Clordecona: c¨®mo un pesticida prohibido sigue envenenando las Antillas francesas
En los a?os ochenta, Francia permiti¨® el uso de este plaguicida, que ya se hab¨ªa prohibido en Estados Unidos tras demostrarse que era nocivo. El insecticida fue intensamente empleado en las islas de Martinica y Guadalupe donde a¨²n hoy est¨¢n pagando las consecuencias sanitarias y ambientales
Todo empez¨® como un principio de agotamiento a finales de 2019. A Patrick Dantin le resultaba dif¨ªcil trabajar en las plantaciones o realizar las tareas dom¨¦sticas. Josette Dantin pensaba que a su marido le pasaba algo muy grave, pero los m¨¦dicos de la caribe?a isla de Martinica afirmaban lo contrario. Durante unas vacaciones en Normand¨ªa, se dio cuenta con consternaci¨®n de que su esposo ya no pod¨ªa caminar y finalmente insisti¨® en otra opini¨®n m¨¦dica en la Francia metropolitana.
As¨ª, Patrick Dantin, de 59 a?os y natural de Martinica, uno de los territorios franceses de ultramar, descubri¨® en el hospital Salp¨ºtri¨¨re de Par¨ªs que padec¨ªa un raro c¨¢ncer de la sangre: la macroglobulinemia de Waldenstr?m. Seg¨²n los m¨¦dicos del centro, la causa hab¨ªa que buscarla en la larga serie de pesticidas que hab¨ªa utilizado como trabajador bananero. Dantin tuvo que dejar de trabajar en las plantaciones de pl¨¢tanos con efecto inmediato. Le esperaban a?os de quimioterapia para ralentizar el curso de una enfermedad incurable. ¡°Le vi convertirse en un hombre que no conozco¡±, dice la mujer, sentada junto a su marido en la peque?a estancia que habitan en la zona de Lamentin, al norte de la isla.
Ambos parecen cansados. Hoy, Dantin padece anemia, fatiga y dolores en las manos y pies discapacitantes, como consecuencia de su enfermedad. Su vida ha cambiado mucho, su espacio vital se reduce al per¨ªmetro entre el sal¨®n y la terraza de su vivienda, donde las vistas son las de siempre. En el horizonte exuberantes plataneras se difuminan poco a poco en el azul del Atl¨¢ntico.
En la isla, alrededor del 90% de la poblaci¨®n tiene un nivel detectable de mol¨¦culas t¨®xicas en la sangre. Seg¨²n un grupo de cient¨ªficos del centro de investigaci¨®n de la Facultad de Medicina del Instituto Nacional de Salud e Investigaciones M¨¦dicas de Guadalupe (INSERM), en las Antillas Francesas, esta es la raz¨®n por la que la regi¨®n ostenta, con un margen significativo, el r¨¦cord de la tasa m¨¢s alta de c¨¢ncer de pr¨®stata del mundo, junto con niveles relevantes de Parkinson, nacimientos prematuros y da?os cerebrales infantiles. Las investigaciones est¨¢n todav¨ªa en curso por lo que se refiere a la endometriosis y el c¨¢ncer de mama. Seg¨²n los estudios del doctor Luc Multigner, estas enfermedades est¨¢n relacionadas con el uso de pesticidas, sobre todo los que contienen clordecona, como es el caso de Patrick Dantin, cuya dolencia est¨¢ reconocida por el Estado como una consecuencia del uso de esta sustancia.
Un esc¨¢ndalo franc¨¦s
El pr¨®ximo 29 de febrero, el Parlamento franc¨¦s debatir¨¢ sobre la responsabilidad de Francia en el esc¨¢ndalo causado por el uso de clordecona gracias a un proyecto de ley firmado por 35 diputados del grupo socialista. El texto se basa en el reconocimiento de la culpabilidad del Estado en el desastre sanitario y medioambiental, y en el establecimiento de normas precisas sobre la descontaminaci¨®n de la tierra y el agua. ¡°Este proyecto de ley es un primer paso esencial que deber¨¢ completarse¡±, reza el documento.
El presidente Emmanuel Macron ya hab¨ªa admitido en 2018, durante una visita a Martinica, la responsabilidad de la Rep¨²blica Francesa en este esc¨¢ndalo. Para muchos, se trat¨® de una admisi¨®n parcial que lleg¨® demasiado tarde y sin nombrar a ning¨²n culpable. ¡°El Estado siempre ha tenido miedo de revelar un problema cuando no tiene la soluci¨®n y le plantea dificultades econ¨®micas¡±, afirma Eric Godard, antiguo funcionario de la Direcci¨®n Departamental de Sanidad y Asuntos Sociales en los territorios franceses de ultramar.
En respuesta a las cr¨ªticas, el Estado elabor¨® el plan clordecona, un paquete de ayudas para paliar los efectos del pesticida mediante inversiones en el territorio afectado, al que destinar¨¢ 130 millones de euros entre 2021 y 2027. Seg¨²n los activistas del colectivo de los trabajadores envenenados por la clordecona, esta suma es irrisoria. Francia ha presupuestado 1.400 millones de euros para limpiar un solo r¨ªo, el Sena, con motivo de los Juegos Ol¨ªmpicos, ejemplifican.
Sin embargo, el plan incluye el acceso al fondo nacional de indemnizaci¨®n para las v¨ªctimas de pesticidas, a trav¨¦s del cual, los afectados pueden obtener una pensi¨®n compensatoria. Tras conocer la noticia sobre este mecanismo por televisi¨®n, en 2022, la familia Dantin se puso inmediatamente en contacto con un abogado para que les ayudara con los tr¨¢mites. Con 30 a?os de experiencia en plaguicidas y certificados m¨¦dicos en la mano, Patrick Dantin cumpl¨ªa todos los requisitos, entre los que se incluyen que las v¨ªctimas sean capaces de probar sus experiencias de trabajo en las que tuvieron contacto con los pesticidas y que padecen una enfermedad profesional. Una vez obtenida la indemnizaci¨®n, a Dantin le quitaron la pensi¨®n de invalidez que recib¨ªa hasta entonces. ¡°Al final, recibe pr¨¢cticamente la misma suma de dinero, es otro enga?o m¨¢s¡±, comenta su abogada Virginie Mousseau. Pero hay esperanza para la familia: el nuevo proyecto de ley prev¨¦ tambi¨¦n la creaci¨®n de un fondo espec¨ªfico para las v¨ªctimas de la clordecona, dadas las ¡°cifras irrisorias¡±, como reza el texto, de indemnizaciones del fondo existente.
Desastre medioambiental en ciernes
Patentada en la d¨¦cada de los setenta, la clordecona es un compuesto org¨¢nico utilizado como base para diversos insecticidas. Originalmente un invento estadounidense, se prohibi¨® r¨¢pidamente en Estados Unidos despu¨¦s de que docenas de trabajadores de una f¨¢brica de Virginia presentaran temblores severos y un alarmante cuadro cl¨ªnico en 1975.
Poco despu¨¦s, muchos Estados europeos ilegalizaron la venta de clordecona, pero no Francia. A pesar de las advertencias del Centro Internacional para la Investigaci¨®n del C¨¢ncer sobre el potencial cancer¨ªgeno de la clordecona y de las reticencias que expresaron algunos expertos ya en 1979, el El¨ªseo aprob¨® provisionalmente su venta. As¨ª, en 1981, apenas seis a?os despu¨¦s del incidente estadounidense, los pesticidas con clordecona entraron en el mercado de los territorios franceses de ultramar. Los agricultores, que luchaban contra la invasi¨®n del picudo del pl¨¢tano, los acogieron con entusiasmo.
Las autoridades locales han impuesto estrictas restricciones a la agricultura y la pesca locales. M¨¢s del 70% de los alimentos que consumen las Antillas proceden de la Francia continental, pero muchos no pueden pagar los productos importados
En las cartas del ministro de Agricultura guardadas en el archivo nacional de Par¨ªs, se puede leer c¨®mo los productores tem¨ªan que el mercado entrara en crisis a causa de este par¨¢sito, capaz de diezmar la producci¨®n de una platanera. En poco tiempo, la clordecona se convirti¨® en un ¨¦xito de ventas, gracias a una avalancha de publicidad que demostraba sus propiedades milagrosas contra las plagas.
En 1991 Francia prohibi¨® el uso de clordecona solamente en su territorio metropolitano. Antes de que el Gobierno franc¨¦s ampliara la medida tambi¨¦n a las islas de Martinica y Guadalupe, en 1993, m¨¢s de una sexta parte de la producci¨®n mundial de clordecona se utilizaba en las plantaciones de pl¨¢tanos de las Antillas. Tres d¨¦cadas despu¨¦s, ambas islas y sus 800.000 habitantes est¨¢n pagando las consecuencias de un desastre medioambiental y sanitario que a¨²n no ha terminado.
Seg¨²n las instituciones locales de Martinica y Guadalupe, entre el 40% y el 50% de los terrenos de las dos islas siguen contaminados. En particular, los niveles de clordecona son m¨¢s altos en los lugares donde se han cultivado pl¨¢tanos, dice la prefectura de Martinica. A trav¨¦s de las aguas subterr¨¢neas, este compuesto tambi¨¦n ha llegado a los cursos de agua y al oc¨¦ano, donde se ha depositado en el lecho marino.
Seg¨²n los informes de la Oficina Francesa de Biodiversidad y la Oficina del Agua, la clordecona sigue siendo uno de los pesticidas m¨¢s contaminantes en los r¨ªos de Martinica y Guadalupe. Lo mismo ocurre con la contaminaci¨®n en el litoral de Guadalupe: todas las playas de la isla est¨¢n en mal estado, seg¨²n su Observatorio del Agua, que toma en cuenta la directiva europea sobre la calidad del agua.
¡°La clordecona se ha compuesto qu¨ªmicamente para que no se desintegre, sin tener en cuenta el medio ambiente¡±, explica Sarra Gaspard, una de las principales investigadoras en el campo de la descontaminaci¨®n del suelo donde hay clordecona. Fue ella quien descubri¨® la ¨²nica condici¨®n que hace biodegradable la mol¨¦cula: la falta de ox¨ªgeno. Antes se calculaba que la clordecona contaminar¨ªa la tierra durante 700 a?os. Ahora las estimaciones son m¨¢s optimistas gracias a los descubrimientos de Gaspard. Es dif¨ªcil, sin embargo, estimar cu¨¢nto tiempo perdurar¨¢ esta situaci¨®n en Martinica y Guadalupe, pues la cient¨ªfica todav¨ªa est¨¢ trabajando para que sus t¨¦cnicas de descontaminaci¨®n sean efectivas en los distintos tipos de terreno. ¡°En cuanto al aspecto de la degradaci¨®n microbiol¨®gica, creo que tendremos que esperar unos 10 a?os¡±, precisa la investigadora.
Una toxicidad duradera
Para frenar el envenenamiento de la poblaci¨®n, las autoridades locales han impuesto estrictas restricciones a la agricultura y la pesca locales. Las frutas, verduras, pescado y ganado de las proximidades de tierras y aguas contaminadas pueden estar ¡°clordecontaminados¡±, es decir, contener clordecona por encima de los niveles autorizados por la Uni¨®n Europea. Por tanto, m¨¢s del 70% de los alimentos que consumen las Antillas proceden de la Francia continental. Sin embargo, estos productos importados tienen un coste prohibitivo que una parte considerable de la poblaci¨®n no puede permitirse.
Seg¨²n el Insituto Nacional de Estad¨ªstica frances (INSEE), los alimentos cuestan en Martinica y Guadalupe casi el doble que en Francia. Para cerca de un tercio de los ciudadanos que viven por debajo del umbral de pobreza, no queda m¨¢s remedio que beber agua de manantial y comer productos de su propio huerto o del mercado local, que escapan a los controles de las autoridades competentes. As¨ª, muchos residentes podr¨ªan seguir intoxic¨¢ndose con los alimentos y el agua que consumen. La exposici¨®n cr¨®nica es muy peligrosa, advierte el doctor Luc Multigner, puesto que las cantidades ingeridas se acumulan en el organismo, que tarda entre 16 y 24 meses en excretar cualquier cantidad de clordecona.
La clordecona se ha compuesto qu¨ªmicamente para que no se desintegre, sin tener en cuenta el medio ambienteSarra Gaspard, investigadora de la descontaminaci¨®n del suelo
Tanto Josette Dantin como sus cuatro hijos tienen niveles de clordecona en sangre superiores al l¨ªmite de seguridad establecido por el Gobierno franc¨¦s, explica ella. ¡°No nos rendimos, pero es muy dif¨ªcil¡±, dice la mujer. El hecho de que la pareja est¨¦ decidida a no olvidar incomoda a otros trabajadores del sector. ¡°Si atacas al jefe, te costar¨¢ caro¡¯, me dijeron¡±, recuerda Patrick Dantin. Una frase prof¨¦tica: el 9 de febrero, tuvo que ir a juicio contra su antiguo jefe, que hasta ahora le ha pagado parte de la baja por enfermedad. ¡°Quiere que vuelva a trabajar¡±, explica el martiniqu¨¦s. Como ¨¦l, muchos antiguos trabajadores sufren la presi¨®n de sus comunidades para no emprendar acciones contra los empresarios, sobre todo de las que a¨²n viven dentro de las plantaciones.
A pesar de todo, Dantin sigue reuniendo pruebas para engrosar la carpeta que guarda bajo el televisor con todos los documentos de su caso. Temik, curlone, kepone... Patrick Dantin ha escrito todos los nombres de los pesticidas a base de clordecona que ha esparcido a lo largo de los a?os con grandes letras en bol¨ªgrafo, en una hoja de papel ahora arrugada por el tiempo. A pesar de todo, piensa en el d¨ªa en que su familia obtendr¨¢ justicia.
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