Rafael Cadenas: un Premio Cervantes para la lengua
Escribir sobre la poes¨ªa de Cadenas es escribir sobre mi propia vida. S¨¦ que para muchos de los lectores y escritores de mi generaci¨®n es as¨ª
A los diecisiete a?os memoric¨¦ el primer verso del poema Nuevo mundo, de Rafael Cadenas: He quemado las f¨®rmulas. Dej¨¦ de hacer exorcismos. Me encontraba en el primer a?o de la carrera de Letras, llevaba el pelo largo y la barba mal afeitada. Asist¨ªa a la clase de Teor¨ªa Literaria del profesor Francisco Javier P¨¦rez con fascinaci¨®n, siguiendo las evoluciones de lo que se me antojaba un g¨¦nero literario m¨¢s. Cuando lleg¨® el momento de producir un texto propio a final de curso, escoger un libro sobre el cual escribir no me result¨® dif¨ªcil: Memorial, del mismo Cadenas. Me volqu¨¦ en el ensayo con la gravedad y la candidez de quien realiza una tesis doctoral. Memorial no era, no es un libro sencillo. Su ¨ªmpetu iconoclasta alcanza, arrasa por dentro. Leer a Cadenas fue para m¨ª asimilar ese impulso, incorporarlo a mi propia pr¨¢ctica como escritor en ciernes. A¨²n hoy me repito aquel pasaje de vez en cuando, vari¨¢ndolo ligeramente, transmut¨¢ndolo en un mandato o un deseo: debo quemar las f¨®rmulas, dejar de hacer exorcismos.
Por fortuna, aquel ensayo, titubeante e ingenuo, se perdi¨®. No obstante, durante los siguientes a?os continuar¨ªa leyendo a Cadenas con la misma atenci¨®n, con una intensidad rayana en la fervor. Especialmente vol¨²menes como Intemperie, Falsas maniobras, Amante y los arrolladores Cuadernos del destierro. No sent¨ªa la necesidad de hacer patente mi admiraci¨®n, mi inter¨¦s siquiera. Cadenas era una de esas figuras que, para mi generaci¨®n, se percib¨ªan como eternas: siempre hab¨ªa estado all¨ª, siempre lo estar¨ªa. Era com¨²n acerc¨¢rsele durante eventos culturales ¨Cque apoyaba invariablemente¨C, presentarse, tomarse fotos con ¨¦l, regalarle libros primerizos. Nunca sent¨ª que yo pod¨ªa representar ese teatro modesto. Su lectura constante a lo largo de los a?os, que iba y ven¨ªa como si poseyera una marea propia, me fue trabajando por dentro.
Y no me refiero simplemente a la marca obvia que dej¨® en mi propia escritura, sino en mi noci¨®n del quehacer literario, de lo que significa o no escribir y, sobre todo, vivir escribiendo. Cadenas practic¨® y practica una forma de poes¨ªa que no distingue la escritura de la vida; antes bien, procura aunar esas dos dimensiones tan quir¨²rgicamente separadas por algunos. En la factura misma de su labor hay entreverado un imperativo ¨¦tico: no entregarse al fingimiento, no capitular ante la palabrer¨ªa, la verbosidad charlatana, las ideas recibidas inconscientes, metidas de contrabando en nuestra boca. Procurar, en cambio, una exactitud aterradora al escribir, como dice uno de los versos de su Ars po¨¦tica, poema n¨²mero 32 del volumen Intemperie. Merece la pena citar entera la primera estrofa de este texto:
Que cada palabra lleve lo que dice.
Que sea como el temblor que la sostiene.
Que se mantenga como un latido.
Aunque estas palabras pertenecen a un arte po¨¦tica, es evidente que plantean una exigencia que supera la mera escritura literaria. Nos interpelan, nos piden que mantengamos una guardia insomne sobre nuestra habla, que otorguemos a cada palabra el peso vital que merece. Cadenas observa la escisi¨®n que media entre el lenguaje y la realidad, entre las palabras y las cosas, y se propone modelar una escritura que suture esa grieta. Su instrumento es el silencio: le sirve de martillo, de cincel, para darle forma a la materia bruta de la lengua, con su propensi¨®n al desv¨ªo, a la simulaci¨®n.
Hice m¨ªo este imperativo. No se trat¨® de un proceso consciente; antes bien, se fue colando en mi escritura y, por extensi¨®n, en mi manera de concebir el mundo. Pasaron d¨¦cadas y tras el rumor de los meses que se apilan sobre los meses, segu¨ªa funcionando este mandado, esta aspiraci¨®n, como una m¨¢quina callada. As¨ª, la escritura de Cadenas me ha acompa?ado en momentos inesperados, anclada en mi memoria. Al hallarme solo, me he repetido un pasaje de Falsas maniobras: todo tan absurdo como esas ma?anas sin amor que el espejo de los ba?os recoge y protege. Al visitar la isla de Trinidad, una frase de Cuadernos del destierro me vino de inmediato a la mente: Todo lo que canta se re¨²ne a mis pies como banderas que el tiempo inclina.
Imagino que as¨ª funciona la herencia. La que escogemos a medias y a medias recibimos sin percatarnos. Escribir sobre la poes¨ªa de Cadenas es escribir sobre mi propia vida.
S¨¦ que para muchos de los lectores y escritores de mi generaci¨®n es as¨ª. Es por ello que la decisi¨®n de otorgarle el premio Cervantes se ha sentido como un gesto justo en un sentido profundo. La exactitud que practica y predica la po¨¦tica de Cadenas ¨Ccada vez m¨¢s parca, m¨¢s cercana a ese silencio que ha sido su instrumento¨C funge como ant¨ªdoto contra el barullo que tanto nos ocupa, contra el doblez y la banalidad que inflan y exasperan la esfera p¨²blica. Esta no es una poes¨ªa destinada s¨®lo a leerse en privado, sino una poes¨ªa que invita a comprender la lengua como una pr¨¢ctica de constante exactitud e integridad, de necesaria honestidad. Otorgarle el Cervantes a Rafael Cadenas ha significado premiar la capacidad que tiene la lengua de aspirar a eso que llamamos, a falta de mejor nombre, verdad.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S sobre Colombia y reciba todas las claves informativas de la actualidad del pa¨ªs.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.