Nacer sin brazos ni piernas: el joven que le recuerda a Estados Unidos la desprotecci¨®n de sus campesinos
Carlos Candelario naci¨® sin extremidades despu¨¦s de que su madre campesina estuviera expuesta a pesticidas durante el embarazo. Su historia recuerda la vulnerabilidad de los trabajadores que alimentan a la mayor econom¨ªa del mundo
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Carlos Candelario naci¨® el 17 de diciembre de 2004 sin brazos ni piernas. Pas¨® a?os tratando de comprender por qu¨¦ le toc¨® a ¨¦l. Ley¨® sobre su historia y la de otros, y tras ver el impacto que su caso hab¨ªa causado en Estados Unidos, encontr¨® la respuesta: los pesticidas. Su madre, Francisca Herrera, hab¨ªa estado expuesta a c¨®cteles de qu¨ªmicos mientras trabajaba en campos de tomate de la empresa Ag-Mart en Florida y Carolina del Norte. Sin saberlo, para ese tiempo ella estaba en el primer trimestre de su embarazo, cuando deb¨ªan formarse el cerebro, la m¨¦dula espinal, el coraz¨®n y las extremidades de Carlos. Con ayuda de un abogado, la familia demand¨® a la empresa.
El pediatra John Reigart fue consultado como experto en este caso. En sus encuentros con Francisca Herrera, ella le cont¨® que en las granjas de Ag-Mart los trabajadores eran rociados casi todos los d¨ªas con qu¨ªmicos y que quienes se sent¨ªan mal no eran llevados al m¨¦dico, sino que sus jefes les ped¨ªan sentarse por un rato, tomar agua y volver a la faena. ¡°Estuvieron gravemente expuestos a pesticidas y no recibieron atenci¨®n m¨¦dica en el terreno¡±, explic¨® Reigart.
Seg¨²n el abogado de Candelario, Andy Yaffa, se determin¨® que la empresa hab¨ªa usado 18 pesticidas en sus cultivos: seis de ellos eran toxinas conocidas por causar defectos de nacimiento. Explic¨® que las reglas y regulaciones para su uso no se cumplieron. ¡°Hubo una larga lista de actos negligentes cometidos por Ag-Mart en lo que respecta a Carlitos¡±, dijo.
Donald Long, el presidente de la empresa, asegur¨® en una declaraci¨®n jurada en 2006 que ellos desconoc¨ªan el da?o que pod¨ªan causar estos pesticidas, que no eran cient¨ªficos: ¡°Estamos trabajando seg¨²n lo que estipulan las etiquetas y seguimos sus recomendaciones. La etiqueta no dice: ¡®No permitir que mujeres embarazadas trabajen en esto¡¯, aunque tiene la advertencia de que puede causar problemas. Pero no dice espec¨ªficamente: ¡®No permita que mujeres embarazadas trabajen¡±.
Todos los d¨ªas, Francisca Herrera y otras mujeres ¡ªalgunas embarazadas¡ª entraban limpias a los campos y sal¨ªan mojadas de pesticidas sin que nadie les informara de los riesgos de aquella exposici¨®n. ¡°Esta empresa no le dijo nada a Francisca ni a ninguna de las mujeres que estaban trabajando en los campos. No les dieron opciones¡±, conden¨® Yaffa. Despu¨¦s de Carlos Candelario, otras campesinas dieron a luz a m¨¢s beb¨¦s con malformaciones.
El diario The Palm Beach Post abri¨® su portada del 13 de marzo de 2005 con la historia de Francisca Herrera. ¡°La gente ha mencionado que quiz¨¢s lo que nos pas¨® tiene que ver con los qu¨ªmicos. Pero realmente no s¨¦ nada. Me gustar¨ªa entenderlo¡±, declar¨® Herrera al peri¨®dico. Univision Noticias intent¨® entrevistar a ejecutivos de Ag-Mart, pero no obtuvo respuesta.
¡°No les dieron opciones¡±
Ese mismo mes, ese diario de Florida report¨® el nacimiento de otros dos ni?os con otras condiciones. Jes¨²s Navarrete naci¨® el 4 de febrero de 2005 con la mand¨ªbula poco desarrollada. Se cree que sobrevivi¨®. El tercer ni?o naci¨® el 6 de febrero de 2005, pero muri¨® tres d¨ªas despu¨¦s por ¡°masivos defectos de nacimiento¡±, cont¨® el peri¨®dico. Inclu¨ªan labio y paladar hendido, ausencia de ¨®rganos sexuales visibles y un solo ri?¨®n.
Las madres de los tres beb¨¦s viv¨ªan en el mismo campo propiedad de Ag-Mart y a escasos metros de distancia. Todas hab¨ªan piscado tomates en los mismos cultivos de la empresa en Carolina del Norte y Florida.
¡°Quiero que la gente entienda que los pesticidas pueden generar consecuencias desastrosas¡±, dijo Carlos Candelario a Univision Noticias. En su an¨¢lisis sobre el caso de este joven, el pediatra Reigart encontr¨® que algunos de los plaguicidas aplicados por la empresa en sus campos hab¨ªan sido vinculados con defectos de nacimiento ¡ªsimilares a los que sufrieron ¨¦l y los otros ni?os¡ª en estudios experimentales con animales.
El especialista recuerda su encuentro con abogados de la empresa. ¡°Me miraron y me dijeron: ¡®El hecho de que ocurra en animales no quiere decir que pueda ocurrir en la gente¡¯. Les respond¨ª que por supuesto eso no era cierto, porque toda la regulaci¨®n para el uso de pesticidas en Estados Unidos se basa en la experimentaci¨®n en animales y, si ellos muestran efectos, entonces no se otorgan las licencias¡±.
En 2005, las autoridades sanitarias y agr¨ªcolas de Carolina del Norte y Florida investigaron la exposici¨®n a pesticidas de Francisca y las otras madres en un periodo fundamental para el desarrollo fetal.
Para hacer su an¨¢lisis, utilizaron los registros de la empresa sobre los pesticidas que se aplicaron y las fechas y campos en los que trabajaron. Pero los datos entregados por Ag-Mart y los recabados por las autoridades estaban incompletos, lo que no les permiti¨® a las agencias demostrar la relaci¨®n entre la exposici¨®n de Francisca y los defectos de nacimiento de Carlos.
A pesar de eso, aseguraron que el caso mostr¨® la necesidad de reducir la exposici¨®n a pesticidas entre trabajadores del campo y los riesgos de no seguir las instrucciones de la etiqueta.
Tras un acuerdo entre la familia y la empresa productora de tomates Ag-Mart, en 2008 Carlos Candelario recibi¨® un fideicomiso que cubrir¨¢ sus gastos de por vida. Este acuerdo alivi¨® la situaci¨®n de la familia, que qued¨® sin trabajo con el inicio de las denuncias y hab¨ªa tenido incluso que vivir en albergues de personas sin hogar.
El caso de Carlos permiti¨® a los activistas sumar evidencias para demostrar por qu¨¦ era importante tener una mayor regulaci¨®n para proteger a los trabajadores campesinos.
La activista Jeannie Economos, coordinadora de un proyecto de la Asociaci¨®n de Trabajadores del Campo en Florida que busca ense?arles c¨®mo protegerse de los plaguicidas, explic¨® que, las protecciones que se daban en ese momento a los campesinos con el Worker Protection Standard (el marco regulatorio que ampara a los trabajadores del campo frente a la exposici¨®n a pesticidas) eran ¡°m¨ªnimas¡±: contemplaban el entrenamiento de los trabajadores en pesticidas cada cinco a?os y no exig¨ªa que los empleadores notificaran con carteles si un campo hab¨ªa sido rociado ni tampoco les ordenaba preservar el registro detallado de los pesticidas aplicados.
En 2015 eso cambi¨®: se orden¨® que los entrenamientos se realizaran cada a?o, que los empleadores notificaran si un campo era rociado y en cu¨¢nto tiempo pod¨ªan entrar los trabajadores; y tambi¨¦n que se mantuviera un registro detallado de los pesticidas aplicados.
Un experimento
Casi 20 a?os despu¨¦s de ese caso emblem¨¢tico, Economos cree que los campesinos en Estados Unidos a¨²n no tienen las protecciones que necesitan y que se sienten menospreciados: ¡°Los trabajadores del campo nos han dicho que sus empleadores se preocupan m¨¢s por sus plantas que por ellos, que se preocupan m¨¢s por la l¨ªnea de producci¨®n que por sus vidas¡±.
A lo largo de dos a?os, Univision Noticias convers¨® con m¨¢s de una treintena de trabajadores en Carolina del Norte, Florida, Michigan e Illinois para entender la exposici¨®n a pesticidas en sus labores del d¨ªa a d¨ªa. Estos contaron que pueden ser rociados mientras piscan vegetales y frutas o mientras limpian la maleza en campos y viveros.
No todos los incidentes llegan a ser investigados porque los campesinos prefieren callar por miedo a represalias o a ser discriminados; porque transcurre mucho tiempo entre el suceso y la denuncia y no recaban evidencias tan simples como la ropa mojada de qu¨ªmicos; o porque desconf¨ªan de las instituciones, que pocas veces castigan a los patrones cuando rompen las normas. Seg¨²n la agencia de protecci¨®n ambiental de EE UU, EPA, en casi 60% de los casos los castigos se quedan en advertencias y apenas en 8% se imponen multas, por lo general de cientos de d¨®lares.
Univision Noticias tambi¨¦n entrevist¨® al menos a 15 expertos que ayudaron a identificar una herramienta cient¨ªfica, cuyo uso es in¨¦dito en periodismo, para explorar algunos de los pesticidas a los que est¨¢n expuestos los campesinos en su entorno diario.
Eran brazaletes de silicona capaces de detectar hasta 75 pesticidas que fueron colocados por al menos cinco d¨ªas en 10 trabajadores del campo ¡ªindocumentados o con visas temporales de trabajo, H-2A¡ª que trabajaban en cultivos de manzana, calabaza, ar¨¢ndanos o tabaco y tambi¨¦n en viveros de Florida, Michigan y Carolina del Norte.
Todos los brazaletes registraron pesticidas, 18 en total, similares a los reportados por estudios cient¨ªficos en poblaciones m¨¢s grandes. Con la ayuda de una toxic¨®loga y dos antrop¨®logos m¨¦dicos, Univision Noticias analiz¨® los resultados. Los expertos advirtieron que estos deb¨ªan ser vistos como una fotograf¨ªa de los plaguicidas a los que estuvieron expuestos en su entorno, pero que no mostraban cu¨¢nto del pesticida hab¨ªa entrado en sus cuerpos.
Las pulseras de tres de esos campesinos registraron exposici¨®n a organofosforados, una clase de pesticidas relacionada con un mayor riesgo de padecer c¨¢ncer, problemas reproductivos y enfermedades neurol¨®gicas.
Cuatro pulseras mostraron exposici¨®n a dos organoclorados prohibidos hace d¨¦cadas: 4,4¡äDDE y trans-nonaclor. Linda Forst, m¨¦dica y profesora de salud ocupacional y ambiental de la Universidad de Illinois, en Chicago, explic¨® que eso no quiere decir que los organoclorados hayan sido utilizados en la actualidad. Aparecieron en el an¨¢lisis porque son qu¨ªmicos que ¡°persisten¡± por a?os en el ambiente.
Dos brazaletes detectaron clorpirifos en un per¨ªodo en que estaba prohibido en cultivos alimenticios en todo Estados Unidos. Estudios cient¨ªficos lo han relacionado con da?os en el desarrollo neurol¨®gico de los ni?os.
Sara Quandt, antrop¨®loga m¨¦dica y profesora em¨¦rita de la escuela de Medicina de la Universidad Wake Forest, explic¨® que es dif¨ªcil saber d¨®nde estuvieron expuestos al clorpirifos. Este pesticida puede permanecer por a?os en entornos sin acceso al sol o la lluvia, dos elementos que contribuyen con su degradaci¨®n.
¡°Pudo haber sido aplicado al cultivo en el que estuvieron trabajando, pero tambi¨¦n pudo haber sido detectado en sus viviendas, en sus veh¨ªculos, en cualquier otro lugar en el que estuvieron mientras usaron los brazaletes¡±, dijo Quandt.
Todos los trabajadores estuvieron expuestos a piretroides, una clase de insecticida cada vez m¨¢s usada en agricultura, asociada con efectos adversos para los sistemas cardiovascular y nervioso.
Un sistema con fallas
Jeannie Economos asegura que, en sus conversaciones con campesinos en Florida, le han contado que los m¨¦dicos en zonas rurales no est¨¢n formados para reconocer o indagar ni siquiera en el origen de una erupci¨®n causada por pesticidas. As¨ª que les prescriben pomadas para dermatitis, les dan luz verde para volver al trabajo al d¨ªa siguiente y no queda registro oficial ni de la exposici¨®n a los qu¨ªmicos ni del incidente laboral. Activistas en otros Estados narraron lo mismo.
Luego est¨¢n los efectos de los pesticidas a largo plazo. Expertos aseguran que han conocido a campesinos que han dedicado su vida al trabajo agr¨ªcola y que con los a?os han enfermado de c¨¢ncer, lupus o artritis reumatoidea; han visto a hijos de campesinos con problemas de aprendizaje o autismo. Todas ellas son condiciones que la investigaci¨®n cient¨ªfica ha relacionado con distintos plaguicidas.
¡°No existe un sistema para rastrear la exposici¨®n a lo largo del tiempo. As¨ª que si desarrollan Parkinson a sus 70 o 60 a?os, no hay manera de conectarlo con los pesticidas que sintieron al comenzar su carrera¡±, precis¨® Quandt.
Algunos de los campesinos entrevistados para este reportaje enfermaron de c¨¢ncer o tuvieron erupciones tan severas que requirieron tratamiento quimioter¨¢pico. Algunos de ellos siguen expuestos a pesticidas mientras trabajan en la agricultura. No tienen otra opci¨®n para mantener a sus familias.
Activistas como Jeannie Economus han sentido impotencia ante la falta de respuestas para las v¨ªctimas. Dice que tuvo que distanciarse del trabajo con campesinos por unos cinco a?os porque sent¨ªa ganas de llorar cuando le ped¨ªan ayuda y no pod¨ªa darla: ¡°?Sabes lo que significa tener el t¨ªtulo de coordinador de un proyecto de seguridad en pesticidas y salud ambiental, mirar a la cara a un trabajador del campo que me est¨¢ contando su exposici¨®n a pesticidas y decirle que no puedo hacer nada para ayudarlo? Es descorazonador¡±.
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