La izquierda y el deseo
Se trata de girar el discurso de prohibir hacia uno que vaya de abrir posibilidades, que otorgue primac¨ªa al hacer
?Qu¨¦ significa prohibir algo? ?Qu¨¦ logramos cuando delimitamos lo que es l¨ªcito o no hacer, cuando trazamos la l¨ªnea entre lo bueno y lo malo, lo conveniente y lo perjudicial? Y m¨¢s a¨²n: ?qui¨¦n proh¨ªbe? Estas preguntas, menos ret¨®ricas de lo que simulan ser, surgieron tras mi encuentro con Philipp Blom, entrelazadas con otra, quiz¨¢ m¨¢s acuciante: ?cu¨¢l es nuestro horizonte de progreso? En la tensi¨®n entre ambas tentativas, en el impedir el paso de toda prohibici¨®n, pero tambi¨¦n en la mirada larga hacia un horizonte que prometa una vida buena, est¨¢, creo, el tema m¨¢s acuciante de nuestro tiempo, que adem¨¢s ata?e a todos, pero especialmente a las izquierdas. Hablamos, claro, del cambio clim¨¢tico. Y de tantas otras cosas.
Aunque sea imprescindible, no basta con regular en negativo y establecer l¨ªmites claros a nuestra actividad contaminante, con prohibir pr¨¢cticas y fomentar otras m¨¢s saludables para el planeta. Quien manda proh¨ªbe, pero tambi¨¦n puede utilizar el poder como anclaje para ofrecer un relato que defina un horizonte de mejora, sin olvidar la terrible ambivalencia del progreso: nuestro avance tecnol¨®gico y ¨¦tico ha generado muchas turbulencias lejos de aqu¨ª, y desde luego explotaci¨®n, injusticia y miseria. Pero si la intuici¨®n de Montaigne es acertada, si ¡°prohibir algo es despertar el deseo¡±, ?por qu¨¦ no aprovecharlo como empuje hacia delante? ?D¨®nde est¨¢ esa capacidad de imaginar alternativas, la audacia de empezar a pensar el debate clim¨¢tico en t¨¦rminos de qu¨¦ decidimos, no contra qu¨¦ o qui¨¦n? Son palabras de Blom, que explica la urgencia de mirar como sociedades a los cambios de otra manera, de imaginar el mundo que estamos eligiendo, no prohibiendo. Se tratar¨ªa de girar el discurso de prohibir hacia uno que vaya de abrir posibilidades, que otorgue primac¨ªa al hacer.
Y me pregunto si este enfoque no vale para tantos otros temas donde la izquierda no es capaz de ofrecer esa facultad de crear ideales y no solo normas, de lanzar al presente posibilidades no realizadas, para trabajar juntos en hacerlas posibles. El triunfo, quiz¨¢ moment¨¢neo, de cosas como la cultura de la cancelaci¨®n, la cr¨ªtica al feminismo ¡°puritano¡± o el ¨¦xito del tonto emblema ayusino sobre la libertad son, en parte, un resultado de la impotencia de la izquierda para expresarse en positivo y con esperanza. Nos enfrentamos a un tiempo de transformaciones radicales que afectar¨¢n a nuestros niveles de bienestar, al empleo, al dinero para el cuidado de nuestros semejantes, y a una potencial reacci¨®n social pol¨ªticamente inmanejable. Necesitamos para ello imaginaci¨®n, una pizca de ideales, deseo por acometer todo lo que se nos viene encima. Nos movemos hacia tiempos de crisis y la alternativa a la oscuridad del repliegue identitario es el cambio radical: consumir de otra forma, alejar la tentaci¨®n autoritaria, persuadirnos de nuevo de la posibilidad de sociedades m¨¢s activamente justas, m¨¢s libres, mejores.
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