Palabras que matan
El riesgo que ahora vivimos los colombianos es que se repita la fuerza de la violencia pol¨ªtica, ya no en el recinto del Parlamento, sino en la calle despu¨¦s de que se resuelva en democracia quien ser¨¢ el pr¨®ximo presidente de Colombia
Colombia es el ¨²nico pa¨ªs en el que un miembro del congreso mat¨® con arma de fuego a un colega adversario pol¨ªtico en plena sesi¨®n del parlamento, al tiempo que hac¨ªa uso de la palabra. Un episodio m¨¢s de lo que se llam¨® La Violencia, una guerra civil no declarada entre liberales y conservadores en el per¨ªodo hist¨®rico que va de 1930 a 1956. Un cap¨ªtulo de las contradicciones nacionales. Cost¨® la vida de 300.000 personas.
El ambiente de la ¨¦poca no ayudaba a la armon¨ªa entre pares. El congreso era una mezcla de l¨ªderes de pensamiento diverso, enfrentados por la divisa azul y roja y el uso de palabras elocuentes, mordaces, llenas de sectarismo, estimuladas por las bebidas alcoh¨®licas y las armas de fuego escondidas discretamente bajo el chaleco de los trajes elegantes de los oradores. No hab¨ªa restricciones de requisas ni ley seca. (Colombia: defense de tirer sur les deputes) y agregaba en el pie de foto que ilustraba la noticia, ¡°no son g¨¢nsteres sino diputados del parlamento de Colombia¡±. Recientemente, los debates terminaron a balazos con saldo de un muerto y tres heridos, informaba una publicaci¨®n francesa de la ¨¦poca. (2 de octubre de 1949)
Se discut¨ªa si una ley electoral exig¨ªa mayor¨ªa absoluta o una m¨¢s calificada de las dos terceras partes. El quorum del bar se integraba y desintegraba de acuerdo con lo que estuviera pasando en el recinto. Las dos sesiones ¡ªla del bar y la del recinto¡ª avanzaron. Cerca de la media noche llegaba el turno de la palabra a los representantes Del Castillo y Jim¨¦nez. Los separa una distancia de 8 metros. Volaron dos injurias personales de calibre m¨¢s grueso que el de los rev¨®lveres. Al paso de las malas palabras, se desat¨® el abaleo. Cruzaron r¨¢fagas en todas direcciones. Primer bala en el t¨®rax del representante Jim¨¦nez. Antes de caer, Jim¨¦nez dispara dos veces, pero al parecer no hace blanco.
Para el historiador y novelista Juan Esteban Constain, el tema predominante de la literatura de Garc¨ªa M¨¢rquez es la violencia, la guerra entre liberales y conservadores. Cien a?os de Soledad es la gran novela de la violencia. El propio Gabo, antes de producir su obra magistral, se quej¨® de la literatura de la violencia en 1959. La palabra siempre es el combustible. El novel se duele de que los pol¨ªticos presionaron a los escritores para comprometerlos en la lucha sectaria, tal vez ninguna circunstancia de la vida colombiana ha dado m¨¢s motivo a ese g¨¦nero de presiones, que la violencia pol¨ªtica.
Para Iv¨¢n Garz¨®n Vallejo, autor del libro sobre la memoria hist¨®rica como campo de batalla, ¡°para entender la violencia en Colombia hay que buscar menos en las estructuras sociales y m¨¢s en la naturaleza del debate pol¨ªtico. Menos en los intereses en juego y m¨¢s en el furor de la confrontaci¨®n que nos ha caracterizado¡±. Una guerra de odios con un libreto del cual no se pod¨ªa salir.
El riesgo que ahora vivimos los colombianos es que se repita la fuerza de la violencia pol¨ªtica, ya no en el recinto del Parlamento, sino en la calle despu¨¦s de que se resuelva en democracia quien ser¨¢ el pr¨®ximo presidente de Colombia. Mientras el candidato Petro habla del despelote y la frustraci¨®n que seria para Colombia que el Pacto Hist¨®rico no triunfe en las elecciones presidenciales de segunda vuelta, el candidato Rodolfo Hern¨¢ndez, advierte que si gana Petro, el expresidente Uribe y el Centro Democr¨¢tico no lo dejar¨ªan gobernar. Es una ¡°entrada¡± en el men¨² del conflicto. El lenguaje que se utiliza en las redes sociales es un ingrediente perverso, inaceptable.
La violencia se alimenta de la palabra desbordada y de las amenazas. Eso es lo que est¨¢ pasando en las redes.
El paro nacional del 2021 dio pie para que se hablara del estallido social y la intervenci¨®n de la fuerza por parte del Estado abri¨® el debate; las denuncias del exagerado uso de la ¡°legitimidad¡±. Lo m¨¢s delicado: la utilizaci¨®n de las armas por cuenta de los civiles para responder las agresiones violentas de un sector de los manifestantes. Lo que las agencias internacionales de noticias calificaron como ¡°la violencia de las partes en conflicto y la respuesta armada por parte de civiles opositores a las marchas¡±.
Colombia tendr¨¢ que aprender a manejar la palabra mendaz de las redes y meterle imaginaci¨®n al debate para que sea la ¡°poes¨ªa la que tenga la palabra¡±.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S sobre Colombia y reciba todas las claves informativas de la actualidad del pa¨ªs.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.