Petro fulmina a Laura Sarabia y a Armando Benedetti, dos de sus personas m¨¢s cercanas, por el caso de las escuchas ilegales
El presidente trata de superar la crisis en Palacio con la destituci¨®n de su ¡®n¨²mero dos¡¯ y del embajador en Venezuela
A Petro no le ha quedado otro remedio que deshacerse de su c¨ªrculo ¨ªntimo para salvarse a s¨ª mismo. El presidente ha destituido de manera fulminante a dos de sus colaboradores m¨¢s cercanos, Laura Sarabia y Armando Benedetti. Los dos llegaron el a?o pasado a la campa?a del l¨ªder de la izquierda como operadores necesarios para derribar las resistencias de las ¨¦lites hacia el candidato exguerrillero. En pocos meses, se hicieron imprescindibles en la carrera hacia la presidencia. Petro, Benedetti y Sarabia conformaron el n¨²cleo duro, eran inexpugnables. Tras su victoria, Petro dej¨® a su lado a Sarabia como jefa de Gabinete y envi¨® como embajador de Venezuela a Benedetti, al que persegu¨ªan varias causas judiciales. ?l no se tom¨® nada bien que ella, que hab¨ªa sido su secretaria personal durante siete a?os, ahora fuera m¨¢s cercana al presidente y tuviera m¨¢s poder que ¨¦l. Un esc¨¢ndalo destapado por los rencores y la ambici¨®n pol¨ªtica ha puesto a temblar la Casa de Nari?o, la residencia presidencial. Petro, con todo el dolor, les ha cerrado la puerta a los dos.
En una ceremonia de ascenso de oficiales del Ej¨¦rcito, el presidente anunci¨® lo que todo el mundo estaba esperando: ¡°Mientras se investiga, mi funcionaria querida y estimada y el embajador de Venezuela se retiran del Gobierno¡±. Ninguno ha superado una semana de acusaciones mutuas en la prensa. Sarabia someti¨® al pol¨ªgrafo a la ni?era de su hijo por un robo en su casa, hecho que la fiscal¨ªa est¨¢ investigando. Petro no se ensa?¨® con ella, al contrario. Defendi¨® que el protocolo estaba dentro de la ley y que si en su casa se perdiera un papel de inteligencia har¨ªa lo mismo con todas las personas que le rodean. Lo que s¨ª neg¨® rotundamente es que Sarabia ni nadie de su Gobierno pidiera que se intervinieran el tel¨¦fono de la empleada del hogar. De Benedetti, a quien Sarabia acusa de filtrar el caso a los medios de comunicaci¨®n, Petro no dijo ni una palabra.
El presidente quiere alejar de su entorno cualquier sombra que le acerque a los fantasmas de la pol¨ªtica colombiana y la denuncia de que la ni?era fue escuchada de manera ilegal tras denunciarse el robo era algo demasiado poderoso incluso para sostener a la que ha sido su mano derecha. Petro se refiri¨® a ella como si se tratara de un padre que tiene que sacrificar a un hijo: ¡°No se han parado a pensar en una joven reci¨¦n parida con su primer ni?o cuando le sucede un hecho en su vida dom¨¦stica que le hace sentir en la zozobra¡±. Pero era insostenible mantenerla a su lado. El Petro opositor fue uno de los adalides de las denuncias de las escuchas ilegales en el Gobierno de Uribe, cuando ¨¦l mismo fue intervenido. Ante los medios, asegur¨® que sus propias indagaciones le dan confianza. ¡°Hubiera sido terrible que de mi Gobierno saliera una indicaci¨®n (de pinchar tel¨¦fonos)¡±.
La suerte de Benedetti y Sarabia se decidi¨® la noche anterior, sobre las 22.30. Se celebr¨® una reuni¨®n a tres con el presidente que estuvo llena de tensi¨®n. Petro se puso de parte de ella, que lloraba desconsolada. El embajador se defendi¨® como pudo y choc¨® con Petro en varias ocasiones. Se levantaron la voz, seg¨²n fuentes conocedoras de ese encuentro. En ese momento el presidente les anunci¨® que los dos, por motivos distintos, se ten¨ªan que ir, aunque le doliera en el alma. Petro en ¨²ltima instancia los estima, se podr¨ªa decir hasta que son amigos, si es que los reyes y los presidentes pueden tenerlos. Fue una noche triste que rompi¨® un tri¨¢ngulo que parec¨ªa inquebrantable.
Petro no era un hombre acostumbrado al poder colombiano por su perfil de izquierdas, por su pasado guerrillero. En los c¨ªrculos pol¨ªticos conservadores siempre fue considerado un revolucionario, un comunista con el aire de Ch¨¢vez o Castro. Es dif¨ªcil saber si habr¨ªa llegado a la presidencia si no se hubiera puesto en manos de viejos pol¨ªticos tradicionales, con los que en principio parec¨ªa que no ten¨ªa nada que ver. Pero su campa?a era un caos hasta que lleg¨® gente como Benedetti o Roy Barreras, que, como si se tratara de futbolistas, ficharon por el Pacto Hist¨®rico al calor de un poder emergente que se acercaba al Palacio apoyado en un desencanto general de los colombianos. Los dos llevaban a?os movi¨¦ndose en los c¨ªrculos pol¨ªticos del pa¨ªs, pero dejaron la ideolog¨ªa a un lado. Benedetti se convirti¨® enseguida en el m¨¢s petrista de los petristas, en el m¨¢s fiel compa?ero de un candidato con tendencia a no madrugar y llegar tarde a las citas. En la incendiaria y larga campa?a electoral, Benedetti era el ¨²nico con el poder de sacar de la cama a Petro y ponerlo en marcha. Ahora se lleva sus secretos a otro lado.
?Toda mi gratitud presidente @petrogustavo! pic.twitter.com/oed3jbeSmi
— Laura Sarabia (@laurisarabia) June 2, 2023
El Gobierno ha vivido una semana de v¨¦rtigo. Hace seis d¨ªas, la revista Semana public¨® que la ni?era de Sarabia hab¨ªa sido sometida al pol¨ªgrafo por el robo de un malet¨ªn. No hubo excesivo ruido alrededor de eso. D¨ªas despu¨¦s, la jefa de Gabinete acus¨® a su antiguo jefe de estar detr¨¢s de esa filtraci¨®n. ?l lo neg¨® en un hilo de Twitter, en el que dejaba caer que Sarabia escond¨ªa en casa m¨¢s dinero del que hab¨ªa denunciado en la fiscal¨ªa -en un principio denunci¨® la p¨¦rdida de 4.000 d¨®lares, despu¨¦s 7.000; Benedetti dijo que son 15.000- y que puede que tuviera interceptados los tel¨¦fonos de gente implicada en el asunto. Benedetti, de repente, sin que nadie lo esperase, se puso en el centro de la pol¨¦mica. Visto con el paso de los d¨ªas, fue una forma de inmolaci¨®n propia y un intento de desestabilizar el Gobierno que hab¨ªa ayudado a crear. Su car¨¢cter explosivo puso en aprietos a Petro.
Al d¨ªa siguiente, la revista Cambio revel¨®, y poco despu¨¦s la fiscal¨ªa refrend¨®, que la empleada de Sarabia no solo hab¨ªa sido sometida al pol¨ªgrafo, sino que tambi¨¦n le hab¨ªan interceptado el tel¨¦fono haci¨¦ndola pasar por la cocinera de un miembro del Clan del Golfo. Los polic¨ªas que llevaban la investigaci¨®n recurrieron a esta trampa para justificar unas escuchas a todas luces ilegales. ?Qu¨¦ llev¨® a que unos polic¨ªas cometieran esa ilegalidad? La duda se dirigi¨® a Sarabia: ?conoc¨ªa ella el m¨¦todo de investigaci¨®n? Petro asegura que no, pero la mera sospecha es una mancha demasiado grande sobre su Gobierno. Ha dejado caer a Sarabia, a quien tanto estimaba, de quien no se separaba ni un segundo en p¨²blico. Por el camino, se ha llevado por delante a Benedetti, protagonista inesperado.
El fiscal general de la Naci¨®n, Francisco Barbosa, ha aprovechado la oportunidad de acorralar de nuevo al presidente. Barbosa ha bautizado este caso de Sarabia y Benedetti -con poco sentido de la proporcionalidad- como el peor proceso contra los derechos humanos en a?os y lo ha equiparado con las chuzadas ilegales que hizo la extinta polic¨ªa pol¨ªtica del DAS a decenas de opositores, magistrados y periodistas durante el Gobierno de ?lvaro Uribe. Elegido por el anterior presidente, el uribista Iv¨¢n Duque, el fiscal hace una oposici¨®n judicial al Gobierno. Petro le ha pedido que act¨²e de forma profesional y no haga un juicio paralelo mientras se establecen las responsabilidades penales. ¡°En mi Gobierno a nadie se la ha ordenado una sola interceptaci¨®n ilegal. Ni a ilustres y poderosos exfuncionarios ni a personas humildes. No se les ha dado esa orden ni se les dar¨¢¡±, ha dicho.
Hace un mes, el presidente hizo una transformaci¨®n de su Gobierno con la intenci¨®n de virar a la izquierda. Se deshizo de siete ministros, los m¨¢s apegados al centro y a la derecha, con los que se hab¨ªa congraciado para ganarse a la dividida sociedad colombiana. Descubri¨® que eso no le estaba dando resultado y decidi¨® volver a las esencias. Nada ha sido f¨¢cil desde entonces. Rota la mayor¨ªa en el Congreso, no logra encauzar las reformas con las que pensaba cambiar el pa¨ªs. Las encuestas muestran que su favorabilidad cae. Ahora Petro se ve obligado a otra transformaci¨®n, a reinventarse de nuevo, por segunda ocasi¨®n en solo 10 meses. Pero esta vez se ha quedado solo, sus guardianes est¨¢n muertos pol¨ªticamente.
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