Los rescatistas de perros que se tomaron los campos del sur de Bogot¨¢: ¡°Los animales son nuestra raz¨®n de ser¡±
Proteccionistas de Ciudad Bol¨ªvar encarnan la lucha por ayudar a los canes desamparados de las zonas rurales de la capital, donde priman el maltrato, el abandono y la sobrepoblaci¨®n animal
Cada vez que Jasbleidy Dimate se arrodilla, una manada de perros corre a lamerle la cara. Como t¨², Salvador, Carla, Sim¨®n y Poropo son algunos de los 150 canes a los que Dimate decidi¨® darles una segunda oportunidad. ¡°Los perros le dieron sentido a mi vida¡±, sentencia la animalista de 41 a?os, mientras abre un bulto de concentrado para alimentar a los cachorros del Refugio Canino 07. Un espacio que fund¨® hace seis a?os para ayudar a los animales desamparados, y que, desde inicios de 2023, opera en Mochuelo Alto, un barrio rural del sur de Bogot¨¢ en el que la mayor¨ªa de perros vive a su suerte.
¡°Los peores problemas aqu¨ª son el abandono, el maltrato y la sobrepoblaci¨®n¡±, recalca Dimate. A finales de agosto, denunci¨® en sus redes sociales el caso de un perro que andaba por una vereda de Ciudad Bol¨ªvar con el cuerpo cubierto de llagas ensangrentadas. Aunque Hope se recuper¨® gracias a un tratamiento que Dimate pag¨® a punta de donaciones, su historia es similar a las de muchos perros con las que la proteccionista lidia a diario.
¡°Rescato a los m¨¢s vulnerables. Los que se est¨¢n muriendo en la calle¡±, remata la mujer con la frustraci¨®n anclada a la garganta. Por cada perro adoptado que sale de su refugio, llega un par que est¨¢n enfermos, maltratados o abandonados. A veces son animales de raza que la gente deja a su suerte entre las monta?as. ¡°Vienen a abandonarlos aqu¨ª para que nadie se d¨¦ cuenta. Es algo que ha pasado siempre¡±, cuenta Dimate tras un resoplo de ira. Boxer, pitbull, husky siberiano, pug y pastor belga son algunas de las razas que ha rescatado.
Seg¨²n estimaciones de 2022 del Instituto Distrital de Protecci¨®n y Bienestar Animal de Bogot¨¢ (IDPYBA), m¨¢s de 66.000 perros deambulan por las calles de la ciudad. La cifra no incluye la poblaci¨®n de las ¨¢reas rurales, en las que los canes pasan inadvertidos y sobreviven a merced de la caridad. De hecho, Dimate encuentra la mayor¨ªa de animales durante recorridos por las veredas de Ciudad Bol¨ªvar y Usme, localidades del empobrecido sur de Bogot¨¢ en las que es muy com¨²n ver perros fam¨¦licos merodeando las basuras o amarrados a las afuera de las casas. ¡°No hay una cultura de cuidado a los animales¡±, sentencia la mujer, entre el ruido de los ladridos.
Juan Esteban Casta?o es el ¨²nico que apoya sus labores en el refugio. Inici¨® como voluntario y hace un a?o empez¨® a trabajar de forma permanente junto a Dimate. ¡°Me gusta lo que hacemos y creo que es importante¡±, apunta el joven de 21 a?os, que sue?a con convertirse en adiestrador canino profesional. ?l y Dimate viven en una casa de unos 40 metros cuadrados, ubicada en un rinc¨®n del refugio. ¡°Tenemos que estar aqu¨ª para ellos. Son nuestra raz¨®n de ser y nos necesitan todo el tiempo. Es imposible pensar en d¨ªas libres o vacaciones¡±, enuncia Dimate, sentada junto a Nena, una perra negro azabache que la acompa?a desde hace 16 a?os.
Entre las tareas de alimentaci¨®n e higiene, los traslados y los tratamientos veterinarios, el tiempo en el refugio se esfuma. Muchos perros llegan con afecciones renales, problemas en la piel, enfermedades como moquillo, distintos tipos de c¨¢ncer o incluso condiciones de invalidez. ¡°Tratamos de sacar adelante a los que m¨¢s se pueda¡±, resalta Dimate, mientras camina hacia las casetas de madera en las que varios cachorros intentan recuperarse del parvo, un virus que ataca principalmente los intestinos.
¡°Me encantan los beb¨¦s. Hago lo posible para que se salven¡±, exclama Dimite entre caricias y juegos con los cachorros que menean la cola alrededor de ella que, al igual que Casta?o, tiene los antebrazos repletos de peque?os rasgu?os y las u?as curtidas de tierra.
Para ellos, los esfuerzos se justifican a la hora de salvar y cambiar vidas. ¡°Queremos que tengan un hogar en donde les den el amor que se merecen¡±, asegura Dimate esperanzada. La ¨²nica exigencia para las adopciones es que las personas muestren la voluntad firme de cuidar a un perro de por vida y que aporten una donaci¨®n para que el refugio contin¨²e sus labores en la finca que rentan desde enero de 2023.
Antes, la mujer trabaj¨® en una casa en la que lleg¨® a tener varias decenas de canes. ¡°Era muy dif¨ªcil todo all¨¢ y el due?o me pidi¨® varias veces que me fuera¡±, comenta la rescatista, convencida de que mudarse al campo ha sido la mejor decisi¨®n. Ahora, su refugio est¨¢ abierto todos los d¨ªas para quienes quieran visitarlo.
¡°Dependemos de la gente. Sin las donaciones, nada ser¨ªa posible¡±, apunta Dimate, que tras c¨¢lculos apresurados apunta a decir que los gastos mensuales del Refugio Canino 07 rondan los 13 millones de pesos (poco m¨¢s de 3.000 d¨®lares), entre dos bultos de comida diarios, material de limpieza, medicinas y visitas al veterinario para tratamientos, vacunas y esterilizaciones. ¡°Esterilizar es lo m¨¢s importante para responder al problema de los perros¡±, apunta la proteccionista.
El IDPYBA apoya al refugio con dos esterilizaciones al mes, una cifra m¨ªnima para un lugar que mantiene 150 animales en promedio. Natalia Parra, subdirectora de Cultura Ciudadana y Gesti¨®n del Conocimiento del IDPYBA, asegura que el presupuesto de la entidad no permite ayudar lo suficiente a los cerca de 400 refugios reconocidos en la ciudad. ¡°Lamentablemente, los animales contin¨²an en la cola de las prioridades¡±, zanja la funcionaria, una animalista de larga trayectoria. En 2022, la instituci¨®n contaba con un presupuesto de unos 34.000 millones de pesos (alrededor de 8 millones de d¨®lares), que se redujeron a 28.000 millones (unos 7 millones de d¨®lares) en 2023, seg¨²n datos de la entidad.
Parra explica que muchos de los esfuerzos del IDPYBA est¨¢n orientados a un cambio en las conductas ciudadanas. ¡°Realizamos varias intervenciones en las comunidades para que la gente aprenda buenas pr¨¢cticas con sus mascotas de compa?¨ªa y con el resto de los animales¡±, apunta.
Dimate considera que esas estrategias no han surtido efecto, pues es testigo de las mismas realidades en las zonas rurales. ¡°Aqu¨ª hay personas que cogen los perros para sacarles cr¨ªa y luego venderlas. Personas que ponen los perros a pelear para lucrarse. Gente que abusa sexualmente de los animales. En fin, muchas cosas a las que nadie les pone cuidado¡±, denuncia la animalista, quien perdi¨® la cuenta de los derechos de petici¨®n que ha presentado ante el IDPYBA para alertar sobre situaciones de peligro. ¡°A veces me contestan que van a los lugares y que no hay nadie. Repiten lo mismo si vuelvo a preguntar por los casos¡±, remata con frustraci¨®n, mientras mira a Theo, un perro blanco de aspecto pitbull con varios cortes en la cabeza.
La desconfianza de la rescatista hacia los tomadores de decisiones la motiva a so?ar con ayudar a m¨¢s animales. ¡°Quiero tener cinco refugios. Ya tengo en la cabeza c¨®mo quiero que sean¡±, exclama con una sonrisa. Dimate, que tambi¨¦n tiene una docena de gatos en el refugio, se imagina suelos de concreto, zonas verdes bien cortadas y fumigadas, m¨¢s casetas de madera y otros proyectos que consumen su vida y la de Casta?o.
Despu¨¦s de darle la comida del mediod¨ªa de los cachorros, los dos rescatistas suben a la minivan del refugio varias cajas de salchichas que les donaron. Planean llev¨¢rselas a Martha Rosas, una colega de otra zona de Usme que abre las puertas de su casa todas las noches para que varios animales puedan dormir bajo techo. Al igual que a Dimate, como si la bondad se pudiese olfatear, un s¨¦quito de perros tambi¨¦n la persigue por dondequiera que va.
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