Chamanismo pol¨ªtico
Si el caos precede a los grandes cambios, como dice Deepak Chopra (ese famoso or¨¢culo de la pseudociencia), viene para Colombia un halag¨¹e?o futuro
El dominio de un territorio no es un hecho relativo. Una autoridad, o una fuerza, lo domina o no lo domina. En la civilizaci¨®n que prospera lejos de este rinc¨®n del Caribe, no se conciben dos patronos en un territorio porque, al mejor estilo de Mateo, ¡°nadie sirve a dos se?ores¡±. Recordarlo incomoda, sobre todo porque el territorio es uno de los elementos constitutivos del Estado y el ¨¢mbito f¨ªsico en el que ejerce su jurisdicci¨®n.
Cuando una fuerza diferente a la del Estado ejerce control sobre un territorio, muchas cosas se pueden decir desde la comodidad del centralismo ombliguero de Bogot¨¢, pero en las regiones hay una triste claridad: siempre hay un poder delincuencial dispuesto a ocupar los vac¨ªos que deje la autoridad leg¨ªtima.
En Colombia mandan tantos amos, que experimentamos una especie de soberan¨ªa intermitente. No es, por supuesto, una novedad que pueda predicarse exclusivamente del Gobierno del presidente Gustavo Petro. La hemos padecido, casi sin excepci¨®n, los colombianos que hoy estamos vivos y tambi¨¦n los que est¨¢n muriendo a diario.
Aunque a la gente de a pie le importa un comino lo que digan los ¡°tratadistas¡±, algunos sostienen que, si en las regiones no llega el brazo del Estado, es complejo hablar de una soberan¨ªa plena. La permanente pugna de los colombianos indicar¨ªa que, en el d¨ªa a d¨ªa, si acaso ser¨ªa acertado reconocer soberan¨ªas urbanas. Y eso.
La soberan¨ªa, esto es, la tenencia de poder y autoridad, no se logra ¨²nicamente con un efectivo componente militar o de polic¨ªa. Pero no es menos cierto que, en el estadio de descomposici¨®n que viven algunos territorios, no solo bastan la educaci¨®n, los servicios, la salud y el empleo, si no vienen acompa?ados de mano dura frente al delito. Qued¨¦monos ¨²nicamente en el escenario de la salud, al menos a manera de met¨¢fora.
La lectura de inmensos sectores es que nuestro m¨¦dico en jefe aplica preparados de madreselva, totumo y sa¨²co, cuando estamos frente a un c¨¢ncer que no cede ante terapias ancestrales. Un c¨¢ncer al que el chamanismo no le hace ni cosquillas. La peste, que conste, no comenz¨® el 7 de agosto de 2022, pero un diagn¨®stico necesario para proceder a la sanaci¨®n podr¨ªa llevarnos a descubrir que la mano generosa del m¨¦dico de turno est¨¢ permitiendo que las dolencias se multipliquen.
Llegados a las analog¨ªas y las comparaciones, evitaremos la cita de c¨¦lebres casos de mala pr¨¢ctica o diagn¨®stico desacertado con consecuencias fatales. No vale la pena hacerlo, entre otras, por el respeto que nos merecen los profesionales de la salud, y el valioso trabajo que este pa¨ªs no les reconoce como corresponde.
Pero dir¨ªamos que el tratamiento que se aplica de manera amplia para lograr una cura a la violencia (y la posterior llegada al estado de bienestar, de ut¨®pica paz total) compromete actualmente una mala pr¨¢ctica pol¨ªtica. No a todos los pacientes se les debe medicar por igual. Traducci¨®n: hay actores al margen de la ley con los que se puede dialogar, mientras que para otros se recomiendan dosis continuas de fuerza estatal.
?Hay algo de novedoso en este concepto? Nada. Lo sabe cualquier colombiano con tres dedos de frente, aunque la oculte con una cachucha. Y lo entienden, con mayor raz¨®n, quienes hayan militado en grupos al margen de la ley y est¨¦n incorporados a la civilidad.
O el m¨¦dico est¨¢ mal preparado y carece de conceptos pr¨¢cticos, o se trata de un especialista convencido de que la enfermedad no debe extirparse, de que se la debe dejar prosperar para que destruya el cuerpo. Y, despu¨¦s de que lo haya hecho, emprender unos extravagantes tratamientos que lograr¨ªan regenerar los organismos tras la devastaci¨®n.
En el entendido de que el caos es una manera de curar, y que las carnes deben podrirse para restaurarlas, vamos por el camino correcto¡ aunque tenga aspecto de desfiladero.
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Retaguardia. Hablando de salud, si el nuevo modelo de atenci¨®n para el magisterio es un piloto de lo que ser¨¢ el servicio de todos los colombianos tras la reforma, ?que nos apliquen los santos ¨®leos de una vez!
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