La osad¨ªa de incluir a Lafaurie en la mesa con el ELN
El nuevo di¨¢logo pol¨ªtico en Colombia acaba con la vieja convicci¨®n dogm¨¢tica de que con los opuestos no se dialoga y menos se pacta
El momento pol¨ªtico que vive Colombia es excepcional. Por primera vez, luego de un per¨ªodo de encarnizadas confrontaciones, todas las fuerzas pol¨ªticas y sociales comienzan a coincidir en la necesidad de buscar en forma conjunta una soluci¨®n definitiva al conflicto armado y a las violencias que a¨²n persisten, as¨ª como en construir las transformaciones estructurales que nos permitan realizar la transici¨®n hacia un nuevo estadio de la vida nacional. No es que se hayan acabado los conflictos. Los debates de las diferencias en torno a los problemas nacionales se llevan en forma permanente e hirsuta. Pero empiezan a presentarse sorprendentes di¨¢logos que conducen a acuerdos puntuales. Es el camino hacia lo que el presidente Gustavo Petro y desde el Pacto Hist¨®rico hemos denominado el Acuerdo Nacional.
En ese preciso contexto se inscribe el di¨¢logo entre el actual Gobierno y Jos¨¦ F¨¦lix Lafaurie, l¨ªder del poderoso sector ganadero que concentra la tenencia del m¨¢s alto porcentaje de las tierras cultivables y cuya influencia pol¨ªtica como gremio es determinante en muchas regiones rurales del pa¨ªs.
No es la primera vez que ocurre un fen¨®meno de esta naturaleza en la historia contempor¨¢nea. Se debe recordar que en 1991 una coalici¨®n de fuerzas pol¨ªticas que inclu¨ªa al l¨ªder conservador ?lvaro G¨®mez Hurtado y a los dirigentes de la Alianza Democr¨¢tica M-19, organizaci¨®n que emerg¨ªa de un proceso de paz, hizo posible la redacci¨®n y adopci¨®n de la carta pol¨ªtica que hoy nos rige. A esa clase de pacto el l¨ªder conservador llamaba la b¨²squeda del ¡°acuerdo sobre lo fundamental¡±.
En esa oportunidad, un amplio proceso constituyente hizo posible el surgimiento de transformaciones que han permitido avances democr¨¢ticos, especialmente en la esfera de los derechos pol¨ªticos en la sociedad colombiana. En esta ocasi¨®n, lo novedoso es que el proceso de di¨¢logo puede conducir a transformaciones econ¨®micas que tengan efectos reales en la modificaci¨®n de las causas del conflicto armado y las violencias que persisten. Es un di¨¢logo que ha conducido al dise?o de un camino hacia la reforma estructural del campo colombiano a trav¨¦s de la compra de millones de hect¨¢reas de tierra y la planificaci¨®n de modelos de desarrollo rural. Esto a partir del consenso sobre la implementaci¨®n del primer punto del acuerdo de paz suscrito en 2016.
El t¨ªtulo del compromiso entre el Gobierno Nacional y la Federaci¨®n Colombiana de Ganaderos es Acuerdo para la materializaci¨®n de la paz territorial. En su parte introductoria se dice ¡°que es necesario allanar los caminos que conduzcan a la Paz Total, mediante decisiones de pol¨ªtica p¨²blica que, dentro de la Constituci¨®n y la Ley, rompan paradigmas y hagan diferencias sustantivas en las estrategias y, por consiguiente, tambi¨¦n en los resultados¡±. El valor de este documento, adem¨¢s, es que explicita un reconocimiento a la reforma rural integral contenida en el acuerdo de paz que se logr¨® luego de grandes esfuerzos en la ciudad de La Habana, Cuba, y que motiv¨® durante los ¨²ltimos a?os enfrentamientos que ocuparon el centro del debate p¨²blico.
Ahora, en un nuevo desarrollo de este proceso de di¨¢logo, Jos¨¦ F¨¦lix Lafaurie fue invitado por el presidente Petro a que integre la delegaci¨®n oficial que adelanta las conversaciones de paz con el Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional, ELN. Su aceptaci¨®n de esta osada propuesta ha sido hecha en nombre del gremio ganadero al cual hoy representa en la b¨²squeda de la soluci¨®n de una confrontaci¨®n armada que se ha prolongado por seis d¨¦cadas con esta organizaci¨®n insurgente. En la mesa de conversaciones se comienza a hablar de Acuerdo Nacional como acuerdo sobre lo fundamental.
El significado de este di¨¢logo pol¨ªtico es que est¨¢ rompiendo uno de los m¨¢s enquistados prejuicios en Colombia: la vieja convicci¨®n dogm¨¢tica de que con los opuestos no se dialoga, y menos se pacta. Esta ¡°ruptura de paradigma¡± es el inicio de la ruptura con un pasado en el cual la palabra y el argumento han sido reemplazados por la violencia. O en otras palabras, es el surgimiento del m¨¢s incluyente ejercicio de concertaci¨®n social que har¨¢ posible la paz total.
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