Las madres cabeza de familia que luchan por liberar el centro de Colombia de minas antipersona
Una veintena de mujeres trabaja en el desminado humanitario en el departamento del Meta, una regi¨®n asolada a¨²n por las tensiones de la guerra
Con un sol de 33 grados, Leanis Garizao y Tatiana Pati?o se arrodillan frente a la maleza para encontrar trampas explosivas bajo las tierras del municipio de Puerto Concordia, en el departamento del Meta, en las llanuras al oriente de Colombia. Con cascos y chalecos de protecci¨®n, las j¨®venes madres, de 21 y 26 a?os, remueven la vegetaci¨®n para poder deslizar detectores de metales.
¡°Queremos quitar las marcas de la violencia¡±, se?ala Pati?o, mientras el sudor cae detr¨¢s del visor de su casco. Desde hace cuatro meses ella y Garizao, se unieron al equipo de desminado humanitario de 37 personas en Puerto Concordia. Una iniciativa de la ONG Humanity & Inclusion (HI) para desvanecer el rastro de la guerra de los llanos orientales de Colombia, compuesta mayoritariamente por mujeres.
La mayor¨ªa de las 22 mujeres del grupo son madres de la regi¨®n y cargan todo el peso de sus hogares. ¡°Mi motivaci¨®n para estar a pleno rayo de sol, arrodillada y con las manos llenas de tierra, son mis hijos¡±, enfatiza Pati?o, que vive sola con Juan Diego y Guadalupe, de dos y siete a?os. Ella y Garizao se capacitaron juntas para despejar ¨¢reas con sospecha de minas. Ambas pueden detectar la ubicaci¨®n de los artefactos, pero solo una mujer puede neutralizarlos y evitar detonaciones.
Se trata de Farid Carrillo, la ¨²nica persona del equipo acreditada para desarmar los explosivos. La l¨ªder de 36 a?os es una de las 9 mujeres de HI en Colombia que sabe controlar desde un arma de fabricaci¨®n casera hasta una granada de uso militar. En el ¨²ltimo a?o, ha desactivado cinco artefactos en fincas de la regi¨®n, y, a su cargo, el equipo ha liberado cerca de 600 metros cuadrados del riesgo de minas.
A expensas de los fantasmas de la guerra
La labor de estas mujeres es esencial. En el Meta, el conflicto ha desplazado a m¨¢s de 239.000 personas, y ha dejado el 9,9% de las 12.380 v¨ªctimas de minas antipersona en Colombia, seg¨²n cifras del Gobierno. Es precisamente la imagen de las v¨ªctimas lo que motiva el trabajo de las mujeres. ¡°No quiero volver a ver ni?os con las piernas amputadas¡±, sentencia Carrillo, quien desde hace siete a?os se dedica al desminado humanitario con HI. Al igual que Garizao y Pati?o, empez¨® despejando los suelos de rodillas.
Esa labor de mujeres y hombres en 19 zonas de 5 de los 32 departamentos del pa¨ªs, le ha permitido a la organizaci¨®n liberar m¨¢s de 340.000 metros cuadrados desde 2017 y acabar con 447 artefactos explosivos. Seg¨²n la oficina del alto comisionado para la Paz, entre el Ej¨¦rcito de Colombia y los actores humanitarios, hasta 2023 se han liberado casi 13 millones de metros cuadrados de terreno y se han eliminado 8.900 dispositivos mortales. A pesar de esos avances, la lucha contra el conflicto a¨²n no cesa.
Pese a que ya no hay combates entre la guerrilla, los paramilitares y la fuerza p¨²blica que obliguen a Carrillo a cubrir con colchones las paredes de su casa, ni a Pati?o a esconderse debajo del pupitre de la escuela como suced¨ªa hace unos 15 a?os, la tensi¨®n persiste. De hecho, el Foro de oeneg¨¦s humanitarias de Colombia se?al¨® que los grupos armados han bloqueado m¨¢s de 70 veces las acciones de organizaciones como HI en 50 municipios del pa¨ªs, solo durante el primer semestre de 2023.
Para evitar esos choques, la oeneg¨¦ emplea personas que sirven como puente entre los trabajadores y los locales. Mery y Janeth son madres y l¨ªderes comunitarias que sensibilizan a los campesinos acerca del peligro de las minas, al tiempo que abren paso a HI en los caser¨ªos. Su intervenci¨®n permite que Garizao y Pati?o alternen las labores de despeje con visitas a los habitantes para obtener informaci¨®n de primera mano sobre la posible localizaci¨®n de los artefactos.
Esa labor le permiti¨® al equipo desenterrar una granada y un cargamento de municiones a 300 metros de la casa de un campesino, hace apenas un mes. Adem¨¢s, el acercamiento hizo que Jhon Garc¨ªa, un ganadero de la zona, notificara a HI sobre la presencia de un explosivo casero en los matorrales de su finca. Ninguno de los dos beneficiarios habl¨® de la procedencia de los objetos. Un silencio que la ONG respalda. ¡°Muchas veces la informaci¨®n es m¨¢s peligrosa que el artefacto explosivo¡± asegura Carrillo, con la prudencia de alguien que ha visto los horrores del conflicto.
Las trabajadoras de HI visitan las viviendas de las zonas rurales de Puerto Concordia para recabar informaci¨®n sobre sospechas de la presencia de artefactos cerca de sus casas.
Jhon Garc¨ªa es un campesino de la regi¨®n que fue beneficiario del programa de desminado de HI, hace un par de meses. El equipo retir¨® un dispositivo improvisado de fabricaci¨®n casera que el hombre encontr¨® entre la vegetaci¨®n, a unos 50 metros de su hogar
En sus visitas a los hogares, las desminadoras repasan las cicatrices de violencia que tienen los metenses. ¡°Una se?ora nos cont¨® que vivi¨® en una finca en la que siempre ten¨ªa que pisar los mismos puntos porque nunca se sent¨ªa segura¡±, comenta Garizao, que lleg¨® al departamento en desde el caribe?o departamento de C¨®rdoba en 2012, cuando era una ni?a. En 2001, mucho antes del arribo de su familia a la vereda de Pororio, el caser¨ªo fue destruido por los paramilitares y la mayor¨ªa de personas abandonaron sus casas. Ahora, en el Pororio que dej¨® la guerra, vive con su madre y su hijo Jos¨¦ Alejandro, de tres a?os.
Una esperanza a medias
Garizao y Pati?o se sienten orgullosas de su trabajo. ¡°Me gusta lo que hacemos porque da tranquilidad a las personas y ayuda a quitar la creencia de que Colombia no es un pa¨ªs seguro¡±, concluye la madre de Juan Diego y Guadalupe. Pero esa creencia sigue viva, porque el conflicto, mutado, a¨²n est¨¢ vivo.
¡°La guerra no ha terminado y lamentablemente todo el territorio sigue siendo sospechoso¡±, sostiene Arturo Bureo, director de HI para Colombia. Pese a que la oeneg¨¦ recalca haber liberado 3 de los 406 municipios que el Gobierno clama como libres de minas, nadie tiene la certeza de que las amenazas explosivas no vuelvan a aparecer ¡ª adem¨¢s de que las cifras se?alan que hay m¨¢s de 700 municipios que no est¨¢n libres de esa amenaza.
Por ahora, en Puerto Concordia sigue siendo terreno vedado la zona que se conoce como ¡°margen derecho¡±, por esa orilla del rio Ariari. ¡°All¨¢ no hemos entrado mucho. Las cosas son diferentes¡±, expone Carrillo, sin dar detalles. Nadie habla de grupos armados con nombre propio ni de las tierras prohibidas, porque ah¨ª residen las heridas abiertas de la guerra. Una guerra que Leanis Garizao y Tatiana Pati?o no quieren ver padecer a sus hijos.
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