La rebeli¨®n de los vecinos del basurero de Bogot¨¢
Los habitantes de un sector del sur de la ciudad viven entre insectos y el mal olor de un vertedero que recibe 6.500 toneladas de residuos al d¨ªa
Benjam¨ªn Cangrejo lleva m¨¢s de un mes sinti¨¦ndose mal. Los ataques de tos lo interrumpen cuando intenta contar que, como ¨¦l, muchos de sus vecinos est¨¢n enfermos. El botadero de basura de Bogot¨¢, que recibe 6.500 toneladas de residuos al d¨ªa, est¨¢ a pocos metros de sus casas, en los barrios Mochuelo Alto y Bajo en el sur de la ciudad. Han soportado vivir entre moscos y el mal olor que los obliga a usar tapabocas, pero no aguantan m¨¢s. En septiembre salieron a las calles a protestar y anuncian que lo volver¨¢n a hacer.
Para algunos, el relleno Do?a Juana se qued¨® detenido en el tiempo. Existe desde 1988, cuando apenas hab¨ªa treinta casas en la zona, hoy son m¨¢s de 10.000 personas viviendo all¨ª. Una bomba de tiempo que exige atenci¨®n estatal. ¡°Nos preocupa que la Alcald¨ªa hable de expandir el relleno y prolongar su vida ¨²til por muchos m¨¢s a?os. Nadie piensa en nosotros¡±, reclama Cangrejo, de 67 a?os.
Aunque la licencia para que el Centro de Gerenciamiento de Residuos (CGR) opere el vertedero vence en 2022, el gobierno local ha asegurado que con adecuaciones y la compra de otros terrenos podr¨ªa funcionar hasta 2036 y si se ampl¨ªa hacia el sur alcanzar¨ªa hasta el 2070, los habitantes del sector se oponen. Recuerdan que el CGR ha sido sancionada dos veces por mal manejo del botadero y temen ser desplazados por la basura. Las personas que viven en estos barrios, que deber¨ªan estar dichosas por estar en una de las zonas rurales de Bogot¨¢, se sienten amenazadas. ¡°?De qu¨¦ nos sirve ser la despensa agr¨ªcola de la ciudad si nadie nos escucha?¡± Se pregunta Arcesio Z¨²?iga, l¨ªder comunal de Mochuelo Bajo. ?l y sus vecinos viven entre el verde que da arveja, papa, habas y una monta?a de desechos. De sus tierras salen alimentos para la ciudad, que a cambio les devuelve camiones repletos de basura, todos los d¨ªas, las 24 horas.
Las quejas han sido respaldadas por los organismos de control. La superintendencia de servicios p¨²blicos ha asegurado que las irregularidades detectadas en Do?a Juana ponen en riesgo la salud de los habitantes de urbanizaciones aleda?as al relleno. Para la autoridad ambiental de la regi¨®n se ha sobrepasado el 80% de las ¨¢reas descubiertas autorizadas para la disposici¨®n de residuos, lo que ha generado que se dispongan de forma desordenada en ¨¢reas que no estaban acondicionadas. El operador del vertedero se defiende asegurando que trabaja para evitar ¡°incomodidades¡± y que tiene en marcha un plan de fumigaci¨®n para combatir los insectos. Por ahora, reparten entre la comunidad recipientes untados con pegamento. ¡°?A usted le parece que esto sea una soluci¨®n?¡±, reclama Ximena Trivi?o, mientras ense?a varios platillos repletos de bichos.
Los barrios afectados cargan con el peso del olvido estatal. Algunas v¨ªas est¨¢n sin pavimentar y el servicio de transporte es limitado. ¡°Parece que no fu¨¦ramos parte de Bogot¨¢, como si por vivir en el sur no existi¨¦ramos¡±, lamenta Z¨²?iga. Habla en nombre de los habitantes de la periferia de Bogot¨¢ que reclaman mayor presencia gubernamental y solidaridad del resto de bogotanos. Al menos el 40% de lo que llega al relleno Do?a Juana es material que se podr¨ªa reciclar: botellas, vidrios, metales. Cristi¨¢n Robayo, edil del sector, asegura que se est¨¢ enterrando material que podr¨ªa generar energ¨ªa. ¡°Es arcaico que se sigan sepultando recursos que podr¨ªan ser manejados para otro tipo de producci¨®n. Hay que cambiar el manejo de residuos por una forma m¨¢s cient¨ªfica y t¨¦cnica¡±, dice Robayo, uno de los l¨ªderes que respalda a la comunidad en su idea de llevar el caso a la Comisi¨®n Interamericana de Derechos Humanos.
La Procuradur¨ªa ha comprobado que las denuncias de los vecinos son ciertas y en las ¨²ltimas semanas ha llamado a las autoridades a tomar medidas ante la amenaza ambiental que representa el estado actual del relleno. Los habitantes del sector esperan acciones concretas mientras siguen esquivando las moscas y desafiando la calle con nuevas protestas.
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