Un d¨ªa con los vendedores m¨¢s buscados en San Valent¨ªn: ¡°Desde que somos ni?os, nuestra vida han sido las flores¡±
Una tradici¨®n familiar que empezaron mujeres marca la vida de los floristas de Bogot¨¢
Brandon Garc¨ªa, un vendedor de 25 a?os, habla entre risas. ¡°Los colombianos dejan todo para ¨²ltima hora¡±, dice. Son las nueve de la ma?ana, y lleva ocho horas vendiendo rosas en el parqueadero de la plaza de mercado de Paloquemao, una de las m¨¢s tradicionales de Bogot¨¢. Es uno de los m¨¢s de 100 due?os de los puestos de flores que negocian al por mayor rosas rojas, rosadas, amarillas, naranjas y blancas. Todos exhiben sus mejores rosas, tra¨ªdas de las afueras de Bogot¨¢, para conquistar a otros comerciantes, compradores de todo el pa¨ªs que luego las vender¨¢n por el doble del precio en supermercados, tiendas o florister¨ªa. Es el martes antes de la celebraci¨®n de San Valent¨ªn, d¨ªa de los enamorados.
El traj¨ªn se siente a pesar de que la jornada de ventas ya ha avanzado este martes 13. El 14 de febrero ha sido por a?os el gran d¨ªa, cuenta Brandon. Espera vender 300 paquetes de docenas de rosas rojas por m¨¢s de tres millones de pesos (aproximadamente 760 d¨®lares), una cifra extraordinaria frente a sus ventas diarias de entre 300.000 y 600.000 pesos (entre 75 y 150 d¨®lares). En todo caso, son cifras paup¨¦rrimas frente al pasado, hace cinco a?os, cuando pod¨ªa recibir m¨¢s de dos millones de pesos en dos horas. ¡°Ahora nos toca pararnos todo el d¨ªa y, aun as¨ª, quedan rosas sin vender¡±, asegura, resignado. Tiene todav¨ªa docenas de rosas frescas por vender.
Que sea todo el d¨ªa puede sonar natural. Pero en la plaza no lo es tanto. Los vendedores trabajan en un horario contrario al de la mayor¨ªa de las personas. A las 11 de la ma?ana salen; algunos aprovechan para ir directamente a los cultivos de flores de las afueras de la ciudad para recoger las flores que vender¨¢n al d¨ªa siguiente. No es lo mismo empezar ese tr¨¢mite, el que asegura su negocio, tras dos horas de trabajo que al haber terminado una jornada completa.
¡°Desde que somos ni?os, nuestra vida han sido las flores¡±
Colombia es reconocida por sus bellas y coloridas flores, en una industria exportadora que ya suma medio siglo de ¨ªmpetu. Como ha pasado por d¨¦cadas con el caf¨¦, las mejores rosas no se venden en el pa¨ªs. No es rentable. Mientras una docena de rosas es vendida por los cultivadores a los exportadores a 50.000 pesos colombianos (13 d¨®lares), en Colombia los due?os de los negocios de flores la compran a 30.000 pesos colombianos (siete d¨®lares aproximadamente). El due?o del cultivo no tiene mayor dilema.
San Valent¨ªn tiene una raigambre cultural fuerte en Estados Unidos, el principal mercado de exportaci¨®n de las flores colombianas. Durante meses los productores se alistan para exportar en febrero sus mejores flores. ¡°Mandan las cerradas, las de tallos de 80 cent¨ªmetros, mientras que ac¨¢ se quedan las de 40 o m¨¢ximo 50¡å, dice Brandon. El mayorista habla a partir de una experiencia larga, pese a su corta edad. Creci¨® en Laly Flowers, el puesto de su mam¨¢ en la plaza de Paloquemao. Desde hace siete a?os lo lidera con su hermano Esteban, de 18. ¡°Desde que somos ni?os, nuestra vida han sido las flores¡±, resume.
Brandon denota seguridad. Cuenta que, desde que su madre le confi¨® el negocio, se levanta a medianoche para llegar a la plaza a la una de la ma?ana. Es profesional en Negocios Internacionales de la universidad Unicoc. All¨ª llegaba a tomar clases a las ocho de la ma?ana, tras trabajar una jornada completa en la plaza. Recuerda que sal¨ªa al mediod¨ªa a su casa, a dormir por la tarde e inicios de la noche.
¡ª?En cu¨¢nto la docena de rosas? ¡ª le pregunta un cliente este martes.
¡ª A 35.000 pesos, sin rebaja ¡ª responde tajantemente.
La familia Garc¨ªa no es la ¨²nica que tiene el negocio de las flores como tradici¨®n familiar. Cerca de ellos trabajan los hermanos Cruz, Manolo y N¨¦stor Hern¨¢n. Llevan m¨¢s de 20 a?os vendiendo rosas en el puesto en el que empez¨® su madre, quien muri¨® hace cinco a?os. ¡°Nadie puede venir a vender ac¨¢. Solo nosotros¡±, dice Manolo, de 59 a?os. Para ¨¦l, pese a que concuerda en que han disminuido las ventas en general, los colombianos ahora tienen m¨¢s presente San Valent¨ªn. ¡°Antes ni lo celebraban¡±.
Los hermanos Cruz han sacado adelante a su familia apunta de rosas y claveles flores. Manolo pag¨® las carreras universitarias de sus dos hijas: Olga Catherine estudi¨® Psicolog¨ªa en la Universidad de La Sabana y Yulieth es fisioterapeuta de la Escuela de Fisioterapeutas. N¨¦stor hizo igual con sus hijos Camilo y Juan Esteban, ingenieros de sistemas en la Escuela Colombia de Ingenier¨ªa, y Karina, profesional en Finanzas Internacionales de la Universidad de La Sabana.
Colombia, el segundo pa¨ªs exportador de flores en el mundo
De acuerdo con el ¨²ltimo informe del Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) de este mismo 13 de febrero, ¡°Colombia es el segundo exportador de flores en el mundo¡±. El primero es Pa¨ªses Bajos. La entidad, encargada de la pol¨ªtica sanitaria del pa¨ªs, cuenta que hay 2.210 cultivos para exportaci¨®n, y 825 empresas registradas como exportadoras. La entidad recuerda que se llegan a sacar hasta 40 vuelos diarios de flores, un producto que necesita transporte r¨¢pido y refrigerado para llegar a sus compradores finales sin perder frescura.
Lo que para los funcionarios del ICA puede ser un orgullo, para Manolo y N¨¦stor es una mala noticia: les gustar¨ªa tener flores de mayor calidad para vender m¨¢s. Brandon asegura que el volumen de exportaci¨®n de flores creci¨® este a?o debido al clima. ¡°Las altas temperaturas hacen que la flor crezca m¨¢s r¨¢pido y por eso aumenta la cosecha¡±, afirma. Distinto ser¨ªa un San Valent¨ªn en una ¨¦poca menos calurosa. Pero esos cambios son secundarios: el negocio se mueve r¨¢pido, antes de que pasa el gran d¨ªa de ventas.
¡°Los colombianos ahora prefieren la fecha gringa¡±
¡°Un detallito de flores para mi novia, por favor¡±, le dice un joven de pelo largo a Victoria Rodr¨ªguez, una bogotana de 23 a?os, morena, con cinco perforaciones visibles en la piel, una sonrisa dulce y el sue?o latente de estudiar Psicolog¨ªa. Trabaja en la Florister¨ªa Camachos, ubicada en la calle 69 con Avenida Caracas, en Chapinero. Es una zona tradicionalmente dedicada a la venta de flores, tanto as¨ª, que la vecina estaci¨®n del servicio de transporte masivo, Transmilenio, se llama Las Flores. Las flores que Brando o los Cruz venden al por mayor m¨¢s hacia el centro de la ciudad, Victoria y decenas de personas m¨¢s las arreglan para que la compre quien desea decorar su casa o dar un regalo de San Valent¨ªn.
Victoria explica la cadena de comercializaci¨®n de las flores en la urbe de una decena de millones de habitantes. Cuenta que su patr¨®n madruga los mi¨¦rcoles y s¨¢bados a Paloquemao, donde consigue las flores para el resto de la semana. Duran en perfecto estado cuatro d¨ªas. Si no logran venderlas en ese plazo, dice sonriendo, se las llevan a las monjas de la iglesia de Lourdes: ¡°Ellas las ponen en la misa¡±.
Victoria cuenta que en la florister¨ªa no han ca¨ªdo las ventas en San Valent¨ªn, pero s¨ª en el d¨ªa del amor y amistad, una festividad colombiana que cae el segundo s¨¢bado de cada mes de septiembre. ¡°Los colombianos ahora prefieren la fecha gringa¡±, afirma contundentemente. Y da cifras para demostrarlo: explica que un d¨ªa normal venden unos 300.000 pesos (alrededor de 76 d¨®lares), si le va bien. En San Valent¨ªn, llega a una cifra entre 600.000 y 700.000 pesos (de 150 a 170 d¨®lares). Sin embargo, afirma que el producto que vende, tradicional y natural, ha perdido fuelle. ¡°Los j¨®venes prefieren comprar peluches u otro tipo de regalos¡±, dice.
La ¨²ltima milla
¡ª Pi¨¦nsalo bien, eres mi primera opci¨®n ¡ª le dice Alejandra Guatame a un transportador al que le ofreci¨® 35.000 pesos (12 d¨®lares) por llevar un encargo de rosas desde un puesto cerca a la estaci¨®n Las Flores hasta en el noroccidente de Bogot¨¢. Ser¨ªan unos 40 minutos en moto, teniendo en cuenta el infernal tr¨¢fico de la capital.
Alejandra tiene 43 a?os y desde peque?a le colaboraba a su madre en la florister¨ªa Dolly, inicialmente ubicada en la calle 72, ahora en la calle 69 con Avenida Caracas. Asegura que trabaja all¨ª por gusto y no por obligaci¨®n. Explica que, como ella, muchos del gremio de floristas han estudiado carreras profesionales y eligen trabajar en el negocio familiar.
Hace un poco m¨¢s de 15 a?os se gradu¨® como profesional en Comercio Internacional de la Universidad Cooperativa de Colombia, pero nunca ejerci¨® la carrera. Cuenta que por el mismo camino va su hija Paula, de 21 a?os, quien, por una condici¨®n especial, no sigue una educaci¨®n tradicional y est¨¢ dedicada a practicar taekwondo y nataci¨®n. Acompa?a a su madre uno o dos d¨ªas a la semana para aprender el manejo del negocio. Alejandra explica que pretende ense?arle ¡°de donde salen los recursos de la casa¡±.
La vendedora de rosas es arrolladora. En la plaza la referencian como ¡°la que le gusta hablar y re¨ªr¡±. No tiene grandes aspiraciones del d¨ªa de San Valent¨ªn. Espera recibir m¨ªnimo siete pedidos de arreglos de rosas y recoger un 25% de ingresos m¨¢s que en un d¨ªa normal. Un lunes sin festividades puede vender 300.000 pesos (unos 75 d¨®lares), de los que descuenta 200.000 pesos (50 d¨®lares) para el pago de sus trabajadores y para su almuerzo. Es decir, sus ganancias diarias son de 100.000 pesos (25 d¨®lares).
Alejandra respira hondo cuando ve los gestos de los clientes mirando algunas flores. ¡°No aprecian el trabajo que hay detr¨¢s de los arreglos¡±, dice. Su especialidad es ser ¡°detallista¡± y compara las flores con las mujeres: ¡°Las flores son como nosotras cuando nos levantamos; estamos desarregladas, pero si nos dedicamos tiempo, atenci¨®n y nos arreglamos un poquito, nos vemos m¨¢s lindas¡±.
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