En vivo desde Nueva York y con un buen mont¨®n de famosos: ¡®Saturday Night Live¡¯ cumple 50 a?os
El programa televisivo celebra medio siglo de influencia cultural con una gala que junta a los c¨®micos, presentes y pasados, que lo hicieron grande con un impresionante elenco de estrellas del cine y la m¨²sica
Las ocasiones especiales est¨¢n para acabar ¨Dpor un d¨ªa, al menos¨D con la rutina, y por eso la gala conmemorativa del 50¡ã aniversario de Saturday Night Live (SNL), el programa humor¨ªstico m¨¢s longevo y famoso de la historia de la televisi¨®n estadounidense, se emiti¨® este domingo, y no, como su propio nombre indica, en s¨¢bado. Sucedi¨® de noche, eso s¨ª. En directo y desde el mismo lugar de siempre: el legendario estudio 8H que la NBC tiene en la planta 17 del edificio del 30 Rockefeller Plaza de Nueva York.
El espect¨¢culo tambi¨¦n fue m¨¢s largo que de costumbre: tres horas y media llenas de astros del cine, la televisi¨®n y la m¨²sica y de miembros actuales y pasados de un reparto en el que han brillado m¨¢s estrellas de las que caben en el firmamento de la comedia estadounidense. El resultado fue un tributo nost¨¢lgico, divertido e inteligente al hondo impacto en la cultura popular de un formato que sigue m¨¢s o menos igual que el primer d¨ªa, con su mezcla de sketches humor¨ªsticos sobre la pol¨ªtica y los cambios en las costumbres, y dos invitados: el musical y el ¡°anfitri¨®n¡± famoso ¨Dnormalmente un actor, pero no solo¨D que se encarga del mon¨®logo de apertura y que luego participa con los c¨®micos de plantilla en los gags escritos por el equipo de guionistas.
Tal vez para dejar claro que esa influencia atraviesa generaciones, la gala del domingo la abri¨® la extra?a pareja formada por los m¨²sicos Paul Simon, de 83 a?os, y Sabrina Carpenter, de 25. Juntos interpretaron Homeward Bound, canci¨®n que, record¨® Simon, este toc¨® con George Harrison en 1976, en el cap¨ªtulo octavo de la segunda temporada de SNL. ¡°Ya, yo no hab¨ªa nacido¡±, dijo Carpenter. ¡°Bueno, en realidad, mis padres tampoco¡±, a?adi¨®, entre las primeras carcajadas del p¨²blico que abarrotaba las gradas.
El actor Steve Martin, que nunca fue parte de SNL pero ha participado en el programa 36 veces con la de este domingo, sali¨® entonces al escenario para ocuparse del cl¨¢sico parlamento inicial. Brome¨® sobre el empecinamiento de Donald Trump en renombrar el Golfo de M¨¦xico, que ahora exige que lo llamen de Am¨¦rica, y con la potencial deportaci¨®n de su compa?ero de reparto en la serie Solo asesinatos en el edificio, Martin Short, que hizo un cameo y resulta que es canadiense.
Con esas dos bromas laterales, acabaron las referencias al nuevo inquilino de la Casa Blanca de un guion concebido no como un comentario a las ¨²ltimas noticias (de las que tantas cosas hab¨ªa que comentar), sino como un homenaje a la supervivencia de un programa ¨²nico en la televisi¨®n mundial y a su productor ejecutivo, Lorne Michaels, un hombre con una misi¨®n: obrar entre el mi¨¦rcoles y el s¨¢bado antes de las 23:30 el milagro del directo de SNL. Michaels estaba all¨ª al principio, en 1975, y sigue ah¨ª ahora, sin planes de jubilarse, aunque el tipo acaba de cumplir 80 a?os.
Hubo referencias a famosos personajes y sketches del pasado reciente, como el de las hermanas Maharelle, con Scarlett Johansson, Kim Kardashian, Ana Gasteyer y una siempre genial Kristen Wiig; el de la versi¨®n negra del famoso concurso de respuestas en busca de preguntas Jeopardy, con Eddie Murphy, Chris Rock y un Tom Hanks fuera de lugar, tocado con una gorra MAGA; o aquel que imaginaba una reuni¨®n en el Pent¨¢gono de supervivientes de abducciones extraterrestres. En la de este domingo, los actores Pedro Pascal y Woody Harrelson no pod¨ªan contener la risa con la pareja formada por una madre y una hija siempre dispuestas a abrir las piernas, interpretadas por Meryl Streep y Kate McKinnon.
Un turno de preguntas con el p¨²blico, conducido por Tina Fey y Amy Poehler, sirvi¨® para demostrar el enorme poder de convocatoria de SNL: la audiencia, a reventar de famosos, parec¨ªa la imposible suma de la de una gala de los Oscar y otra de los Grammy. El puertorrique?o Bad Bunny quiso saber, en espa?ol, si la gente lo ve¨ªa como alguien gracioso. Cher dijo que no ten¨ªa preguntas, pero s¨ª, a sus a?os, ¡°todas las respuestas¡±. Y Keith Richards tom¨® la palabra para averiguar si alguien hab¨ªa encontrado una bandana que perdi¨® a finales de los ochenta durante una de las salvajes actuaciones de su banda, los Rolling Stones, en el programa.
La gala gan¨® cuando aparecieron Michael Che y Colin Jost para dar las noticias, como cada s¨¢bado a eso de la medianoche, en el famoso segmento Weekend Update. Hubo chistes moderadamente irreverentes sobre Puff Daddy y sobre el racismo cong¨¦nito del pa¨ªs. Bill Murray repas¨® los m¨¦ritos de los locutores que, como ¨¦l mismo, precedieron a Che y Jost al frente del telediario alternativo. Hasta resucitaron dos a?orados personajes de otra ¨¦poca: Tu t¨ªo el borracho (Bobby Moynihan) y La chica con la que desear¨ªas no haber iniciado una conservaci¨®n en aquella fiesta (Cecily Strong). Resulta que ahora est¨¢n juntos y que van a ser padres.
Como en toda ceremonia de este tipo, hubo esm¨®quines y alfombra roja, en la que nadie, por suerte, habl¨® de moda, as¨ª como el cl¨¢sico video en el que se llora a los que ya no est¨¢n. Aunque esta vez los obituarios no honraron la memoria de los muertos, sino de todos los personajes y chistes racistas, sexistas o sencillamente fuera de lugar que ya no se pueden hacer, pero de los que, como record¨® el presentador de esa parte de la emisi¨®n, Tom Hanks, ¡°todo el mundo se rio entonces¡±. ¡°As¨ª que si alguien tiene que ser cancelado, ?no deber¨ªan ser ustedes, el p¨²blico?¡±.
Belushi y Nueva York
El tono eleg¨ªaco regres¨® con un corto en blanco y negro en el que John Belushi, el primer rostro en aparecer en un programa que ha contado con 167 c¨®micos de plantilla, visitaba en una broma macabra de la tercera temporada a sus compa?eros de reparto, enterrados en un cementerio, sin saber que ¨¦l ser¨ªa el primero en irse; muri¨® de una sobredosis a los 33 a?os en 1982. Un n¨²mero musical lament¨® despu¨¦s otra p¨¦rdida: la de la identidad de Nueva York, otro de los personajes recurrentes del programa. Que s¨ª, vivi¨® tiempos mejores, aunque parecieran peores: de los a?os de la hero¨ªna y la bancarrota, a los del triunfo carcomido por la coca¨ªna de los yuppies; y de la limpia de las calles de Manhattan de Rudy Giulianni, el ¡°alcalde de Am¨¦rica¡±, a un presente con la ciudad que nunca duerme siempre en venta, en el que todo es absurdamente caro y ya no pasan tantas cosas art¨ªsticas y culturales como sol¨ªan, pero, qu¨¦ demonios, sigue siendo Nueva York.
Por lo dem¨¢s, no faltaron algunos de los cl¨¢sicos del programa, como los c¨®micos que no pueden evitar re¨ªrse los unos con los otros; las actuaciones musicales memorables (Lil¡¯ Wayne y The Roots y Miley Cyrus, a la que pareci¨® que le hab¨ªa dado un ataque de ci¨¢tica, con Brittany Howard), y los actores que, como le gustaban al escritor Javier Mar¨ªas, adem¨¢s son estupendos cantantes. Uno de ellos, Adam Sandler, repas¨® la historia de SNL guitarra en ristre y con una letra que celebraba ¡°50 a?os llenos con los mejores momentos de nuestras vidas¡±. La fiesta la despidi¨® Paul McCartney con un medley de composiciones del Abbey Road de los Beatles, con The End, para cerrar, incluida.
Despu¨¦s de eso, y como tambi¨¦n es costumbre, todos subieron al escenario para honrar a los miembros vivos del primer reparto y a Lorne Michaels, hombre con fama de duro de pelar que casi, solo casi, se emocion¨®. Los 150 minutos de gala eran otra forma de darle raz¨®n medio siglo despu¨¦s, y de reconocer que no ha habido mejor cantera para la comedia estadounidense que SNL. Una instituci¨®n que, como toda instituci¨®n, vivi¨® tiempos que fueron (o parece que fueron) mejores, y que suelen coincidir con los maravillosos a?os (normalmente, de la preadolescencia a la universidad) del televidente en cuesti¨®n.
El programa del domingo puso el broche a unos meses en los que han visto la luz pel¨ªculas de ficci¨®n (Saturday Night), documentales y decenas de art¨ªculos sobre la influencia del programa en la m¨²sica pop o sobre cu¨¢l es el mejor sketch de su historia (?voto para el de Will Ferrell con un cencerro!), as¨ª como un libro de m¨¢s de 600 p¨¢ginas sobre la vida y milagros de Michaels (Lorne: The Man Who Invented Saturday Night Live). La gala tambi¨¦n cerr¨® un fin de semana de jubileo para uno de esos productos culturales que ya nadie ve, pero que, curiosamente, nadie se pierde.
La fiesta hab¨ªa comenzado el viernes con un concierto en la NBC y continu¨® el s¨¢bado con la retransmisi¨®n de su primer episodio, que vio la luz el 11 de octubre de 1975 (y si las cuentas del aniversario no le salen es porque los productores de SNL decidieron dedicar a la conmemoraci¨®n esta temporada, que adem¨¢s arrancaba en mitad de una campa?a electoral, y no la siguiente). Fue raro ver esa c¨¢psula televisiva del tiempo tal cual, 50 a?os despu¨¦s, pero al menos sirvi¨® para darle la vuelta a aquella m¨¢xima sobre la memoria de los escritores del poeta W. H. Auden: hay muchos c¨®micos injustamente olvidados, pero ninguno ¨Dni Belushi, ni Charlie Kaufman, ni Chevy Chase, que asisti¨® a la gala del domingo, pero ya no est¨¢ para hablar en p¨²blico¨D es injustamente recordado.
Cuando las velas del cumplea?os se apagaron, los debates sobre el estado de salud del programa, casi tan viejos como el propio programa, segu¨ªan all¨ª. Puede que se haya volcado en los ¨²ltimos tiempos demasiado en las imitaciones y en la pol¨ªtica estadounidense (?o no ser¨¢ que esta se ha convertido en uno de sus gags?). Puede tambi¨¦n que haya perdido en irreverencia, influencia contracultural e impacto, pero ?no los ha perdido de parecida manera la televisi¨®n tradicional como medio en un tiempo en que el mercado de la atenci¨®n se ha convertido en un salvaje zoco sin ley?
A SNL lo salva, al menos, que siempre que uno cree que la salida de un c¨®mico ser¨¢ el final de todo (adi¨®s, Kate Mckinnon, en 2022), siempre acaban llegando al rescate otros igual de tronchantes (hola, Bowen Yang y Ewo Nwodim). Tambi¨¦n, que su material hace buen caldo en las redes sociales, donde su audiencia se multiplica gracias a una legi¨®n de espectadores que lo consumen troceado. A esos espectadores les tranquilizar¨¢ saber que hay mucho que compartir de la gala conmemorativa emitida este domingo. Un d¨ªa tan bueno como otro cualquiera para celebrar el milagro del s¨¢bado noche, de la adrenalina del directo y del poder de la risa, que no cesa medio siglo despu¨¦s.