Conversar mir¨¢ndonos a los ojos
Es necesario entrenarnos en la arena de la conversaci¨®n, habilitar nuestras capacidades para la palabra, la deliberaci¨®n y la comprensi¨®n, solo as¨ª ser¨¢ posible crear proximidad

?Estamos perdiendo la cualidad del lenguaje para cultivar la vida en sociedad? ?El anonimato y la distancia nos habilitan para decir todo, incluso lo que no pensamos, en el af¨¢n de exacerbar las emociones y generar controversia? Un like, un comentario y un seguidor en redes sociales es la regla que mide el valor de lo que decimos en estos tiempos. Ser¨ªa ¨²til meditar, entonces, sobre la calidad de nuestras interacciones y la virtud de la conversaci¨®n como creadora de sentido y generadora de proximidad.
Cuando m¨¢s conexiones nos ofrece la vida, tanto en el plano material como en el espacio virtual y expandido, m¨¢s nos alejamos de la responsabilidad sobre lo que decimos y hacemos. Se trata de una suerte de protecci¨®n ficticia que ofrecen la distancia y la velocidad, pues las supuestas conversaciones se hacen masivas, despersonalizadas y r¨¢pidas. Es una suerte de otro yo, nuestro yo en las redes, que se da muchas m¨¢s licencias que las que el yo en la presencia se dar¨ªa. Funciona como una especie de capucha que nos permite actuar con cierto anonimato y que nos habilita para gritar, explotar, responder a la ligera, hacer comentarios inapropiados o ser violentos, pues parece no tener consecuencias.
Pero las consecuencias llegan, y es que parte de este estado de des-confianza en la que estamos inmersos, tiene que ver con el deterioro de nuestra conversaci¨®n. Le hemos dejado al mundo de las redes ¨Dy a su ligereza¨D, el espacio para la interacci¨®n y el trabajo en comunidad, mediante la llamada amplificaci¨®n de audiencias. Nos hemos vuelto un poco adictos a la exageraci¨®n, a todo lo que exalte nuestras emociones e ideas y que nos permita construir identidad. Un yo que, adem¨¢s, en el teatro de la vida tenga m¨¢s p¨²blico y m¨¢s presentaciones, es un yo con m¨¢s capacidad de expandir su poder, sin importar qu¨¦ o qui¨¦n est¨¢ amplificando.
La cuesti¨®n en este contexto, sin duda, es de car¨¢cter filos¨®fico. Va detr¨¢s de la pregunta por el valor y el sentido de la conversaci¨®n, del poder del lenguaje que nos hace humanos, y por la reivindicaci¨®n del encuentro entre diferentes que enriquece nuestras ideas y pensamientos, permite la discusi¨®n y el aprendizaje compartido. Tenemos claro que es dif¨ªcil reconocernos en la diferencia, abrazar al otro que nos interpela en lo que pensamos y sentimos es una tarea que exige madurez, es decir, responsabilidad, estabilidad y armon¨ªa. Es necesario entrenarnos en la arena de la conversaci¨®n, habilitar nuestras capacidades para la palabra, la deliberaci¨®n y la comprensi¨®n, solo as¨ª ser¨¢ posible crear proximidad.
Hablamos mucho del gran reto que representa crear empat¨ªa para cultivar la humanidad. Si bien la ciencia ya ha demostrado que los seres humanos tenemos desarrollada, de manera natural, la condici¨®n que facilita la empat¨ªa, sentirnos e imaginarnos en el otro, la cuesti¨®n es que la practicamos con nuestros cercanos: familia, amigos, seguidores. El gran desaf¨ªo es lograr sentir esa cercan¨ªa con el que nos es ajeno, con el que piensa y siente diferente, con lo otro que es el mundo; no tanto para acoger lo que hacen o dicen, pero s¨ª para estar dispuestos a comprenderlo, debatirlo, darle contexto y aprender. Tambi¨¦n para manifestarnos con responsabilidad cuando la fuerza de los argumentos nos acompa?a en la defensa de la dignidad humana, que es universal.
Aprender a expandir esta capacidad de crear proximidad a trav¨¦s de la palabra requiere ser ejercitada; y es all¨ª donde la conversaci¨®n, mir¨¢ndonos a los ojos, no mediada por el miedo a hacernos responsables de lo que decimos y expresamos, es la que permite sentirnos pr¨®ximos as¨ª seamos diferentes. En mi caso, cada ma?ana, por ejemplo, medito sobre el desaf¨ªo que representa tener con el otro una mirada comprensiva, una escucha profunda y una palabra bondadosa. A veces lo logro, muchas otras me enredo, pero siempre reflexiono y aprendo. Una ¨¦tica para el encuentro con el otro que nos interpele en nuestras ideas y emociones.
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