Hablemos de los a?os del v¨¦rtigo
El historiador alem¨¢n Philipp Blom lleg¨® ayer a Bogot¨¢ para participar en el festival de m¨²sica cl¨¢sica que organiza el Teatro Julio Mario Santo Domingo
El historiador alem¨¢n Philipp Blom, una de las cabezas m¨¢s l¨²cidas de su generaci¨®n, que es la m¨ªa, lleg¨® ayer a Bogot¨¢ para participar en un encuentro que no es de historia, ni de literatura (Blom ha publicado una novela), ni un foro sobre el cambio clim¨¢tico (Blom ha escrito un maravilloso libro al respecto), ni una manifestaci¨®n colectiva sobre las ansiedades de nuestro momento (Blom las ha diseccionado en otro libro). No: Philipp Blom llega al festival de m¨²sica cl¨¢sica que organiza el Teatro Julio Mario Santo Domingo. Los organizadores han tenido el buen tino de invitarlo porque el t¨ªtulo y el tema del festival es La belle ¨¦poque: esos a?os que comienzan alrededor de la derrota de Francia en la guerra de Prusia y se cierran con el comienzo de la Primera guerra mundial, la m¨¢s salvaje y asesina de cuantas recordaban los seres humanos que la padecieron. (Que la llamaron la Gran guerra, no la Primera, pues no sab¨ªan que ven¨ªa una Segunda; igual que llamamos Guerra de Ucrania a la de ahora, confiados todav¨ªa en que no sea la Tercera.)
Y sobre esos a?os, o sobre su ¨²ltima parte, ha escrito Philipp Blom uno de sus mejores libros. Se llama Los a?os de v¨¦rtigo, y explora hasta el fondo esa ¨¦poca contradictoria de progreso y de atrocidades, de bienestar europeo y de colonialismo explotador, que a comienzos del siglo XX se transform¨® en un tiempo singular de ansiedades privadas, tensiones p¨²blicas y vertiginosos cambios tecnol¨®gicos: en otras palabras, a?os sospechosamente parecidos a los nuestros. En ellos, escribe Blom, ¡°nadie sab¨ªa con seguridad qu¨¦ forma el mundo futuro, qui¨¦n ejercer¨ªa el poder, qu¨¦ constelaci¨®n pol¨ªtica saldr¨ªa victoriosa o qu¨¦ tipo de sociedad surgir¨ªa de la vertiginosa transformaci¨®n¡±. Los a?os de v¨¦rtigo, este libro inquietante, alimentar¨¢ seguramente las dos conversaciones p¨²blicas que tendr¨¢ Blom en este festival de m¨²sica. Y yo espero que la gente de Bogot¨¢ llene los dos eventos, porque Blom es uno de esos raros historiadores que tienen la enorme virtud de ser tambi¨¦n grandes narradores, y adem¨¢s de serlo no s¨®lo por escrito, sino en el arte dif¨ªcil de la conversaci¨®n p¨²blica.
Como si esto fuera poco, Blom tiene tambi¨¦n un doble talento que es la raz¨®n por la que sus libros me han parecido a m¨ª no s¨®lo gozosos, sino ¨²tiles. Por un lado, es capaz de hacernos comprender el pasado desde el pasado mismo, sin esa mirada moralista y un poco rid¨ªcula de nuestras correcciones pol¨ªticas, que ahora nos piden juzgar a los hombres y mujeres del pasado con la mentalidad de nuestro momento presente, pidi¨¦ndoles que sepan lo que nosotros hemos aprendido con el tiempo y el esfuerzo, exigi¨¦ndoles retroactivamente que se comporten en su momento como nosotros nos comportamos ahora en el nuestro. Yo tengo para m¨ª que ¨¦sta es una de las insuficiencias m¨¢s graves que podamos sufrir los ciudadanos: la carencia de imaginaci¨®n. En Los a?os de v¨¦rtigo, Blom nos invita expl¨ªcitamente a hacer ese experimento: al entrar en esa ¨¦poca, imaginemos que no sabemos nada de lo que vino despu¨¦s; imaginemos que vemos esos a?os de 1900 a 1914 ¡°sin las sombras largas del futuro¡±. El ejercicio es dif¨ªcil, pero contamos por fortuna con la ayuda inestimable de las novelas y los buenos historiadores.
Lo que llamamos imaginaci¨®n es la facultad de instalarnos ¨Ccon la mente, con las emociones, con la sensibilidad¨C en un pasado desaparecido. Pero esto es s¨®lo una parte del oficio complejo de mirar hacia atr¨¢s, por lo menos tal como lo entiende Philipp Blom. La otra parte es la capacidad de contar el pasado de manera que ilumine ¨Co que ayude a interpretar¨C el presente: este presente que nunca entendemos bien porque lo tenemos demasiado cerca, igual que lo tuvieron demasiado cerca los habitantes de ese cambio de siglo para los cuales la belle ¨¦poque no era bella, sino angustiosa e incierta. La belleza se vio mejor despu¨¦s, como consecuencia de la retrospecci¨®n y la nostalgia por el mundo previo a la cat¨¢strofe. Claro: despu¨¦s de una guerra como la de 1914, cualquiera ten¨ªa derecho a pensar o sentir que todo tiempo pasado fue mejor. Y leer Los a?os de v¨¦rtigo (o asistir, por ejemplo, a una conversaci¨®n que lleve ese t¨ªtulo) es tambi¨¦n darnos cuenta de lo mucho que se parece nuestro mundo al de ese momento.
Son parecidos curiosos. ¡°Entonces, como ahora¡±, escribe Blom, ¡°los r¨¢pidos cambios en la tecnolog¨ªa, la globalizaci¨®n, las comunicaciones y los cambios en el tejido social dominaban las conversaciones y los art¨ªculos de prensa; entonces, como ahora, la cultura del consumo masivo imprim¨ªa su sello a la ¨¦poca; entonces, como ahora, la sensaci¨®n de vivir en un mundo acelerado, de ir a toda velocidad hacia lo desconocido, era abrumadora¡±. La sociedad de esos a?os estaba afligida por una gran zozobra, como la nuestra, y en todas partes, como entre nosotros, se hac¨ªan fuertes los sentimientos nacionalistas y aun antisemitas; pero lo m¨¢s extra?o es que a esa sociedad la agobiaba tambi¨¦n una especie de machismo angustiado que respond¨ªa ¨Cexplica maravillosamente Blom¨C a las conquistas que lograban las mujeres en todos los ¨¢mbitos.
Educaci¨®n, derecho a ganar un salario, posibilidad de votar: esos progresos de las mujeres lanzaron a los hombres del flamante siglo XX a una crisis tan profunda que la reacci¨®n, tan masculina, fue una defensa agresiva de los valores m¨¢s elementales de la masculinidad. S¨ª: el macho europeo se sinti¨® amenazado, y reaccion¨® en consecuencia. Nunca antes se hab¨ªan peleado tantos duelos; nunca antes se hab¨ªan publicado en los medios tantos anuncios de productos para curar ¡°enfermedades masculinas¡±; nunca antes se hab¨ªa hablado tanto del declive de la fertilidad en Europa, con las predecibles reacciones de los racistas y los xen¨®fobos, que se preocuparon por el hecho de que las gentes de las colonias estaban gan¨¢ndoles a los blancos la batalla por poblar el mundo civilizado. Era el prototipo de la Teor¨ªa del Gran Reemplazo, que ahora agita la extrema derecha internacional, del inefable Eric Z¨¦mmour a los supremacistas blancos de Donald Trump.
Philipp Blom public¨® Los a?os de v¨¦rtigo hacia 2008; en los 15 a?os que han pasado desde entonces, nuestra realidad no ha hecho sino justificar sus diagn¨®sticos. Tal vez de esto hable en el Teatro Julio Mario Santo Domingo, mientras otros asistentes (o los mismos) escuchan a Ravel y a Debussy y a Georges Bizet. Es que La belle ¨¦poque da para mucho. Aunque no haya sido bella todo el tiempo.
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