Trump, Al Capone y los perros
Esto es el Partido Republicano de 2024: un lugar donde se admira a los mafiosos, a los matones, a los delincuentes
?ltimamente, a Donald Trump le ha dado por compararse con Al Capone. A finales del a?o pasado comenz¨® a soltar comentarios al respecto en sus discursos descoyuntados, esos ca¨®ticos mon¨®logos que tanto admiran sus fieles: mezcla incoherente de resentimiento, cultura del agravio, demagogia y payasada. Una vez dijo que a Al Capone s¨®lo lo hab¨ªan acusado una vez, mientras que ¨¦l llevaba cuatro; otra vez (o tal vez haya sido la misma) habl¨® del mafioso con esa admiraci¨®n de mat¨®n adolescente que no averg¨¹enza a los l¨ªderes de la nueva ultraderecha internacional. ¡°?se s¨ª que era un tipo duro, ?no?¡±, les dijo a esos adoradores que le celebran cualquier estupidez. ¡°?Al que lo mirara de mala manera, le pegaba un tiro en la cabeza!¡± Capone, uno de los criminales m¨¢s notorios del siglo XX, famosamente acab¨® en la c¨¢rcel por el delito relativamente menor de evasi¨®n de impuestos. Trump, acusado de conspiraci¨®n para subvertir los resultados de una elecci¨®n, bajo investigaci¨®n por manipulaci¨®n ilegal de documentos clasificados y obstrucci¨®n de la justicia, acaba de ser condenado por falsificar papeles para comprar el silencio de una actriz porno.
No s¨¦ si podemos detectar en este asunto cierta iron¨ªa, pero estoy seguro de que alguien la se?alar¨¢ en los d¨ªas que vienen. De todas formas, todo lo que hay en el p¨¢rrafo anterior es absurdo y lamentable, y tendr¨¢ consecuencias de espanto ¨Dmucho m¨¢s all¨¢ de un sentimiento inevitable, pero comprensible, de Schadenfreude¨D en el mundo pol¨ªtico del futuro inmediato. La condena a Trump por 34 delitos se puede comentar de varias maneras: uno puede hablar, por ejemplo, de la gravedad de que un delincuente o un criminal pueda ser elegido presidente de Estados Unidos; o puede hablar de la mancha de indignidad que este personaje grotesco ha dejado para siempre sobre la presidencia, un cargo que hab¨ªa construido a lo largo de m¨¢s de dos siglos una mitolog¨ªa protectora; o puede hablar de lo que se viene encima, una campa?a presidencial marcada por el deseo de venganza de un hombre vengativo que en el pasado ha elogiado la violencia, e incluso la ha sugerido o apoyado.
Pero Trump se ha comparado con Al Capone. En su red social se jact¨® de tener m¨¢s abogados que ¡°el gran gangster Alphonse Capone¡±; el a?o pasado, cuando fue acusado formalmente por otro crimen, su campa?a us¨® su foto policial para hacer camisetas y tazas, y as¨ª van financiando al candidato que m¨¢s se ha parecido a un mafioso en la historia de Estados Unidos. Esto es el Partido Republicano de 2024: un lugar donde se admira a los mafiosos, a los matones, a los delincuentes. Pero el que tenga memoria sabr¨¢ que la cosa no es nueva: Trump lleg¨® a la presidencia despu¨¦s de jactarse de que podr¨ªa pegarle un tiro a alguien sin perder votos. Para ser precisos:
¨DYo podr¨ªa pararme en medio de la Quinta avenida y pegarle un tiro a alguien, okey, y no perder¨ªa ni un votante, ?okey?
Ya no queda nadie que se escandalice por un comentario semejante, por supuesto, y esas palabras, que hubieran acabado con la carrera pol¨ªtica de cualquiera hace 10 a?os (imaginen ustedes que las hubiera pronunciado Obama), se han quedado atr¨¢s como una de las cosas m¨¢s inofensivas que han salido de la boca de Trump. No estoy tan seguro de que tuviera raz¨®n: si Trump ya no es presidente, es porque perdi¨® a algunos de esos votantes, y los analistas dem¨®cratas pasan su tiempo tratando de descubrir cu¨¢les fueron las razones de ese desafecto. De todas formas, Trump cuenta con m¨¢s de un votante que no s¨®lo le perdonar¨ªa un asesinato, sino que lo cometer¨ªa con gusto: all¨ª estaban varios de ellos el 6 de enero, soldados de su fascismo posmoderno que asalt¨® el Capitolio y sald¨® ese d¨ªa innoble con varios muertos. Trump ha prometido indultar a los que han sido condenados por los desmanes violentos del capitolio, la agresi¨®n m¨¢s salvaje que ha sufrido la democracia norteamericana en toda su historia, y esa propuesta es inmensamente popular (m¨¢s all¨¢ del hecho espeluznante de que Trump est¨¦ conformando su propia milicia a la vista de todo el mundo). Todo es parte del mismo s¨ªndrome: la degradaci¨®n del Partido Republicano en la era Trump.
Los casos dignos de estudio est¨¢n por todas partes, pero uno de mis favoritos tuvo lugar hace unas pocas semanas. Kristi Noem, gobernadora de Dakota del Sur, estaba a punto de publicar uno de esos libros que mezclan la autobiograf¨ªa maquillada y la propaganda ideol¨®gica, y que los pol¨ªticos norteamericanos suelen lanzar al mundo cuando quieren lanzarse ellos mismos: es decir, cuando quieren ponerse en una vitrina para que los vean como quieren ser vistos. Kristi Noem quer¨ªa estar en la vitrina de los candidatos a la vicepresidencia de Trump, ser el nombre que lo acompa?ar¨ªa en la balota, y para eso public¨® este libro. Y le pareci¨® magn¨ªfica idea contar una an¨¦cdota acerca de su perra, Crickets, una pointer de 14 meses de nacida que, al parecer, ten¨ªa la costumbre terrible de divertirse. Noem la hab¨ªa llevado de cacer¨ªa con la intenci¨®n de entrenarla, pero la perra se puso a perseguir a los p¨¢jaros, espant¨¢ndolos y arruinando la cacer¨ªa, y luego atac¨® a los pollos de un vecino granjero. As¨ª que la due?a y gobernadora tom¨® la decisi¨®n que le pareci¨® la ¨²nica posible: pegarle un tiro. Luego busc¨® a una cabra que ol¨ªa feo y que una vez hab¨ªa perseguido a sus hijos, y la llev¨® al mismo sitio y tambi¨¦n le peg¨® un tiro. Y luego lo cont¨® todo en su libro.
Lo fascinante de la an¨¦cdota, convendr¨¢n ustedes, no es tanto la tranquila crueldad de la perpetradora, el acto sencillo de poner a una mascota de 14 meses en la mira de un rifle y apretar el gatillo, sino el hecho de contarlo en un libro que quiere ser un autorretrato elogioso. A la gobernadora le parec¨ªa que el episodio era perfecto para impresionar a sus futuros lectores ¨Des decir, que iba a seducir al electorado Maga, al Partido Republicano y a su expresidente candidato¨D, y es casi conmovedor imaginar su sorpresa cuando su candidatura a la vicepresidencia sufri¨® una implosi¨®n sin remedio antes siquiera de materializarse. Como tengo demasiada memoria para informaciones in¨²tiles, he recordado en estos d¨ªas las cr¨ªticas despiadadas que recibi¨® el candidato republicano de hace unos a?os, Mitt Romney, cuando se supo que hab¨ªa amarrado a uno de sus perros al techo de su coche antes de salir de paseo con la familia. Y la distancia que hay entre los dos episodios ¨Dentre los dos perros¨D me parece ser la met¨¢fora de algo. ?Pero de qu¨¦?
Una mujer se jacta de pegarle un tiro a su perrita. Un hombre se jacta de poder pegarle un tiro a alguien sin perder votos. Esto es lo que se admira en la galaxia Maga: hay en ese mundo una corriente subterr¨¢nea de violencia o de admiraci¨®n por la violencia que puede salir a la superficie en cualquier momento, sobre todo cuando se trate de acudir al llamado de un l¨ªder sin demasiados escr¨²pulos o demasiado dispuesto a usar esa violencia para llegar al poder y defenderse de la c¨¢rcel.
No s¨¦ si sea demasiado pronto para preocuparnos.
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