El ¡®tuit¡¯ y el silencio
Media Am¨¦rica Latina vive aferrada a lo que se dice o no se dice en las redes sociales, y el clima de la diplomacia depende de esos 280 caracteres que pueden echar un ciclo de noticias por la borda
Esta columna es dos columnas: una habla de pol¨ªtica; la otra habla de los lugares de la pol¨ªtica. A veces parecer¨¢n la misma columna, pero no estoy seguro de que lo sean.
La columna pol¨ªtica comienza con una modesta sugerencia. Si alguna vez le interesara a Petro saber por qu¨¦ una parte de la izquierda moderada ¨Dlos que en algunas partes del mundo se llaman socialdem¨®cratas¨D desconf¨ªa de ¨¦l o de su figura, le bastar¨ªa remitirse a lo ocurrido ...
Esta columna es dos columnas: una habla de pol¨ªtica; la otra habla de los lugares de la pol¨ªtica. A veces parecer¨¢n la misma columna, pero no estoy seguro de que lo sean.
La columna pol¨ªtica comienza con una modesta sugerencia. Si alguna vez le interesara a Petro saber por qu¨¦ una parte de la izquierda moderada ¨Dlos que en algunas partes del mundo se llaman socialdem¨®cratas¨D desconf¨ªa de ¨¦l o de su figura, le bastar¨ªa remitirse a lo ocurrido en estos d¨ªas: a sus reacciones o, para ser m¨¢s claros, a su carencia de ellas. Yo recuerdo bien el ¨ªmpetu irreflexivo con que se lanz¨® a defender al peruano Pedro Castillo cuando ¨¦ste trat¨® de darse un golpe de Estado, anunciando la disoluci¨®n del Congreso y declarando un estado de excepci¨®n. Castillo acab¨® arrestado y en la c¨¢rcel ¨Ds¨ª: por tratar de dar un golpe de Estado¨D y Petro reaccion¨® por Twitter diciendo que se le hab¨ªa conculcado ¡°el derecho a elegir y ser elegido¡±. Pero hace apenas unos d¨ªas, el Gobierno de Nicol¨¢s Maduro ech¨® mano de una artima?a grosera ¨Dy adem¨¢s bastante boba¨D para sacar a Mar¨ªa Corina Machado de las pr¨®ximas elecciones presidenciales, en las cuales ten¨ªa muchas posibilidades de ganar. El chavismo se invent¨® una irregularidad rid¨ªcula y el Tribunal Supremo, ¨®rgano de bolsillo del chavismo, inhabilit¨® a la candidata. Uno dir¨ªa que no hay ejemplo m¨¢s di¨¢fano de conculcaci¨®n del derecho a elegir y ser elegido. Pero el Twitter de Petro, tan r¨¢pido para denunciarlo en el caso de Per¨², se qued¨® prudentemente callado en el de Venezuela.
No es la primera vez que al presidente lo agobia el problema del doble rasero. De hecho, el lamentable espect¨¢culo venezolano lo deja en evidencia todos los d¨ªas; y, como el Gobierno de Maduro anda en ca¨ªda libre hacia la dictadura abierta, el silencio de Petro, que tan locuaz ha sido para denunciar otras cosas, se parece cada vez m¨¢s a la hipocres¨ªa. Pienso en la activista Roc¨ªo San Miguel, experta en asuntos militares, que fue encarcelada hace cosa de una semana. En su deriva paranoica, el r¨¦gimen de Maduro se ha inventado o ha imaginado una serie de tramas golpistas y de planes para asesinar al presidente, y las ha usado para meter a la c¨¢rcel a decenas de personas u ordenar su captura: activistas, estudiantes, periodistas, defensores de derechos humanos. Un grupo de sindicalistas, le¨ª en alguna parte, fue condenado a 16 a?os de c¨¢rcel y luego liberado. El chavismo se ha inventado leyes de traici¨®n a la patria que sirven para todo lo que no le guste, y otras que castigan el odio en redes sociales (ustedes pondr¨¢n las comillas donde mejor les parezca): son todos mecanismos de represi¨®n abierta y poco sofisticada que ya no se preocupan ni siquiera por maquillar su arbitrariedad, y que desenga?an a todos los que alguna vez creyeron en los acuerdos de Barbados, que en tiempo r¨¦cord han quedado reducidos a papel mojado. As¨ª es: cada semana parece menos probable que haya elecciones libres este a?o.
El chavismo ha entrado en una espiral temible. Despu¨¦s del rid¨ªculo internacional que hizo el r¨¦gimen con los aspavientos alrededor del Esequibo, despu¨¦s de la expulsi¨®n ¨Dlo m¨¢s parecido a una pataleta¨D de los funcionarios de la ONU, puede venir cualquier cosa. Cualquiera que le eche una mirada a la historia de los autoritarismos sabe que as¨ª, viendo conspiraciones en todas partes e invent¨¢ndose tipos penales para perseguir a los opositores, comienzan los gobiernos a encerrarse en s¨ª mismos. Lo temible es que la Venezuela de Maduro vaya a irse por el hoyo sin fondo de la Nicaragua de Ortega: un r¨¦gimen que vive ya de espaldas a eso que llamamos comunidad internacional, cada vez m¨¢s aislado pero cada vez, por eso mismo, m¨¢s dispuesto a hacer da?o. En septiembre pasado, cuando se conmemoraban los 50 a?os del ataque al Palacio de La Moneda en Santiago de Chile, a algunos nos sorprendi¨® para bien un trino en que Petro se declaraba solidario con Gioconda Belli, que acababa de sufrir una agresi¨®n m¨¢s ¨Dla confiscaci¨®n de su casa despu¨¦s del retiro de su nacionalidad¨D de parte de la dictadura de matones de Daniel Ortega. Petro compar¨® su persecuci¨®n con la que llev¨® a cabo Pinochet contra tantos poetas: ¡°?Qu¨¦ paradoja!¡±, escribi¨®. No s¨¦ muy bien qu¨¦ haya querido decir con eso, pues parad¨®jico no es: la persecuci¨®n de los dictadores es la persecuci¨®n de los dictadores, sean asesinos fascistas de manual o viejos revolucionarios convertidos en estalinistas de medio pelo. Pero est¨¢ bien que Petro denuncie los desmanes de Ortega, sobre todo despu¨¦s de haber guardado m¨¢s de un silencio lamentable sobre ellos.
De todas formas, a veces me parece que la conversaci¨®n es otra, o, por lo menos, es doble: por un lado, hay que hablar de lo que un presidente tuite¨® sobre otro presidente, o de lo que dej¨® de tuitear o de lo que retuite¨®. Pero acaso deber¨ªamos dedicar un instante a pensar en lo que dice de nosotros esta nueva y triste manera de hacer pol¨ªtica. Media Am¨¦rica Latina vive aferrada a lo que se dice o no se dice en las redes sociales, y el clima de la diplomacia depende de esos 280 caracteres que ¨Den el caso colombiano es claro¨D pueden echar un ciclo de noticias por la borda: igual que pasaba antes con Uribe, ahora se invierten 24 horas en comentar un trino escrito (a menudo con faltas de ortograf¨ªa y casi siempre con faltas de redacci¨®n) por alguien que no se ha tomado tres minutos para medir responsablemente sus palabras. Es casi un exotismo una declaraci¨®n como la que dio Pepe Mujica hace unos d¨ªas, cuando vagamente reconoci¨® que al r¨¦gimen de Maduro le conven¨ªa el r¨®tulo de dictadura. Fue una declaraci¨®n m¨¢s o menos espont¨¢nea, hecha en palabras m¨¢s o menos casuales, pero al lado del frenes¨ª de los presidentes tuiteros tom¨® un aspecto de responsabilidad de estadista.
As¨ª se va abaratando todo. La pol¨ªtica latinoamericana es eso: andar todos pendientes de un trino en el que se condena (o no) la deriva dictatorial de un r¨¦gimen de corruptos. Andar pendientes de un comentario de barra de bar que puede definir la diplomacia entera de un pa¨ªs, y tener un impacto en la vida democr¨¢tica del pa¨ªs vecino. He dicho que el silencio de Petro sobre el caso venezolano ¨Dla inhabilitaci¨®n de Machado, el encarcelamiento de San Miguel¨D es problem¨¢tico; pero lo es s¨®lo porque viene precedido de episodios donde, crucialmente, no hubo silencio, sino algo m¨¢s parecido a la incontinencia verbal. En otras palabras: ?recuerdan ustedes el mundo de antes, cuando el silencio o las palabras de un presidente parec¨ªan salir de una instituci¨®n, no de un individuo, y de alguna meditaci¨®n, no de un capricho? Estoy seguro de que antes los presidentes se equivocaban tanto como ahora, pues el suyo no ha sido nunca un trabajo f¨¢cil. Pero estoy seguro, tambi¨¦n, de que el lugar donde se equivocaban, el escenario m¨¢s o menos abstracto del debate ciudadano, era m¨¢s digno de que lo tom¨¢ramos en serio.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S sobre Colombia y aqu¨ª al canal en WhatsApp, y reciba todas las claves informativas de la actualidad del pa¨ªs.