El impacto potencial de la reforma tributaria de Petro en cuatro gr¨¢ficos clave
Progresiva por el aumento de la renta y del patrimonio, pero con riesgo de afectar m¨¢s a personas de pocos ingresos en su consumo, la propuesta de cambio fiscal podr¨ªa tener un impacto mixto que acabar¨¢ dependiendo de en qu¨¦ se gaste la recaudaci¨®n adicional
Fue una fallida reforma tributaria lo que defini¨® el momento m¨¢s cr¨ªtico al anterior gobierno, el de Iv¨¢n Duque: la pr¨¢ctica totalidad de su capital pol¨ªtico (ya para entonces en disminuci¨®n seg¨²n las encuestas de aprobaci¨®n presidencial) se disolvi¨® tanto en su presentaci¨®n como en la ola de protestas que gener¨®. La prisa que se ha dado Jos¨¦ Antonio Ocampo en presentar su propuesta, solo un d¨ªa despu¨¦s de haber tomado posesi¨®n como Ministro de Finanzas, parece heredera del recuerdo de lo que entonces sucedi¨®: el Ejecutivo entrante estrena capital pol¨ªtico en una reforma que siempre resulta inevitablemente pol¨¦mica, present¨¢ndola como progresiva, destinada a incrementar la solidaridad y la ¡°justicia social¡± en Colombia. A tal efecto, su principal carta de presentaci¨®n es el aumento de la tasa efectiva de impuesto sobre la renta (lo que al final se paga de los ingresos obtenidos, despu¨¦s de tener en cuenta normas, exenciones y deducciones varias) para las rentas de 10 millones de pesos en adelante: alrededor de 500.000 declarantes (entre los casi 40 millones de colombianos que hay mayores de 15 a?os) estar¨¢n aportando una proporci¨®n mayor de lo que ganan al fondo com¨²n.
Efectivamente, este resultado (que por ahora es apenas una estimaci¨®n con datos de a?os anteriores) ser¨ªa n¨ªtidamente progresivo, y con ello Ocampo espera introducir una primera diferencia con la fallida reforma Carrasquilla, que le fiaba m¨¢s peso en la recaudaci¨®n al impuesto sobre las ventas (de naturaleza menos progresiva al ser una tasa com¨²n a todos los individuos independientemente de su ingreso) y a una ampliaci¨®n de la base de cotizaci¨®n a personas de ingreso medio. Este ¨²ltimo elemento se quedar¨ªa fuera de la nueva reforma, y su ausencia indica tanto un posible c¨¢lculo pol¨ªtico (hay muchos m¨¢s votantes que ganan 3 o 4 millones de los que ganan 10 o 12) como una deuda adquirida con el futuro: el incremento de la presi¨®n fiscal sobre las rentas altas tiene un l¨ªmite mucho m¨¢s f¨¢cil de alcanzar que aumentos marginales sobre las clases medias, que con pocos puntos porcentuales permiten recaudar, en agregado, un volumen mayor.
La otra gran defensa del esp¨ªritu progresivo de la reforma que esgrime este gobierno es la introducci¨®n de un impuesto al patrimonio permanente, para aquellos declarantes con m¨¢s de 3.000 millones de pesos en capital de cualquier tipo (tambi¨¦n inmobiliario). En un c¨¢lculo grosero a partir de la World Inequality Database, resulta que esto afectar¨ªa a menos del 10% de los colombianos y a m¨¢s del 1%, con lo que, efectivamente, queda poca duda sobre la progresividad de esta potencial medida.
Ahora bien: la reforma tambi¨¦n incluye dos medidas que podr¨ªan resultar regresivas en el corto plazo, y ambas de calado. La propuesta de imponer tasas sobre las bebidas azucaradas y los alimentos ultraprocesados traen el riesgo de afectar m¨¢s a los hogares de menor ingreso. La aproximaci¨®n que el Departamento Nacional de Estad¨ªstica (DANE) hace a la canasta de la compra de cada hogar seg¨²n su nivel de ingreso (por orden de menor a mayor: pobre, vulnerable, clase media o ingresos elevados), y que reformul¨® en 2019 con la informaci¨®n de la Encuesta Nacional de Presupuestos de los Hogares, indica que los pobres y vulnerables dedican m¨¢s del doble de su canasta que las personas ingresos altos a este tipo de bienes.
En consecuencia, un impuesto de alrededor de un 10% sobre ultraprocesados (esa es la cifra mencionada en la presentaci¨®n inicial del Ministerio de Hacienda) o similar para las azucaradas (que resultar¨ªa de asignar un punto porcentual por gramo de az¨²car en cada 100 mililitros) terminar¨ªa suponiendo un impacto sensiblemente m¨¢s importante en el bolsillo de los hogares que menos pueden soportarlo. No suceder¨ªa as¨ª, por cierto, con un eventual incremento sobre los combustibles, que por ahora se restringe a eliminaci¨®n de exenciones en regiones frontera del pa¨ªs: el gasto en gasolina es mayor en los hogares de m¨¢s ingreso, haciendo este tipo de gravamen menos regresivo.
Tanto una eventual imposici¨®n sobre la gasolina como las tasas a bebidas azucaradas, ultraprocesados o a las emisiones del CO2 (tambi¨¦n mencionadas en la propuesta) descansan sobre un intento de reducir los problemas que crean ciertos productos; esto es, su esp¨ªritu es el de crear m¨¢s bienestar a trav¨¦s de desincentivar ciertos consumos espec¨ªficos. En jerga econ¨®mica se dir¨ªa que el precio de estos bienes debe incorporar sus externalidades negativas. El impacto inevitable es su aumento, que en un contexto inflacionario como el actual podr¨ªa tener consecuencias particularmente perniciosas a contemplar, en tanto que la inflaci¨®n tambi¨¦n termina por afectar de manera desproporcionada a los hogares de menor ingreso.
El balance de la propuesta de Ocampo, por ahora mixto a la luz de estos datos, no estar¨¢ completo en cualquier caso hasta que no se conozca el patr¨®n de inversi¨®n del gobierno de Gustavo Petro. La otra cara inevitable de la recaudaci¨®n es el gasto: en educaci¨®n para los m¨¢s necesitados o en favorecer a industrias amigas; en ampliaci¨®n de la cobertura de pensiones para las rentas bajas o en nuevos programas p¨²blicos de dudosa eficacia; en transferencias y rentas m¨ªnimas o en prebendas regionalmente repartidas de cara a las elecciones de 2023. Es en esas partidas donde se suele jugar la progresividad real de cualquier acci¨®n fiscal.
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