Luz ?ngela, la mujer que busca a su marido desaparecido entre los escombros de las monta?as
El vigilante Javier Velilla qued¨® sepultado el pasado s¨¢bado tras una avalancha en Bogot¨¢. La comunidad de su barrio trabaja junto a polic¨ªas, soldados y bomberos para encontrarlo
Luz ?ngela R¨ªos sabe que su marido puede estar muerto. Javier Velilla qued¨® sepultado en las monta?as de Bogot¨¢ tras una avalancha el pasado s¨¢bado y las probabilidades de encontrarlo con vida son limitadas. Por ello, a veces ?ngela conjuga los verbos en pasado, como cuando cuenta que Javier ¡°cocinaba¡± delicioso y que ¡°amaba¡± las costillas de cerdo. ¡°Era mi orgullo¡±, dice. Pero el cuerpo no ha sido encontrado. Y ella no lo considerar¨¢ muerto hasta que lo vea con sus ojos. Hasta entonces, est¨¢ vivo: ¡°Pienso en si tendr¨¢ fr¨ªo, si tendr¨¢ hambre, si ser¨¢ que no encuentra la salida¡±.
La pareja nunca pens¨® que algo como esto pudiera suceder en la v¨ªa a La Calera, una de las salidas de la capital colombiana. Hace semanas que segu¨ªan las noticias sobre la ola invernal, pero la ve¨ªan como algo relativamente lejano. Las inundaciones, las crecidas de los r¨ªos y los deslizamientos suced¨ªan en otras partes del pa¨ªs. No obstante, el pasado fin de semana se sumaron al menos tres residentes bogotanos a una lista que ya contabiliza m¨¢s de 200 muertos en Colombia, seg¨²n la Unidad Nacional para la Gesti¨®n del Riesgo de Desastres (UNGRD).
Javier naci¨® en la costa caribe colombiana hace 40 a?os. Migr¨® a Bogot¨¢ y hace 15 a?os conoci¨® a ?ngela cerca de donde viven, en el barrio San Luis. Ella lo rechaz¨® al principio: no quer¨ªa algo con un ¡°coste?o¡±. Pero finalmente se enamoraron y conformaron una familia junto a cuatro hijos. Ella se encarga de la casa, mientras que ¨¦l trabaja desde hace a?os en una empresa de seguridad. Javier est¨¢ muy presente en la vida de su familia. Cocina las cenas, limpia los zapatos de sus hijos para jugar f¨²tbol y consiente a sus sobrinos m¨¢s que su esposa.
La inquietud inicial del s¨¢bado fue por los ni?os. Javier estaba preocupado de que la lluvia les dificultase a ellos y a ?ngela el regreso a casa tras un partido de f¨²tbol. Llam¨® varias veces a su esposa desde el trabajo para que le mantuviera al tanto del partido y del retorno. ¡°Tenga cuidado que va a llover¡±, le avis¨®.
La lluvia fue implacable. Pero no con ?ngela y los ni?os, que llegaron a tomar unos caf¨¦s con unos amigos. Lo fue con Javier, arrastrado por una avalancha junto a su compa?ero Holman Rodr¨ªguez. Un amigo que se salv¨® lleg¨® a grabar el suceso y le confirm¨® a ?ngela que su marido estaba desaparecido. ¡°Me salv¨¦ yo, ¨¦l no pudo¡±, escuch¨® ella por tel¨¦fono. Y ah¨ª el temor se apoder¨® de ?ngela y su hija, que se apresuraron a llegar al condominio en el que trabajaba Javier.
El primer sentimiento fue de enojo. El Estado no aparec¨ªa, salvo para despejar la v¨ªa a La Calera. ¡°El s¨¢bado y el domingo me sent¨ª abandonada¡±, rememora la esposa del vigilante. Ella y otras mujeres de la comunidad tuvieron que cortar el tr¨¢nsito para reclamar una retroexcavadora. Criticaban que las m¨¢quinas siguieran cuesta arriba para despejar la v¨ªa, sin detenerse a buscar a los desaparecidos. Holman Rodr¨ªguez apareci¨® muerto, pero porque lo encontraron el domingo los vecinos.
Todo cambi¨® con la repercusi¨®n medi¨¢tica y la llegada el domingo de la alcaldesa de Bogot¨¢, Claudia L¨®pez. ?ngela dice que fue ¡°impresionante¡± como la funcionaria despleg¨® el lunes un equipo de bomberos, polic¨ªas y soldados. Los ¨¢nimos se calmaron y desde entonces decenas de trabajadores buscan a Javier entre los escombros de la monta?a. ?ngela y la alcaldesa mantienen un contacto directo por tel¨¦fono.
?ngela est¨¢ ahora m¨¢s contenta con la respuesta del Estado, pero siente que es tarde. Piensa que una retroexcavadora hubiese ayudado el s¨¢bado y no entiende porque se prioriz¨® despejar la v¨ªa antes que salvar una vida. El alcalde local de Chapinero, ?scar Ramos, explica que no hab¨ªa alternativa. ¡°Entendemos el dolor y es cierto que los vecinos se fueron a buscar antes a los desaparecidos, pero hab¨ªa protocolos que imped¨ªan el ingreso de las m¨¢quinas¡±, afirma. Para ¨¦l, la zona es particularmente vulnerable por estar en una monta?a, tener varias ca?adas e incluir barrios en proceso de formalizaci¨®n y limitada inversi¨®n p¨²blica.
El campamento
La zona de b¨²squeda est¨¢ vedada para ?ngela porque hay preocupaci¨®n de que se conmocione. Por ello, permanece la mayor parte del d¨ªa en un campamento cercano. All¨ª todo est¨¢ en ebullici¨®n desde el lunes: hay soldados, polic¨ªas, bomberos, personal de la alcald¨ªa, compa?eros de Javier y miembros de la comunidad del barrio San Luis. Est¨¢ contenida, rodeada de amigos que la abrazan a cada rato.
?ngela explica que su prioridad es mantenerse fuerte para sus hijos y sus sobrinos. Dice que ella ya tiene sus a?os y es consciente de la realidad. Pero que debe darles ¨¢nimos a los ni?os, que esperan a Javier. Por ello, su sonrisa aparece cuando ve a sus sobrinos por videollamada, desde Barranquilla. ¡°Soy yo la que ahora va a tomar Coca Cola y comer pan dulce¡±, les se?ala con una botella de gaseosa en la mano y mientras les saca la lengua. ¡°?Qu¨¦ comes que no me das?¡±, rega?a a uno de ellos. Explica que ellos aman a Javier, que suele llenarlos de pan dulce bogotano cuando viajan a visitarlos.
Las conversaciones suceden mientras otra mujer aviva el fuego de una olla negra, repleta de un sancocho de pollo. Se llama Sandra Ar¨¦valo y es el pilar fundamental del campamento. Recibe donaciones, cocina para todos y contiene a la esposa de Javier. Para ella, es esencial apoyar a su comunidad. ¡°?ngela es una mujer como nosotras, es berraca, es dura y hace todo para sacar a sus hijos adelante¡±, remarca.
Sandra est¨¢ determinada a encontrar a Javier, aunque no cree que est¨¦ vivo. ¡°Es de nuestra comunidad y no vamos a parar hasta encontrarlo. Lo vamos a velar, a enterrar y a darle una cristiana sepultura¡±, dice. Sabe que la b¨²squeda de las fuerzas de rescate es excepcional por la voluntad pol¨ªtica de la Alcald¨ªa y que no ser¨¢ eterna: los rescatistas nunca se quedan m¨¢s de 20 d¨ªas en un operativo. Pero dice estar segura de que Javier aparecer¨¢. Los vecinos lo encontrar¨¢n si es necesario. Despu¨¦s de todo, ellos presionaron para que la Alcald¨ªa apareciera en primer lugar.
Las fuerzas de rescate, por su parte, exploran un valle que antes era tupido. Ahora, tras la avalancha, est¨¢ desolado y repleto de barro, con un arroyo que pasa inmutable por un costado. All¨ª se encontr¨® el cuerpo de Holman Rodr¨ªguez. Una perra, Tequila, es ahora la protagonista: busca sin cesar a Javier, sin ¨¦xito. Los polic¨ªas explican que no han utilizado la ropa y el perfume del vigilante desaparecido para orientarla. Dicen que no es necesario porque eso solo funciona con los perros que buscan a personas vivas, m¨¢s usuales en eventos como terremotos. Tequila, en cambio, est¨¢ especialmente entrenada para detectar cad¨¢veres.
?ngela los observa al caer la tarde, desde un barranco lejano. Est¨¢ rodeada por vecinos, con los que comenta detalles de la b¨²squeda y agradece el apoyo del barrio. ¡°Vienen, aunque no sean familia, a excavar hasta con sus propias manos¡±, exclama. Ellos le preguntan por sus hijos y ella responde que no conocen detalles, que solo saben que Javier est¨¢ ¡°perdido¡±. Los vecinos la escuchan con atenci¨®n y consultan tambi¨¦n por Claudia L¨®pez, alguien que ahora le da cierta confianza a ?ngela. ¡°Dijo que no parar¨¢ hasta encontrarlo¡±, les asegura.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S sobre Colombia y reciba todas las claves informativas de la actualidad del pa¨ªs.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.