Para combatir la desigualdad y la deforestaci¨®n, hay que aprender de Brasil
El experimento brasilero tiene mucho que ofrecer a los Gobiernos que quieran tomarse en serio la lucha contra la discriminaci¨®n, como lo est¨¢ haciendo Colombia con la creaci¨®n de un Ministerio de la Igualdad
Mientras los bolsonaristas aprenden de los trumpistas el oficio de destruir, el Gobierno de Lula construye pol¨ªticas de las que podr¨ªa aprender el resto de Am¨¦rica Latina.
Sin recibir la atenci¨®n medi¨¢tica que los golpistas se robaron (am¨¦n de computadoras y c¨¢maras fotogr¨¢ficas), dos ministras del Gobierno brasilero comienzan a liderar programas que dar¨¢n mucho de qu¨¦ hablar. La primera ya llega con un amplio reconocimiento: Marina Silva volvi¨® al Ministerio de Ambiente para retomar las pol¨ªticas que impuls¨® en su primera administraci¨®n y que siguen siendo ejemplo mundial. Entre 2003 y 2008, Silva logr¨® lo que ning¨²n otro pa¨ªs amaz¨®nico ha conseguido: combatir la tala de ¨¢rboles con tanto ah¨ªnco y eficiencia que la deforestaci¨®n se redujo en un 80% entre 2004 y 2012. Para eso, arm¨® un equipo t¨¦cnico excepcional y cre¨® medidas y normas tan certeras que hoy son estudios de caso en las mejores escuelas de gobierno.
El ¨¦xito de Silva dej¨® ense?anzas para otros pa¨ªses, que ella misma tendr¨¢ que replicar para detener el arboricidio cometido por Bolsonaro y sus aliados en la Amazon¨ªa. Para comenzar, los gobiernos no pueden dejar solas a las autoridades ambientales en el combate contra la deforestaci¨®n. Al inicio del primer Gobierno de Lula, la oficina de la Presidencia convoc¨® a doce ministerios para crear un plan integrado contra la deforestaci¨®n. Con el liderazgo de Marina Silva, el esfuerzo dio lugar a una pol¨ªtica integral ¨Del Plan de Acci¨®n por la Prevenci¨®n y el Control de la Deforestaci¨®n en la Amazon¨ªa¨D que involucr¨® a entidades como el Ministerio de Agricultura y la Polic¨ªa Federal para ponerle coto a los poderosos hacendados, ganaderos y mineros ilegales que talan, queman e imponen su ley en la selva.
Otro factor clave fue la participaci¨®n de los cient¨ªficos y la sociedad civil. Desde un comienzo, Silva convoc¨® a los expertos, los pueblos ind¨ªgenas, las comunidades de peque?os productores como los caucheros (de las que ella misma ven¨ªa) y otros actores para construir el capital cient¨ªfico y pol¨ªtico que se necesita para hacer un monitoreo constante de los bosques y enfrentar a los influyentes sectores econ¨®micos y pol¨ªticos que alientan la deforestaci¨®n. Con el respaldo de nuevas leyes, las pol¨ªticas fueron proyectadas para el largo plazo, lo que explica que sobrevivieran a la salida de Marina del Gobierno en 2008 por diferencias con Lula sobre hidroel¨¦ctricas y otros proyectos en la Amazon¨ªa. De ah¨ª que la deforestaci¨®n sigui¨® bajando hasta 2012, antes de comenzar a subir de nuevo en los Gobiernos de Dilma Rousseff y Michel Temer, y dispararse bajo el de Bolsonaro.
El segundo frente que merece la atenci¨®n continental son las pol¨ªticas contra la desigualdad social y racial, donde Brasil tambi¨¦n tiene un recorrido interesante y poco conocido en la regi¨®n. Y que ahora ser¨¢n lideradas por la notable periodista y activista Anielle Franco, lo que probablemente les dar¨¢n un impulso y un alcance nuevos.
La historia que no se conoce lo suficiente ya tiene una d¨¦cada. En 2012, por iniciativa del Gobierno Lula y despu¨¦s de varios programas piloto, el congreso brasilero expidi¨® la llamada ¡°ley de cuotas¡± para promover el acceso a las universidades p¨²blicas federales de estudiantes tradicionalmente excluidos de estas oportunidades. En ese entonces, por ejemplo, los estudiantes autorreconocidos como afrodescendientes constitu¨ªan menos del 2% de la poblaci¨®n universitaria, a pesar de que 55% de la poblaci¨®n brasilera es negra. La ley estableci¨® porcentajes m¨ªnimos obligatorios (cuotas) en las universidades para estudiantes de poblaciones discriminadas, no solo por su raza o etnia sino tambi¨¦n por haber estudiado en escuelas p¨²blicas, crecido en una familia pobre o tener alg¨²n tipo de discapacidad.
Las pol¨ªticas de igualdad brasileras fueron ampliadas a lo largo de la d¨¦cada pasada y ameritan una discusi¨®n m¨¢s detallada. Por ahora basta se?alar que, tras la ley de 2012, fueron expedidas leyes de cuotas para promover el acceso de las mujeres a la pol¨ªtica (2017) y de las personas negras a los cargos p¨²blicos federales (2014) y las campa?as pol¨ªticas (2020).
Como ha sucedido en Estados Unidos y otros pa¨ªses, estas pol¨ªticas de acci¨®n afirmativa han suscitado copiosos debates medi¨¢ticos y jur¨ªdicos. Y sus reglas y formas de implementaci¨®n han ido cambiando a la luz de los aprendizajes y las cr¨ªticas razonables. Pero los resultados positivos est¨¢n a la vista. Por ejemplo, estudios recientes muestran que los estudiantes negros constituyen 52% de la poblaci¨®n universitaria federal.
Para efectos pr¨¢cticos, lo que hay que resaltar es que el experimento brasilero tiene mucho que ofrecer a los Gobiernos que quieran tomar en serio la lucha contra la desigualdad y la discriminaci¨®n, como lo est¨¢ haciendo Colombia con la creaci¨®n de un Ministerio de la Igualdad. Para ello resulta particularmente ¨²til que los brasileros est¨¦n haciendo estudios sistem¨¢ticos sobre los aciertos y los errores de las pol¨ªticas de cuotas, con ocasi¨®n de los diez a?os de la ley de cuotas de 2012.
De modo que hay mucho que aprender de y con Brasil. Cuando se apague el ruido de los golpistas, los ecos que se deber¨ªan o¨ªr son los del trabajo notable de Marina Silva, Anielle Franco y otros l¨ªderes brasileros que dar¨¢n mucho de qu¨¦ hablar.
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