El acuerdo de paz se atasca en la olvidada regi¨®n Pac¨ªfico de Colombia
Las comunidades rurales del Pac¨ªfico medio, hist¨®ricamente afectadas por el conflicto armado, la pobreza y el abandono estatal, reclaman mejoras en sus territorios
Yineth Garc¨ªa lleva trenzado en su cabellera el mapa del lugar secreto a orillas del r¨ªo donde sus ancestros escond¨ªan las semillas, para luego buscarlas cuando lograban escapar de sus amos. Sus trenzas son una de las formas en que las poblaciones negras conservan y protegen elementos de las antiguas culturas africanas a las que pertenec¨ªan sus antepasados, quienes desembarcaron como esclavos en las costas de lo que hoy es Colombia. Yineth es una l¨ªder social y ha navegado en lancha, durante siete horas y media, desde su comunidad en Timbiqu¨ª hasta el puerto de Buenaventura. Llega para pedirle al Gobierno de Gustavo Petro soluciones a una profunda crisis social en derechos como salud, educaci¨®n y acceso al agua potable.
En el d¨ªa a d¨ªa, los labriegos del Pac¨ªfico salen con sus canoas a pescar o a cultivar la tierra en el campo. Viven en casas palaf¨ªticas, a orillas del mar, en medio de la vegetaci¨®n y la pobreza circundante. Yineth tiene 39 a?os, es docente y pertenece al consejo comunitario de Renacer Negro, donde escasamente hay dos calles pavimentadas, no hay agua potable y el orden p¨²blico est¨¢ constantemente asediado por los grupos armados ilegales. En 2011, ella se vio obligada a desplazarse del municipio tras el secuestro de su hermano. Por su liderazgo social ha sido amenazada y se vio obligada a sacar a su hijo de la comunidad. Bajo el sol, hizo el largo recorrido hasta Buenaventura para levantar su voz. ¡°Espero que el Gobierno llegue a servirnos porque estamos cansados¡±, dice.
Ind¨ªgenas y afros de esta zona, como Yineth, se reunieron en Buenaventura para presentar iniciativas que van desde la construcci¨®n y dotaci¨®n de centros de salud y escuelas, albergues para estudiantes y titulaci¨®n de tierras hasta la creaci¨®n de centros de memoria para la reparaci¨®n de las v¨ªctimas. Las iniciativas (llamadas ¡°hojas de ruta¡±) hacen parte de los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET), que fueron creados tras el acuerdo de paz de 2016. Con ellos buscan la reparaci¨®n de los territorios m¨¢s afectados por el conflicto armado: escogieron 170 municipios (de los 1.101 que tiene Colombia) por ser los que tienen mayores ¨ªndices de pobreza, miner¨ªa ilegal, cultivos de uso il¨ªcito y ausencia estatal.
El Pac¨ªfico medio era la ¨²nica regi¨®n donde las comunidades no hab¨ªan presentado estas iniciativas, pues, seg¨²n los l¨ªderes, en la Administraci¨®n precedente de Iv¨¢n Duque no se les tuvo en cuenta. Estas mismas comunidades le presentaron al actual Gobierno, a trav¨¦s de la Agencia de Renovaci¨®n del Territorio, 629 iniciativas, de las cuales escogieron 161 por considerarlas estrat¨¦gicas. Salud, ordenamiento social de la propiedad rural y uso del suelo; vivienda, agua potable y saneamiento b¨¢sico y derecho a la alimentaci¨®n son algunas de las grandes iniciativas que planean realizar a 15 a?os y para ello tuvieron en cuenta el enfoque diferencial ¨¦tnico y la identidad propia y cultural.
Las comunidades de estos territorios reclaman una salud digna. A pesar de acudir a los m¨¦dicos tradicionales, sabedores o sanadores, existe la necesidad de combinar los conocimientos occidentales con los tradicionales, un sistema que reconozca a ambos. Gladys Cuero es l¨ªder del resguardo Bellavista y Partidero (en Guapi, Cauca), partera y hierbatera. Cuando escucha que hay alg¨²n enfermo en su comunidad, ella es quien corre para atenderlo. En su cosmogon¨ªa, son los sabedores quienes buscan a los pacientes. No obstante, requieren de potencializar su medicina y crear un puesto de salud. En su comunidad enfrentan desaf¨ªos como tener que desplazarse a ¨¢reas remotas y dispersas, lo que pone la salud del paciente en riesgo. En el puesto de salud de Timbiqu¨ª, por ejemplo, apenas cuentan con acetaminof¨¦n y escasean medicamentos para el dengue y el paludismo. Otros factores que amenazan sus pr¨¢cticas culturales son la limitaci¨®n del acceso a los lugares sagrados donde encuentran plantas medicinales debido a restricciones de orden p¨²blico ocasionadas por las bandas criminales y la falta de incentivos econ¨®micos para quienes practican la medicina propia.
La presentaci¨®n de las iniciativas no soluciona por s¨ª misma los rezagos que hay en las comunidades, pero permite conocer cu¨¢les son sus necesidades m¨¢s apremiantes. Si se cumplen, estas iniciativas beneficiar¨¢n a m¨¢s de 150 mil habitantes de las zonas rurales, donde habitan resguardos ind¨ªgenas y territorios colectivos afrocolombianos de los municipios L¨®pez de Micay, Timbiqu¨ª y Guapi, en el departamento del Cauca, y Buenaventura, en el Valle del Cauca (suroeste de Colombia). En muchos de estos municipios no hay agua potable. Los habitantes viven de la pesca artesanal, la agricultura, la miner¨ªa, la elaboraci¨®n de artesan¨ªas y la extracci¨®n de madera. Pese a que Buenaventura tiene uno de los puertos m¨¢s importantes de Colombia, son pocos los habitantes que viven del comercio y la mayor¨ªa est¨¢n en la pobreza absoluta.
Wisne Hinestroza Valencia es agr¨®nomo de profesi¨®n y l¨ªder social. En la comunidad que ¨¦l representa (Guaim¨ªa, zona rural de Buenaventura) no hay medicamentos necesarios para atender el precario puesto de salud; tampoco financiaci¨®n para producir en el campo. Las escuelas tienen infraestructura deficiente y poca conectividad, y hay escasa seguridad alimentaria. ¡°No hubo voluntad del Gobierno pasado de invertir en el Pac¨ªfico. Las reformas que pedimos son para dignificar la calidad de vida de las comunidades¡±, dice.
La presencia de actores armados es una de las mayores amenazas que enfrentan las comunidades en esta regi¨®n, donde est¨¢n asentadas las disidencias de las FARC y otros grupos delincuenciales. En Buenaventura, donde m¨¢s de 100.000 personas han sido v¨ªctimas del conflicto armado, ha habido cr¨ªmenes atroces en casas destinadas a torturas y desmembramientos, conocidas como ¡°casas de pique¡±. En el marco de la pol¨ªtica de paz total, las bandas criminales Los Shottas y Los Espartanos prorrogaron el cese al fuego hasta el febrero de 2024, no obstante, han seguido ocurriendo asesinatos selectivos y extorsiones.
Para las comunidades no habr¨¢ paz ni se realizar¨¢ ninguna de estas iniciativas si en sus territorios hacen presencia estos grupos criminales que desplazan o confinan a la poblaci¨®n. ¡°Cerrar las brechas de desigualdad implica que volvamos a vivir en armon¨ªa, tranquilidad, en nuestro territorio. De nada sirve que nos construyan un megacolegio o un hospital si no podemos ir a ser atendidos porque hay temor de la poblaci¨®n o porque incluso ya no est¨¦, porque lastimosamente la gente se sigue desplazando¡±, explic¨® uno de los l¨ªderes. Para Wisne Hinestroza Valencia, el panorama es ca¨®tico debido a que el conflicto armado se ha reconfigurado. ¡°El acuerdo de paz nos hizo ilusionar a todos al creer que realmente ¨ªbamos a tener tranquilidad porque ya se desmovilizaban las FARC. Lastimosamente quedaron los elenos (guerrilleros del ELN), llegaron las disidencias y otras organizaciones coparon esos espacios que ten¨ªan¡±, explica.
Rodrigo Granda, excomandante de las FARC y hoy delegado ante la CSIVI (Comisi¨®n de Seguimiento, impulso y verificaci¨®n de la implementaci¨®n del acuerdo final) secunda la idea: cree que, si no se cumple el acuerdo de paz firmado en La Habana jam¨¢s habr¨¢ paz en el pa¨ªs. Puntos como el de tierras, en el que se tiene que establecer un fondo de tres millones de hect¨¢reas de tierra para los campesinos, el catastro multiprop¨®sito, la sustituci¨®n de cultivos il¨ªcitos, entre otros, son compromisos a¨²n pendientes. ¡°El acuerdo de paz est¨¢ supremamente estancado. Los cuatro a?os del Gobierno anterior fueron perdidos en la implementaci¨®n¡±, dice Granda.
Paola Castro, de rostro angulado y p¨®mulos marcados, ingres¨® desde los 13 a?os a las FARC. ¡°No porque quise sino porque me toc¨®¡±, aclara. Dej¨® las armas en 2016 tras la firma del acuerdo de paz pero tiene miedo de que la maten, como ha sucedido con m¨¢s de 400 excombatientes. A sus 32 a?os no se atreve a decir p¨²blicamente que fue guerrillera. ¡°Algunos tienen la prevenci¨®n de que uno fue lo peor¡±, dice mientras recalca que no hay garant¨ªas y seguridad para los firmantes de paz. En un evento que congreg¨® a cerca de 200 personas, Paola se uni¨® a los reclamos. ¡°Estamos pidiendo educaci¨®n. Los ni?os a veces no van al colegio porque les da miedo. Necesitamos mejoramiento de vivienda, agua y trabajo para las mujeres. En este momento, yo tengo un beneficio del Gobierno pero cuando se acabe, ?qu¨¦ voy a hacer?¡±, se pregunta.
A nivel nacional se han aprobado m¨¢s de 33.000 iniciativas, inform¨® Ra¨²l Delgado, director de la Agencia de Renovaci¨®n del Territorio (ART). La implementaci¨®n de las otras hojas de rutas ha sido m¨ªnima tras siete a?os del acuerdo de paz. La ART articula las iniciativas con entidades p¨²blicas y el sector privado, pero no tiene presupuesto. ¡°Decir que se va a ejecutar en los dos a?os y medio que nos queda de Gobierno ser¨ªa faltar a la verdad, eso implica esfuerzos m¨¢s all¨¢ del periodo presidencial, de ah¨ª la importancia de empoderar a las comunidades porque es la garant¨ªa de sostenibilidad¡±. Las comunidades esperan que los nuevos alcaldes que se posesionan el primero de enero de 2024 acojan en sus planes de desarrollo estos proyectos. La presentaci¨®n de las iniciativas es el primer paso.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S sobre Colombia y aqu¨ª al canal en WhatsApp, y reciba todas las claves informativas de la actualidad del pa¨ªs.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.