Jerry Springer: vuestra tragedia ser¨¢ mi comedia
Yo tambi¨¦n creo, como Woody Allen, que el sexo y la televisi¨®n solo son sucios cuando se hacen bien, pero siempre que los que juegan sepan a lo que juegan
No ha podido dar su versi¨®n Jerry Springer en el documental de Netflix sobre su programa por la excusa de haber muerto en 2023, pero no caben dudas de que habr¨ªa hablado de haber tenido ocasi¨®n, pues nunca call¨® cuando le preguntaron, como atestigua el metraje de entrevistas que se incluye en Jerry Springer: luchas, c¨¢mara, acci¨®n. El presentador no dej¨® de jugar un bal¨®n, aunque fuera para despejarlo: sonre¨ªa y escurr¨ªa el bulto con una jeta hecha de un hormig¨®n especial que no se agrietaba ni con dinamita. Su respuesta a las cr¨ªticas parec¨ªa inapelable: ¡°Es televisi¨®n¡±. Lo dijo alguna vez y lo repite con m¨¢s cinismo Richard Dominick, el que fuera productor ejecutivo del programa m¨¢s infecto de la historia de la tele, que marc¨® por abajo los l¨ªmites de lo que, gracias a ¨¦l, empez¨® a llamarse telebasura.
Yo tambi¨¦n creo, como Woody Allen, que el sexo y la televisi¨®n solo son sucios cuando se hacen bien, pero siempre que los que juegan sepan a lo que juegan. Famosos y periodistas son profesionales del espect¨¢culo que se entregan a ¨¦l con estrategia y consentimiento, todo lo contrario a los desgraciados que sal¨ªan en El show de Jerry Springer (1991-2018). En el documental se cuenta c¨®mo reclutaban a personas vulnerables e indefensas y abusaban de ellas para inducirlas una tensi¨®n emocional l¨ªmite. Los productores confiesan en el documental con la esperanza cristiana, quiz¨¢, de redimirse.
No creo que Springer o Dominick se arrepintieran. Nunca vieron a sus v¨ªctimas como personas iguales y dignas de respeto y compasi¨®n. En el germen de su ¨¦xito (y de todos los formatos que lo copiaron, como El diario de Patricia en Espa?a) hab¨ªa un clasismo radical. Hasta tal punto eran conscientes, que desconfiaban cuando les llegaba una historia protagonizada por personajes urbanos y educados. ¡°Nuestros invitados no vienen de Boston, deb¨ª sospechar¡±, dice una productora al recordar c¨®mo se la colaron unos farsantes para salir en el programa y boicotearlo. Aquello se basaba en la explotaci¨®n desvergonzada de individuos a quienes no se reconoc¨ªa la condici¨®n de ciudadanos, tal vez ni siquiera la de humanos. Springer, un tipo culto, fino y amable, era el instrumento perfecto para escenificar un cinismo que en nada se distingu¨ªa de los combates de gladiadores o de las farsas de los bufones ante el rey. Bailad, desgraciados, que vuestra tragedia ser¨¢ mi comedia. La puerta que abrieron sigue abierta y por ella no ha dejado de soplar el fr¨ªo de la crueldad del dominador sobre el dominado.
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