Petro el absoluto

¡°El Estado soy yo¡± es una contundente frase que hist¨®ricamente se ha atribuido a quien se convirti¨® en una de las figuras m¨¢s emblem¨¢ticas de la era de las monarqu¨ªas europeas: Luis XIV de Francia o el Rey Sol.

Aunque los historiadores terminaron por definir que el rey franc¨¦s nunca pronunci¨® esa oraci¨®n, esta trascendi¨® como leyenda y sigue siendo s¨ªmbolo de lo que, en su momento y a¨²n hoy, represent¨® el Rey Sol para su pa¨ªs y para el mundo: el prototipo de la monarqu¨ªa absoluta en la que un solo hombre, el rey, era quien decid¨ªa absolutamente todo para su pa¨ªs. Por ello la frase ap¨®crifa termina siendo una perfecta s¨ªntesis de Luis XIV y de ese tipo de gobierno. Bajo el absolutismo no hay divisi¨®n de poderes. No hay congreso o parlamento que tramiten leyes o que cuestionen al rey. El poder judicial, aunque tiene jueces, opera bajo los preceptos del mandatario. El monarca emite leyes que no se someten a ning¨²n debate. En resumen, el rey concentra todo en s¨ª. No hay espacio para instituciones independientes y en la pr¨¢ctica no hay espacio para el disenso. El Rey Sol estuvo m¨¢s de 70 a?os en el trono haciendo literalmente lo que quiso, para bien o para mal de Francia. El estado era ¨¦l.

Guardando las proporciones, algunos de los anuncios y acciones que en los ¨²ltimos d¨ªas ha hecho el presidente Petro parecieran estar m¨¢s cerca del absolutismo que de la b¨²squeda de un Estado en el que los pesos y contrapesos operen seg¨²n los ideales constitucionales. Verbigracia, el advertir a Bogot¨¢ que si no se hace el proyecto de la primera l¨ªnea del Metro como ¨¦l quiere, no habr¨¢ respaldo de la Naci¨®n a ese y otros proyectos de la ciudad. Es innegable que el metro elevado dejar¨ªa una cicatriz espantosa en el borde oriental de la ciudad, pero convertir el juego pol¨ªtico en un chantaje a m¨¢s de 8 millones de habitantes de la ciudad no se ve bien. ?Negocien con la alcaldesa! Pero el castigo no debe ser para todos los bogotanos. Eso no hace un dem¨®crata.

Pasa algo similar con el asunto de las tarifas de energ¨ªa. Es claro que constitucionalmente el presidente puede asumir el control de los precios de los servicios p¨²blicos, pero para garantizar que esto no se convirtiera en un tema que vaya al vaiv¨¦n de la pol¨ªtica y de congraciarse con los electores se cre¨® una comisi¨®n independiente para tal fin. ?Por qu¨¦ no sentarse con los comisionados y junto a ellos resolver los asuntos, en vista del desplante de las empresas dedicadas al negocio de la energ¨ªa el¨¦ctrica? Fortalecer las instituciones democr¨¢ticas es labor del presidente, debilitarlas es lo que le habr¨ªa gustado a Luis XIV.

Pasa igual con los medios de comunicaci¨®n, pr¨¢cticamente inexistentes en tiempos del absolutismo y hoy objeto de constantes ataques por parte del presidente Petro. Es como si el otrora revolucionario Gustavo Petro hubiese olvidado el papel necesario que deben cumplir los medios de no ser complacientes con los gobiernos. Y as¨ª como en el mandato Duque fue gracias a los medios que se cay¨® el tel¨®n que ocultaba el esc¨¢ndalo de Centros Poblados, en el presente los medios deben seguir escrutando y ofreciendo visiones alternativas a aquella que ostenta el poder. Eso es democracia.

¡°El Estado soy yo¡± ven¨ªa acompa?ado de un corolario: el rey es rey porque as¨ª lo quiso Dios. ?En el caso Petro, se querr¨¢ aplicar el aforismo ¡°La voz del pueblo es la voz de Dios¡±? ?De ah¨ª las marchas y manifestaciones convocadas para la semana entrante?

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