯s it¡±. ¡°Se acab¨®¡±, repite Hwang, zanj¨¢ndolo con un gesto de las manos y una aliviada sonrisa. No quiere jugar m¨¢s. Vota X.
Por si alguien en el planeta no se ha enterado, El juego del calamar, cuya primera temporada arras¨® hace tres a?os, es una entretenida e hiperviolenta s¨¢tira sobre ¡°c¨®mo la sociedad capitalista contempor¨¢nea y su ilimitada competitividad ha exacerbado la desigualdad de la riqueza y creado un sinf¨ªn de perdedores¡±, en palabras del director. Sin esdr¨²julas: trata sobre un macabro juego organizado por millonarios en el que 456 personas acuciadas por las deudas acaban en una remota isla luchando por conseguir un premio en met¨¢lico. Las pruebas son partidas de canicas o al escondite ingl¨¦s, pero el que pierde, muere; y quien gana (solo puede quedar uno) tambi¨¦n queda tocado por el horror sufrido. Obsesionado con detener el macabro juego y vengarse de sus s¨¢dicos creadores el victorioso jugador 456 de la primera temporada vuelve roto a la segunda.
Como al protagonista de su obra, a Hwang Dong-hyuk (53 a?os, Hwang es su apellido) el ¨¦xito tambi¨¦n le ha pasado factura, pero ha vuelto a por m¨¢s.
El discreto showrunner ¡ªhablar tranquilo, gafitas redondas, enorme chaquet¨®n de cuero¡ª, gan¨® un Emmy por la serie (es el primer asi¨¢tico en hacerlo), sin embargo, escribir aquellos primeros nueve episodios completamente solo, adem¨¢s de dirigirlos y producirlos todos, result¨® tan estresante que perdi¨® seis dientes en el proceso. ¡°Pens¨¦ que esta vez estar¨ªa bien¡ pero ahora mismo tengo dolor y creo que me voy a tener que quitar otro par pronto. Me da miedo el dentista, as¨ª que lo estoy posponiendo todo lo que puedo¡±, dice resignado el cineasta, cuyo pulcro retrato del sufrimiento provoca escalofr¨ªos.
Teniendo en cuenta que la primera temporada lleg¨® a 142 millones de hogares y fue n¨²mero uno en 94 pa¨ªses, incluido Estados Unidos, ?no pidi¨® un equipo de guionistas para escribir la segunda entrega? ¡°Tuve alg¨²n asistente para documentarme, pero al final he trabajado pr¨¢cticamente igual, escrib¨ª todo el guion y volv¨ª a dirigir y producir yo mismo¡ El nivel de presi¨®n fue parecido¡±. Con el v¨¦rtigo a?adido de toda secuela de un ¨¦xito: superar las expectativas. ¡°Es agotador, mental, y tambi¨¦n f¨ªsicamente, pero intento no pensar en ello solo en t¨¦rminos negativos, y usarlo como catalizador de una energ¨ªa con la que trato de sacar lo mejor de m¨ª mismo¡±, dice Hwang quien, a pesar del desgaste personal ha declarado varias veces que no se hizo rico con el bombazo de la temporada uno. Y ello a pesar de que cost¨® 18 millones de euros (la cuarta parte por episodio que Stranger Things), pero gener¨® unos 900 millones de ¡°valor de impacto¡± para Netflix, seg¨²n Bloomberg, despertando cierto debate sobre el funcionamiento de las plataformas en Corea, donde la ausencia de sindicatos permite que los creadores no cobren royalties ni participen del ¨¦xito de sus obras. Netflix contest¨® a la pol¨¦mica diciendo que paga sueldos competitivos y que se ajusta a la ley coreana.
Cuando la corresponsal de la BBC en Se¨²l le pregunt¨® en el set por sus motivaciones para hacer las secuelas, Hwang, que rod¨® todos los d¨ªas durante 11 meses seguidos, contest¨® sin remilgos: ¡°El dinero¡±. No fue el ¨²nico motivo, claro. Lo explica el actor Lee Jung-jae, protagonista de la serie y tambi¨¦n el primer asi¨¢tico ganador de un Emmy en su categor¨ªa: ¡°Al ver la recepci¨®n del p¨²blico y los premios, solo parec¨ªa de justicia seguir con la historia. El problema era el tiempo, hab¨ªa que empezar de cero. No pens¨¦ que ser¨ªa posible escribir otra temporada tan r¨¢pido. Pero entonces el director Hwang me mand¨® el guion, recuerdo que se me aceler¨® el coraz¨®n al abrir el documento y lo le¨ª del tir¨®n. Era maravilloso, pens¨¦, ¡®este tipo es un genio¡±.
Fanfarria
La primera temporada de El juego del calamar salt¨® a los medios a los 15 d¨ªas de su estreno, cuando el boca a oreja del p¨²blico ya la hab¨ªa alzado a lo m¨¢s visto de la plataforma. Ahora todo es fanfarria. Para el estreno de la segunda temporada, Netflix invit¨® por Halloween a medio centenar de influencers y otros tantos periodistas internacionales (entre ellos EL PA?S) al Lucca Comics & Games festival. La ciudad toscana se engalan¨® con los iconos visuales de la serie, que ya forman parte del imaginario colectivo: junto al campanile medieval de San Michele se alzaba Younghee, la siniestra mu?eca de cuatro metros con sensores de movimiento en los ojos que en la serie fr¨ªe a quien se mueve en el juego Luz roja, luz verde; en el centro de la piazza Anfiteatro plantaron el laberinto de colores pastel y el dormitorio con literas que comparten los jugadores bajo la gigantesca hucha transparente donde se va acumulando el premio de 45.600 millones de wones (m¨¢s de 30 millones de euros) a medida que mueren concursantes. R¨¦plicas semejantes han aparecido este a?o en Madrid, Nueva York o Sidney para ofrecer a los fans una experiencia inmersiva de la franquicia, sobre la que tambi¨¦n hay un reality y un videojuego. Hwang y dos de los pocos protagonistas que sobrevivieron a la primera temporada, Lee Jung-jae (el jugador 456) y Wi Ha-joon (el detective), dieron m¨¢s de 75 entrevistas individuales en un par de d¨ªas (solo una para Espa?a). El merchandising incluye disfraces que ya son un cl¨¢sico: el ch¨¢ndal verde de los concursantes y el mono rosado de los guardas.
¡°La serie critica el capitalismo, pero no es propaganda pol¨ªtica, es un producto de la sociedad capitalista¡±, dice Hwang, ¡°la hice para vender, aunque nunca esper¨¦ un ¨¦xito tan enorme¡±. El director no cree que ser popular, o que la IP sirva para vender mu?ecos o disfraces, diluya el mensaje: ¡°La serie muestra un mundo donde todo se comercializa, en todo caso, lo subrayar¨ªa¡±, afirma.
En la segunda temporada la mec¨¢nica de los juegos cambia: al final de cada uno, los concursantes pueden votar para detener la masacre. El giro sirve para reflexionar sobre la creciente polarizaci¨®n de un mundo dividido por clases, nacionalidades, g¨¦neros o religiones, seg¨²n el director. Pero Hwang no quiere masticar la moraleja: ¡°No soy muy fan de explicar el mensaje al p¨²blico antes incluso de que vean la serie, es mejor que saquen sus propias conclusiones¡ Lo que s¨ª puedo decir es que quer¨ªa hacerme una pregunta: ?Hay esperanza para la humanidad? ?Tenemos la voluntad y la fuerza necesarias para cambiar el rumbo que est¨¢ tomando el mundo? Y no, no tengo una respuesta¡±.
Los tri¨¢ngulos
En la multitudinaria rueda de prensa y en el encuentro con los fans que se celebran en el festival, donde tambi¨¦n se proyecta en primicia mundial y con gran alharaca un nuevo avance, Hwang responde amable a lo que le echen. ?Es verdad que David Fincher prepara una adaptaci¨®n?, pregunta el de Variety. ¡°Lo vi publicado pero no es oficial, le respeto como cineasta y como fan me gustar¨ªa ver su spin off, y todo lo que sea expandir mi universo est¨¢ bien¡ porque sigue siendo m¨ªo¡±. ?Qu¨¦ novedades hay en la isla?, inquiere un fan. ¡°Ver¨¦is algunos juegos nuevos, m¨¢s grandes y espectaculares y el d¨ªa a d¨ªa de los [guardas que llevan] tri¨¢ngulos¡±. ?Por qu¨¦ salen tantas distop¨ªas, como El juego del calamar o Par¨¢sitos, de Corea?, a?ade otro asistente. ¡°La Guerra de Corea tuvo lugar de 1950 a 1953 y en solo cuatro o cinco d¨¦cadas nos levantamos de nuestras cenizas y nos convertimos en una de las econom¨ªas m¨¢s fuertes del mundo. Para conseguirlo hicimos muchos sacrificios y experimentamos mucho caos y conflicto. Comparado con Europa, donde la sociedad capitalista se asent¨® a lo largo de un siglo o dos, en Corea el proceso fue muy r¨¢pido y muchos quedaron olvidados por el camino, por lo que algunos creadores, incluida la reciente ganadora del Nobel Han Kang, recogemos ese dolor y esas contradicciones de la sociedad coreana para explorarlas en nuestro trabajo¡±.
Antes de terminar, Hwang se dirige al p¨²blico y reflexiona: ¡°?ltimamente me hacen muchas preguntas serias, muy complejas sobre El juego del calamar y solo quer¨ªa a?adir que este no es un show tan serio ni complejo. Puede resultar muy entretenido para cualquiera, lo digo porque al profundizar tanto en estos temas m¨¢s oscuros da la impresi¨®n de que es una serie dif¨ªcil de ver. Y no es el caso¡±.
Es verdad que ambas temporadas son muy devorables, pero tambi¨¦n que Hwang ide¨® El juego del calamar en un momento bastante oscuro de su vida. Tras estudiar comunicaci¨®n y cine en Se¨²l y Los ?ngeles, hab¨ªa rodado varios cortos y un largo dram¨¢tico basado en hechos reales (The Father, 2007) sobre un ni?o coreano adoptado en EE UU que encuentra a su padre biol¨®gico en el corredor de la muerte. Entonces lleg¨® la crisis financiera. En pleno par¨®n laboral, Hwang, al que criaron su madre y su abuela, cay¨® en la trampa crediticia intentando producir ¨¦l mismo su siguiente proyecto y lleg¨® a vender su port¨¢til para salir adelante. Pasaba sus d¨ªas en caf¨¦s leyendo mangas sobre juegos de supervivencia como Battle Royale cuando, fantaseando con uno que ¨¦l pudiera ganar, no siendo el m¨¢s fuerte ni el m¨¢s h¨¢bil, ide¨® su inquietante fantas¨ªa inspirada por los juegos de su propia infancia y su precaria situaci¨®n financiera.
Era 2009. Pase¨® sin ¨¦xito el guion de su largo por varias productoras, pero a todas les pareci¨® una historia demasiado retorcida y poco comercial. As¨ª que la guard¨® en un caj¨®n durante una d¨¦cada en la que hizo otras tres pel¨ªculas, que no pueden ser m¨¢s diferentes entre s¨ª: Silenced en 2011 (un aclamado thriller social que logr¨® reabrir el caso de abusos sexuales en un colegio para sordos que lo inspir¨®); Miss Granny en 2014 (una fantasiosa comedia con m¨¢s de ocho millones de espectadores en la que una anciana recobra el aspecto de cuando era veintea?era) y The Fortress (una ¨¦pica recreaci¨®n de la segunda invasi¨®n manch¨² de Corea en el siglo XVII, que tuvo menos ¨¦xito de p¨²blico pero fue alabada por la cr¨ªtica). ¡°No puedo decir que tenga la f¨®rmula del ¨¦xito al 100%, pero creo que s¨¦ lo que quiere la gente¡±, dice Hwang que considera que lo que une su dispar filmograf¨ªa es ¡°preguntarse qu¨¦ significa ser humano y las historias cuyo motor son los personajes¡±.
Hwang dice que no ve series y menciona entre sus pel¨ªculas favoritas El cazador (1978,) en cuyo ic¨®nico duelo entre Robert De Niro y Christopher Walken cuenta el coreano que se inspir¨® para rodar una escena de ruleta rusa que aparece en la segunda temporada de El juego del calamar.
Hace tiempo que el director anunci¨® que su pr¨®xima pel¨ªcula, K.O. Club (un juego de palabras entre noquear y killing old people, matar ancianos) est¨¢ inspirada por el libro p¨®stumo de Umberto Eco Pape Sat¨¢n Aleppe: Cr¨®nicas de una sociedad l¨ªquida. Prometi¨® que ser¨ªa ¡°controvertida y m¨¢s violenta que El juego del calamar¡±. Pero hoy Hwang no quiere hablar de futuro. ¡°Estoy a¨²n muy cansado. Quemad¨ªsimo, no tengo espacio mental para pensar en lo siguiente¡±, dice con dulzura. ¡°Primero quiero ver las reacciones del p¨²blico a esta serie y luego me quiero ir a descansar un tiempo a una isla remota¡±. Ante la cara de sorpresa a?ade: ¡°Una en la que no haya juegos¡±.