La violencia impide a Colombia proteger diez parques nacionales de la Amazonia
Las amenazas de los grupos guerrilleros contra los guardaparques obliga a los guardianes de las ¨¢reas protegidas a abandonar los territorios
Volar por la selva siempre es un reto. El piloto, un excoronel brasile?o, al acercarse al majestuoso r¨ªo Pur¨¦ baja de mil a mil quinientos metros de altura. El r¨ªo atraviesa la frontera entre Colombia y Brasil, un lugar que se ha vuelto estrat¨¦gico para la miner¨ªa ilegal y el narcotr¨¢fico. En su cauce se pueden contar m¨¢s de 30 embarcaciones mineras sacando oro ilegalmente de sus aguas. Incansables, se les ve trabajar desde la avioneta del coronel.
Justo en esa zona, Parques Nacionales de Colombia construy¨® en 2015 una caba?a llamada Puerto Franco en honor al investigador Roberto Franco, el primero en descubrir pueblos ind¨ªgenas aislados en Colombia, personas que durante los ¨²ltimos siglos han decidido no tener ning¨²n contacto con la civilizaci¨®n occidental. Desde el aire, ahora solo se puede ver lo que queda de los techos y los cimientos de la caba?a construida en honor a Franco. Los grupos armados ilegales la quemaron durante la pandemia porque no quer¨ªan nada que hiciera al Gobierno presente en la zona.
Esta caba?a ten¨ªa un prop¨®sito muy importante: proteger a los ind¨ªgenas aislados de la Amazonia colombiana. En lo m¨¢s profundo de la selva amaz¨®nica, muy cerca de Puerto Franco, viven los Yuri, un grupo ind¨ªgena que vive en aislamiento voluntario.
Para su protecci¨®n, se cre¨® el Parque Nacional R¨ªo Pur¨¦, y con mucho esfuerzo se construy¨® la caba?a m¨¢s apartada que exist¨ªa en Colombia. En esta peque?a maloca viv¨ªa el guardaparques Luis Rivas, de 70 a?os, un sabedor tradicional de la etnia cubeo que era el encargado de mantener alejados a los mineros ilegales, los narcotraficantes y los guerrilleros de los ind¨ªgenas aislados.
Una noche, en plena pandemia, Rivas so?¨® que estaba en peligro y pidi¨® a los funcionarios de Parques que lo sacaran de la zona. Cuando lleg¨® al pueblo m¨¢s cercano, se contagi¨® de Covid y muri¨®. Tiempo despu¨¦s, funcionarios de Parques Nacionales se enteraron de la destrucci¨®n de Puerto Franco en un sobrevuelo por el r¨ªo Pur¨¦. Desde la pandemia no pueden acceder a las ¨¢reas protegidas en la Amazonia a causa de las amenazas de los grupos ilegales que ahora dominan este territorio.
Los guardaparques de este parque nacional, como los de otros nueve de la Amazonia colombiana, que abarca casi 15 millones de hect¨¢reas, tuvieron que salir de su territorio de un d¨ªa para otro. ¡°Nos toc¨® mandar un avi¨®n y sacar a todo el mundo. No hab¨ªa tiempo, nos hab¨ªan amenazado¡±, relata un exalto cargo de Parques Nacionales que prefiere no dar su nombre por temor a represalias de la guerrilla. Este exfuncionario cree que estas amenazas responden a la puesta en marcha por parte del Gobierno de la estrategia Artemisa, un programa para frenar la deforestaci¨®n en la Amazonia.
En 2020, y por segundo a?o consecutivo, Colombia fue el pa¨ªs m¨¢s peligroso para ejercer la defensa del ambiente y del territorio con 65 asesinatos a l¨ªderes medioambientales, seg¨²n la ONG brit¨¢nica Global Witness.
Aunque esta crisis viene gest¨¢ndose desde hace d¨¦cadas, ha empeorado desde la firma del Acuerdo de Paz entre el Gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC en 2016. ¡°Las organizaciones que intentan proteger la Amazonia, entraron en conflicto con los intereses de estos grupos poderosos y, como consecuencia, se han convertido cada vez m¨¢s en blancos de ataques¡±, explica Juan Carlos Garz¨®n, investigador de la Fundaci¨®n Ideas para la Paz.
¡°Yo estoy amenazado por la guerrilla¡±, asegura el antrop¨®logo Armando, de 45 a?os, que prefiere no dar su nombre real precisamente por este motivo. Camina por la regi¨®n amaz¨®nica con un esquema de seguridad desde que denunci¨® ante el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparaci¨®n y no Repetici¨®n en 2020 que el grupo guerrillero Carolina Ram¨ªrez lleg¨® un d¨ªa a la caba?a de parques donde ¨¦l trabajaba y les dijo que ten¨ªan que salir. ¡°Nos dijeron que le hab¨ªan declarado la guerra a Parques y que no quer¨ªan blancos uniformados en las ¨¢reas protegidas¡±, recuerda.
Les robaron la gasolina, las c¨¢maras, las computadoras y todo el material que usaban para estudiar el terreno. ¡°Solo nos dejaron una peque?a lancha con un motor para que sali¨¦ramos¡±, asegura Armando, quien decidi¨® salir tan pronto como pudo al ver su vida en peligro. Desde ese momento, hace dos a?os, cada vez que ha intentado volver, las amenazas siempre han regresado con ¨¦l.
A cargo del parque quedaron los funcionarios ind¨ªgenas de su confianza. Armando, desde la distancia, intent¨® seguir liderando los proyectos como pudo. Sin embargo, hace poco decidi¨® dejar su cargo: la situaci¨®n, asegura, cada vez era m¨¢s frustrante. Armando hizo parte de un grupo de guardaparques que llev¨® ante la Comisi¨®n de la Verdad y la Jurisdicci¨®n Especial para la Paz un informe en el que ped¨ªan ser reconocidos como v¨ªctimas del conflicto armado. ¡°Nos sacaron amenazados y todo qued¨® abandonado. Siento mucha impotencia¡±, asegura. ?Qu¨¦ hizo Parques Nacionales con aquellos que est¨¢n amenazados por tratar de cuidar de un territorio que es de todos?, se pregunta aunque sabe la respuesta: nada. Entre 1994 y 2020, han sido asesinados 12 guardaparques, seg¨²n datos oficiales.
La subdirectora de Parques Nacionales de Colombia, Carolina Jarro, explica que en este momento tienen presiones muy fuertes de la miner¨ªa ilegal, un negocio que estiman que representa cerca de tres billones de pesos colombianos en ganancias para los grupos criminales cada a?o. Se trata de un dinero, adem¨¢s, que sirve para lavar los recursos obtenidos con el narcotr¨¢fico: ¡°Se ha intentado controlar la presi¨®n de la miner¨ªa ilegal en el r¨ªo Pur¨¦ porque ah¨ª est¨¢n los grupos ind¨ªgenas no contactados. All¨ª se hab¨ªa instalado la caba?a de Puerto Franco como parte del esquema de control, pero hace un a?o nos quemaron la caba?a y eso ha limitado nuestra presencia en el territorio¡±, resume Jarro.
La subdirectora denuncia adem¨¢s que, lejos de conformarse con amenazar a los guardaparques, la guerrilla est¨¢ utilizando algunas caba?as de la organizaci¨®n en donde les han robado el material con el que trabajaban: ¡°Los grupos al margen de la ley prefieren no tener a nadie que vea lo que sucede, por eso nos echaron. Por ahora, lo que hemos hecho es denunciar la situaci¨®n para que el Gobierno les brinde protecci¨®n¡±.
Aunque los funcionarios en este momento no puedan estar a tiempo completo dentro de los parques, emplean tecnolog¨ªa de sensores remotos para controlar la actividad que se desarrolla en estas ¨¢reas protegidas. ¡°Podemos ver cu¨¢ndo la guerrilla hace una casa, cu¨¢ndo crea una camino. As¨ª, podemos interponer denuncias penales sobre el da?o que se est¨¢ haciendo. No hemos abandonado el lugar, nos toca salir por protecci¨®n. Pero siempre estamos vigilando¡±, asegura Jarro.
Juana ha trabajado como funcionaria en un parque de la regi¨®n amaz¨®nica durante los ¨²ltimos 10 a?os. Licenciada en Sociolog¨ªa, pas¨® por todas las instancias intermedias de la administraci¨®n antes de llegar a ser jefa de una zona concreta que no puede revelar por hallarse bajo amenaza de la guerrilla. Entre sus principales misiones destacaba proteger a un grupo de ind¨ªgenas que abandon¨® su aislamiento desde hace algunos a?os, pero que tuvieron una experiencia muy traum¨¢tica tras ser esclavizados por los mineros y los caucheros que explotaban los recursos de la zona. Ahora, muchos de estos ind¨ªgenas, de la etnia nukak, han desarrollado una gran resistencia al contacto: ¡°Al comienzo, eran los propios ind¨ªgenas los que negociaban con la guerrilla para que nos dejaran entrar y trabajar con las comunidades. Nunca hubo mayor problema¡±.
Sin embargo, despu¨¦s del proceso de paz, todo cambi¨®. ¡°Me tuvo secuestrada la guerrilla durante dos d¨ªas, y despu¨¦s de eso me dijeron que no pod¨ªa volver a pisar el parque¡±, afirma Juana, que la ¨²ltima orden que recibi¨® de las disidencias de las FARC fue: ¡°Qu¨¦dese callada si no quiere que la matemos¡±.
La respuesta del Gobierno: militarizar
La ¨²nica soluci¨®n por parte del Gobierno nacional ha sido militarizar estas ¨¢reas protegidas. La famosa operaci¨®n Artemisa ha sido una de las grandes banderas de la presidencia de Duque. ¡°Hemos reducido la deforestaci¨®n en un 19% en los ¨²ltimos dos a?os y, por medio de la campa?a Artemisa, hemos ejecutado nuestra decisi¨®n de hacer de la diversidad un activo estrat¨¦gico¡±, enfatiz¨® el presidente en su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas para postularse como l¨ªder en asuntos ambientales.
Adem¨¢s, este mes el ministro de Defensa, Diego Molano, anunci¨® que se van a invertir 10.000 millones de pesos en las bases militares de La Pedrera y Tarapac¨¢ para el control de la miner¨ªa ilegal y la lucha contra el narcotr¨¢fico.
Nada de esto ha servido para nada. En un informe creado por ocho organizaciones internacionales llamado un Clima Peligroso se denuncian estos problemas. La Directora de la Sociedad Zool¨®gica de Frankfurt en Colombia, Esperanza Leal G¨®mez, asegura que ¡°la protecci¨®n de los l¨ªderes ambientales es una responsabilidad del Estado en su conjunto, no solo de una entidad, y esta debe generar las condiciones para que los trabajadores de Parques Nacionales puedan operar en el territorio sin poner su vida en peligro¡±.
Adem¨¢s, Leal explica que los guardaparques no solo son fundamentales para la conservaci¨®n del medioambiente, sino que sus acciones ayudan a conservar el territorio y a mantener a raya a quienes lo quieren explotar sin permiso de nadie: ¡°La amenaza m¨¢s latente es la disputa que se est¨¢ dando por el territorio entre varios actores armados ilegales y los civiles, que est¨¢n quedando desprotegidos¡±.
En esto coincide la directora del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) Colombia, Sandra Valenzuela, quien denuncia la degradaci¨®n ambiental que sufre la regi¨®n amaz¨®nica y el riesgo que corren quienes intentan protegerla. Mientras que estas amenazas contin¨²en los parques nacionales, sus guardaparques y los ind¨ªgenas aislados estar¨¢n en peligro. Colombia debe buscar una manera de garantizar su seguridad y as¨ª asegurar la supervivencia del pulm¨®n del mundo.
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