Malcolm Deas, la mirada heterodoxa sobre la historia de Colombia
Con esa aproximaci¨®n, el profesor ingl¨¦s somet¨ªa al escrutinio muchos de los estereotipos y lugares comunes reinantes en la visi¨®n que los colombianos tenemos de nuestro propio pa¨ªs
El 9 de agosto de 1989, escasos diez d¨ªas antes de su asesinato, Luis Carlos Gal¨¢n Sarmiento, quien se perfilaba como el m¨¢s seguro presidente de Colombia para el per¨ªodo 1990-1994, concedi¨® la que fuera una de sus ¨²ltimas entrevistas a la periodista venezolana Isa Dobles. Al final de la amena conversaci¨®n, Dobles le pregunt¨® qu¨¦ recomendaci¨®n les daba a los j¨®venes latinoamericanos que quisieran participar en pol¨ªtica. Sin dudarlo un segundo, Gal¨¢n Sarmiento contest¨®: que estudiaran historia para comprender mejor los problemas de nuestros pa¨ªses.
La respuesta del inmolado l¨ªder colombiano no era gratuita. Luego de la derrota de su aspiraci¨®n presidencial en 1986, alguien le recomend¨® irse a Oxford un a?o sab¨¢tico a estudiar historia de Latinoam¨¦rica con el profesor Malcolm Deas. La recomendaci¨®n fue sabia, Gal¨¢n retorn¨® a Colombia con una perspectiva m¨¢s profunda de los problemas del pa¨ªs dentro del contexto latinoamericano. Una perspectiva que leg¨® en historiadores tan reconocidos como Jorge Orlando Melo, Marco Palacios o Eduardo Posada Carb¨®, todos alumnos suyos.
El profesor Deas fue un personaje muy singular en la academia oxfordiana. A pesar de no poseer un t¨ªtulo doctoral como historiador, en 1966 se vincul¨® como profesor al reci¨¦n creado Centro de Estudios Latinoamericanos adscrito al St. Antony¡¯s College, donde desarroll¨® como pocos una larga y prol¨ªfica carrera acad¨¦mica, pero tambi¨¦n como tutor de varias generaciones de estudiantes que luego tendr¨ªan una incidencia muy importante en diferentes campos de la vida p¨²blica y cultural de sus respectivos pa¨ªses.
En alguna ocasi¨®n cont¨® que la lectura de Nostromo de Joseph Conrad le estimul¨® el inter¨¦s por conocer la historia de Latinoam¨¦rica. As¨ª fue como aterriz¨® a fines de 1963 en Bogot¨¢. Recorri¨® Colombia en bus y se enamor¨® para siempre del pa¨ªs hasta recibir su nacionalidad en 2008, a manos del entonces presidente ?lvaro Uribe V¨¦lez (qui¨¦n, como Gal¨¢n, fue su alumno). El estudio de la historia de Colombia lo llev¨® a conocer la de Venezuela y Ecuador, por haber formado parte de la denominada ¡°Gran Colombia¡± de la que se hizo un especialista. De ah¨ª extendi¨® su inter¨¦s por Argentina, Chile y Cuba, para abarcar casi todo el subcontinente.
El conocimiento que el profesor Deas lleg¨® a tener de Latinoam¨¦rica, en especial de Colombia, no lo obtuvo exclusivamente de los libros ¡ªaunque sus tres bibliotecas personales contuvieran todos los que hay que leer para aproximarse a ella¡ªni tampoco en forma espor¨¢dica fruto de compromisos acad¨¦micos, sino de la permanente y aguda observaci¨®n de la vida nacional y local, en cuya trama se adentraba con el asombro a flor de piel. No era casual que sus ensayos y conferencias estuvieran salpicados de an¨¦cdotas de la vida cotidiana que ilustraban con mucha lucidez sus planteamientos. Aunque la historia pol¨ªtica fue el tema dominante de su producci¨®n acad¨¦mica, se ocup¨® de la pintura y la fotograf¨ªa como testimonios hist¨®ricos de las costumbres de nuestros pueblos.
Se pudiera decir, sin embargo, que el principal aporte que el profesor Deas les deja a los acad¨¦micos colombianos y latinoamericanos es la de abordar siempre la historia con miradas heterodoxas; la de concederle importancia a las personalidades de los actores pol¨ªticos, m¨¢s all¨¢ de las ideolog¨ªas; la de observar con debida atenci¨®n el comportamiento de los ciudadanos del com¨²n para entender mejor la trama de la pol¨ªtica desde los ¨¢mbitos locales. Con esa mirada de la historia, el profesor Deas somet¨ªa al escrutinio y con rigurosidad muchos de los estereotipos y lugares comunes reinantes en la visi¨®n que los colombianos tenemos de nuestro propio pa¨ªs. En esa perspectiva les daba igual importancia a los estudios comparativos para poder dilucidar la singularidad de nuestra historia.
No es tarea f¨¢cil derrumbar ¨ªdolos o desmontar mitos ni leyendas. El profesor Deas ten¨ªa una especial habilidad para generar pol¨¦micas constructivas, que obligaban a quien lo escuchara o leyera a prestarle atenci¨®n a sus argumentos, as¨ª no terminara convencido de ellos.
Al recordar a Malcolm Deas y sus excelsas virtudes como profesor, no pod¨ªa faltar la m¨¢s sobresaliente de ellas: su exquisito sentido del humor. Imposible resistirse a la hilaridad que provocaban sus comentarios, tanto en la conversaci¨®n m¨¢s coloquial como en la m¨¢s formal de las conferencias. No hab¨ªa forma de aburrirse en sus conferencias, sus apuntes no solo hac¨ªan re¨ªr a la audiencia que lo escuchaba, sino que formaban parte del contexto en que ellas se desenvolv¨ªan. Se burlaba tambi¨¦n de s¨ª mismo, signo de su sabidur¨ªa.
Tuve el honor y el privilegio de ser uno de sus estudiantes, y recuerdo hoy aquel consejo que me dio una ma?ana de septiembre de 1991 que habr¨ªa de cambiarme la vida para siempre. Me hallaba en Barranquilla, mi ciudad natal, trabajando en terminar la tesis doctoral de la que era mi tutor. La nueva Constituci¨®n de Colombia, que entr¨® en vigor el 4 de julio de 1991, consagr¨® por primera vez la elecci¨®n popular de los gobernadores de los departamentos. Sin ninguna experiencia p¨²blica previa, una coalici¨®n de fuerzas pol¨ªticas me ofreci¨® postularme como candidato a la Gobernaci¨®n del departamento del Atl¨¢ntico en las elecciones que tendr¨ªan lugar a finales de octubre de ese a?o.
Desconcertado por tan inesperada proposici¨®n, lo primero que se me vino a la cabeza fue consultarle a Malcolm sobre si deb¨ªa aceptar o no, con la esperanza de que me dijera que ¡°no¡±, que deb¨ªa primero terminar de escribir la tesis. Lo llam¨¦ sin tener en cuenta la diferencia de horario con Inglaterra. Luego de sonar el tel¨¦fono por un buen rato me contest¨® con voz a¨²n somnolienta, y le hice la pregunta, a la que me contest¨®: ¡°Bueno, estas no son horas de llamar, pero acepte, acepte, porque es mejor hacer la historia que escribirla¡¡± As¨ª fue como termin¨¦ a?os m¨¢s tarde de vicepresidente de Colombia, despu¨¦s haber sido elegido gobernador. Gratitud eterna a mi maestro.
Gustavo Bell Lemus es un historiador y pol¨ªtico colombiano que fue vicepresidente de 1998 a 2002 durante el gobierno del expresidente Andr¨¦s Pastrana
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