Trampas en ajedrez de ayer, hoy y ma?ana
El esc¨¢ndalo provocado por el campe¨®n Carlsen al acusar sin pruebas a Niemann resalta los peligros de la tecnolog¨ªa revolucionaria


Como ocurre con el dopaje en los dem¨¢s deportes, la ciencia va por delante de la ley en las trampas en ajedrez con ayuda de potentes computadoras. El actual campe¨®n del mundo, Magnus Carlsen, ha insinuado con esc¨¢ndalos que el estadounidense Hans Niemann, de 19 a?os, jug¨® sucio para ganarle. El acusado admite que lo hizo entre los 13 y los 17, pero no ahora, y el noruego no ha aportado un solo indicio s¨®lido. Las trampas ya exist¨ªan en el siglo XVIII, y todo indica que aumentar¨¢n cuando los chips se conecten con el cerebro.
Si el reputado ingeniero e inventor austro-h¨²ngaro Wolfgang von Kempelen (1734-1804) saliera hoy de su tumba, esbozar¨ªa probablemente una sonrisa de gran satisfacci¨®n al ver el esc¨¢ndalo de Carlsen. Sobre todo en su ramificaci¨®n m¨¢s chirriante, sustentada por el magnate Elon Musk (Tesla): Niemann habr¨ªa usado unos dispositivos anales, conectados con alguien que segu¨ªa la partida en directo por internet con ayuda de computadoras que calculan millones de jugadas por segundo, para que le dijeran cu¨¢l era su mejor movimiento. Tal excentricidad es t¨¦cnicamente posible, pero absurda, porque se podr¨ªa lograr lo mismo con un simple microauricular escondido en el o¨ªdo de Niemann que pasar¨ªa sin problemas por los detectores de metales que utilizan los ¨¢rbitros de los torneos importantes.
?Por qu¨¦ sentir¨ªa Kempelen, a quien Edgar Allan Poe dedic¨® un ensayo, un subid¨®n en su autoestima? Porque su vistosa m¨¢quina, El Turco, vestida con ropas turcas, hizo furor jugando al ajedrez en diversas cortes europeas, donde derrot¨® a Napole¨®n y Catalina La Grande, entre otros. Y m¨¢s tarde, en una gira por Am¨¦rica, con Kempelen ya fallecido, a Benjamin Franklin y muchos m¨¢s.
La trampa era un ajedrecista de alto nivel y muy baja estatura escondido en el interior. No se descubri¨® durante decenios por la gran inteligencia de Kempelen, quien, gracias a un preciso juego de espejos, abr¨ªa las puertas de los cuatro lados de la m¨¢quina sin que se viese nada sospechoso. Y encend¨ªa candelabros en la parte superior para disimular el humo de la vela que alumbraba al jugador oculto.
Con la tecnolog¨ªa del siglo XVIII, solo esos enga?os tan ingeniosos pod¨ªan lograr que una m¨¢quina jugase al ajedrez. Con la de principios del XX, y sin artima?a alguna, lo consigui¨® parcialmente el ingeniero Leonardo Torres-Quevedo (1852-1936), uno de los cient¨ªficos espa?oles m¨¢s brillantes de la historia ¡ªtambi¨¦n invent¨® el mando a distancia, la tecnolog¨ªa de los globos Zeppelin y el transbordador que utilizan los turistas en las cataratas del Ni¨¢gara¡ª, a pesar de que poqu¨ªsimos espa?oles saben qui¨¦n fue. Su aut¨®mata, que daba perfectamente el jaque mate de torre y rey contra rey solo, se conserva (pero no se ha restaurado) en la Universidad Polit¨¦cnica de Madrid.
Tres cuartos de siglo despu¨¦s, en 1997, ocurri¨® en Nueva York un hecho cuya importancia trascend¨ªa mucho el ¨¢mbito del ajedrez. Se disputaba la 2? partida del 2? duelo entre el campe¨®n del mundo, Gari Kasp¨¢rov, y la computadora Deep Blue, de IBM, derrotada por el sovi¨¦tico un a?o antes en Filadelfia (2-4). El ajedrecista de silicio estaba atacando al humano, quien se dispon¨ªa al contraataque. Y, de pronto, la m¨¢quina hizo algo asombroso, que dej¨® estupefactos a quienes segu¨ªamos la lucha desde la sala de prensa: en lugar de continuar con su ofensiva, intercal¨® un movimiento de bloqueo para prevenir el contragolpe. Eso es lo que probablemente hubiera hecho un jugador humano de ¨¦lite en una situaci¨®n inversa, pero jam¨¢s un inhumano hasta entonces, porque esa manera de pensar era inconcebible en una m¨¢quina.
Kasp¨¢rov sufri¨® en ese momento uno de los mayores traumas de su carrera. Acus¨® a IBM de trampa con una intervenci¨®n humana en el momento clave de esa partida, que perdi¨®. El duelo lleg¨® igualado (2,5-2,5) a la sexta y ¨²ltima, pero el campe¨®n estaba desquiciado y volvi¨® a perder, con un juego impropio de su genialidad. La noticia dio la vuelta al mundo, las acciones de IBM se dispararon y Kasp¨¢rov mont¨® un esc¨¢ndalo durante la conferencia de prensa final, insistiendo en su acusaci¨®n y exigiendo un duelo de revancha que nunca obtuvo.

Diez a?os despu¨¦s, hacia 2007, ya no hab¨ªa duda alguna de que el mejor ajedrecista del mundo era de silicio. Eso asustaba a mucha gente, por la perspectiva de que las m¨¢quinas tomasen el control del mundo, pero el ajedrez humano y de computadoras conviv¨ªan bien, como el atletismo y el ciclismo o el motociclismo con la F¨®rmula 1. Adem¨¢s, lo que IBM aprendi¨® con Deep Blue para tumbar a Kasp¨¢rov se aplic¨® despu¨¦s en campos muy importantes del c¨¢lculo molecular (fabricaci¨®n de medicamentos complejos, pron¨®stico meteorol¨®gico, planificaci¨®n de la agricultura¡). Sin embargo, surgi¨® un problema preocupante, que pon¨ªa en peligro el futuro del ajedrez como deporte: las trampas con ayuda de computadoras muy potentes.
Un jugador que dec¨ªa llamarse John Von Neumann, como el famoso matem¨¢tico h¨²ngaro que muri¨® en 1957, hab¨ªa sacudido el Open de Filadelfia de 1993 con un inquietante esc¨¢ndalo porque alternaba errores de principiante con victorias magistrales sobre algunos favoritos. En realidad, era un impostor y provocador: ni siquiera sab¨ªa las reglas, pero estaba conectado por un peque?o auricular con un amigo y un ordenador instalados en otra habitaci¨®n. El enga?o se descubri¨® porque los fallos t¨¦cnicos en la comunicaci¨®n causaban a veces jugadas espantosas.
As¨ª surgi¨® la prohibici¨®n de entrar en la sala de juego con un tel¨¦fono m¨®vil y la necesidad de que los ¨¢rbitros escaneen el cuerpo de cada participante en la entrada de los torneos importantes, entre otras medidas. Desde entonces ha habido muchos jugadores castigados en los clubes de ajedrez virtuales por internet, que han desarrollado algoritmos para cazar tramposos: si sus jugadas coinciden en un porcentaje muy alto con las que har¨ªan las m¨¢quinas, se da por seguro que est¨¢n enga?ando.
Pero nunca hasta ahora hubo un caso en la ¨¦lite mundial, porque los astros del ajedrez, que ganan dinero m¨¢s que suficiente para una vida muy placentera, saben que su carrera terminar¨ªa de inmediato si les pillan enga?ando. Lo m¨¢s cercano ocurri¨® en la Olimpiada de Ajedrez de Janti Mansiisk (Rusia, 2010), donde un miembro de la selecci¨®n francesa, Sebastian Feller (hoy es el 435? del mundo), recib¨ªa ayuda por medio del lenguaje gestual de su capit¨¢n, Arnaud Hauchard, quien a su vez estaba conectado con un compinche en Francia que segu¨ªa las partidas en directo.

Hasta que ha llegado el caso Niemann, cuyo apellido se parece por pura casualidad al del insigne Neumann. El joven estadounidense, quien ya hab¨ªa ganado a Carlsen en el torneo de partidas r¨¢pidas de Miami en agosto, volvi¨® a hacerlo en septiembre, pero esta vez en una de las competiciones (de partidas lentas) m¨¢s importantes del a?o, la Copa Sinquefield en San Luis (EE UU). El campe¨®n del mundo reaccion¨® de manera inaudita, retir¨¢ndose del torneo ¡ªno lo hab¨ªa hecho nunca en su vida¡ª y sin dar explicaciones; solo a?adi¨® a su tuit un v¨ªdeo del entrenador de f¨²tbol Jos¨¦ Mourinho en el que dice: ¡°No hablo porque si lo hago tendr¨¦ problemas graves¡±. Pero los organizadores dejaron muy claro que hab¨ªa una acusaci¨®n impl¨ªcita de trampas al decretar de inmediato que, desde la ronda siguiente, se retrasase 15 minutos la retransmisi¨®n de las partidas en directo, de tal modo que los intentos de hacer trampas no tendr¨ªan sentido porque el tramposo perder¨ªa por tiempo.
A partir de ah¨ª, el esc¨¢ndalo en redes sociales y medios de comunicaci¨®n ha sido may¨²sculo, y alimentado por otros dos hechos muy llamativos. Niemann admiti¨® en una entrevista con Chess24 (plataforma de ajedrez en internet cuyo principal accionista es Carlsen) que hab¨ªa hecho trampas en partidas por internet entre los 13 y los 16, pero no despu¨¦s (¡°aprend¨ª la lecci¨®n¡±) y jam¨¢s en partidas presenciales. Y cuando les toc¨® enfrentarse de nuevo, en un torneo r¨¢pido por internet organizado por Chess.com, que hace dos meses compr¨® Chess24, Carlsen volvi¨® a hacer algo muy antideportivo que no hab¨ªa hecho nunca: rendirse ante Niemann tras hacer un solo movimiento.
La mayor¨ªa de los grandes maestros que han opinado, incluido el excampe¨®n Gari Kasp¨¢rov, exigen que Carlsen d¨¦ explicaciones en lugar de tirar la piedra y esconder la mano. El noruego no ha dicho nada sustancial hasta el momento de escribir estas l¨ªneas, pero quiz¨¢ lo haga a partir de la noche de este domingo, cuando termine la final de ese torneo frente al indio Arjun Erigaisi. Mientras tanto, una legi¨®n de fan¨¢ticos del escandinavo muestra una confianza ciega en ¨¦l y en sus acusaciones veladas, a pesar de que su comportamiento est¨¢ muy cerca de la calumnia.
M¨¢s all¨¢ del trasfondo moral del asunto, este esc¨¢ndalo es solo un anticipo del gran salto adelante: los expertos aseguran que nuestros cerebros estar¨¢n conectados a un chip, o lo tendr¨¢n insertado, antes de 10 a?os. Ser¨¢ un cambio importante en nuestras vidas y un gran avance en muchos ¨¢mbitos; por ejemplo, en la prevenci¨®n de enfermedades. Pero terminar¨¢ con el ajedrez como deporte, salvo que los ¨¢rbitros puedan desactivar ese chip mientras duren las partidas. En todo caso, esas enormidades tendr¨¢n una l¨®gica y no llegar¨¢n al extremo de lo absurdo, como ocurri¨® hace unos d¨ªas, cuando Niemann, ante las acusaciones de haberse metido algo en el ano, dijo: ¡°Estoy dispuesto a jugar desnudo¡±.
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