Banditas, bandas y bandotas: la violencia urbana desangra a C¨²cuta
La ciudad fronteriza sufri¨® 13 asesinatos entre el 7 el 10 de junio. Los expertos aseguran que el crimen organizado se ha tomado la ciudad y que el Estado no ha sabido responder
Ya era de noche cuando Yudy Chac¨®n y su novio, Rafael Pacheco, salieron el pasado lunes festivo de un bar en el barrio Jer¨®nimo Uribe, en C¨²cuta, en el nororiente de Colombia. Se hab¨ªan tomado unas cervezas. El calor era insufrible. De repente se escuch¨® el ruido de una moto: dos hombres ven¨ªan por ellos. El parrillero sac¨® un arma y dispar¨®. Chac¨®n recibi¨® una bala en la cabeza, Pacheco cuatro. Ambos murieron. Los sicarios se dieron a la fuga y no han sido capturados. Dos horas antes, en el barrio C¨²cuta 75, Wolffan Cacua tomaba algunos tragos en su casa con un amigo. De golpe se pusieron a pelear. El amigo sac¨® un cuchillo y se lo clav¨® en el pecho. Cacua falleci¨®.
Chac¨®n, Pacheco y Cacua fueron las ¨²ltimas tres muertes de un fin de semana largo y sangriento en la capital nortesantandereana. Un festivo no tan festivo: la ciudad sufri¨® 13 asesinatos entre el viernes 7 de junio y el lunes d¨ªa 10. La cantidad de tragedias, con raz¨®n, ha llamado la atenci¨®n nacional. Y aunque para los cucute?os tambi¨¦n es una noticia impactante, para muy pocos es una sorpresa. Pas¨® algo similar los ¨²ltimos d¨ªas de marzo: nueve homicidios en un fin de semana. En C¨²cuta la violencia se ha urbanizado, y es cada vez m¨¢s visible.
En una urbe de cerca de 800.000 personas, hubo 129 asesinatos entre el 1 de enero y el 9 de junio, seg¨²n los datos de la Polic¨ªa Metropolitana. Son 25 m¨¢s que en el mismo periodo el a?o pasado, un aumento del 19%. Si se toma en cuenta el ¨¢rea metropolitana, donde viven unos 1.200.000 habitantes, hubo 176, 19 m¨¢s que en ese lapso de tiempo de 2023, 11% m¨¢s.
Ubicada en la porosa frontera con Venezuela, donde cruzan miles de personas cada d¨ªa y reinan econom¨ªas il¨ªcitas como el contrabando, la exportaci¨®n de coca¨ªna, el microtr¨¢fico, el lavado de dinero o la extorsi¨®n, por a?os C¨²cuta ha sido una de las ciudades m¨¢s violentas del mundo. Sin embargo, varias fuentes aseguran a este peri¨®dico que los homicidios de este a?o ocurren de una forma nunca antes vista: en casas, en la v¨ªa p¨²blica, en el centro de la ciudad, en zonas que se pensaban intocables.
Una anarqu¨ªa criminal
¡°Aqu¨ª hay una anarqu¨ªa criminal. No hay un lugar seguro en C¨²cuta¡±, afirma por videollamada Wilfredo Ca?izares, director de la Fundaci¨®n Progresar Norte de Santander. ¡°El sicariato est¨¢ desbordado¡±, agrega. La zozobra es tanta que la ANDI, el gremio sombrilla empresarial, de Norte de Santander public¨® en mayo un comunicado con otros 19 gremios de la regi¨®n, que expresaba ¡°su profunda preocupaci¨®n por el grave deterioro de la seguridad¡± en el departamento. ¡°Queremos destacar la gravedad de los recientes actos sicariales ocurridos en C¨²cuta y los municipios aleda?os, donde se han registrado numerosos asesinatos a plena luz del d¨ªa sin que las autoridades hayan podido controlar la situaci¨®n ni explicar la amenaza que enfrenta la poblaci¨®n¡±, se lee en el documento. Seg¨²n Ca?izares, experto en la situaci¨®n humanitaria y de seguridad de la regi¨®n, casi el 90% de los homicidios ocurridos este a?o han sido por sicariato.
El alcalde, Jorge Acevedo, recibi¨® en enero amenazas de muerte por parte el crimen organizado. Culpa de este pico de asesinatos a una disputa entre varias bandas. Y los expertos, en parte, le dan la raz¨®n. Carlos Arturo Ramos, director administrativo de la Corporaci¨®n red departamental de defensores de derechos humanos, asegura por videollamada que dos de las m¨¢s poderosas bandas de la ciudad, Los Porras y la binacional AK-47, han declarado la guerra a Los Manzaneros, dirigida por Jayson Omar Pab¨®n, Pepino. Este conflicto ha resultado en enfrentamientos en la ciudad con armas de guerra como fusiles y granadas. Es m¨¢s que posible que el choque se haya intensificado desde que el padre de Pepino fue asesinado el pasado 16 de mayo, presuntamente por los Porras.
Pero no hay una sola disputa. Ramos advierte de que el aumento en la violencia tambi¨¦n puede deberse al temido Tren de Aragua, al ELN, al Clan del Golfo, a Los Lobos, Los ?o?os, Los Pulpos, La L¨ªnea, Los Pelusos, las disidencias de las extintas FARC, o cualquiera de las 25 organizaciones criminales de todo tipo de tama?o y poder que, seg¨²n la Polic¨ªa Metropolitana, operan en la urbe. En palabras del periodista cucute?o Cristian Herrera en di¨¢logo con este diario: ¡°Aqu¨ª hay banditas, bandas y bandotas¡±. Y todas quieren un pedazo de las econom¨ªas ilegales.
Herrera explica que durante los noventa, cuando los grupos paramilitares se enfrentaban con las guerrillas, C¨²cuta se acostumbr¨® a una violencia rural. Solo fue en los ¨²ltimos a?os que empez¨® a aumentar considerablemente la violencia urbana, especialmente desde la pandemia. Es la ciudad colombiana con m¨¢s masacres en los ¨²ltimos cinco a?os: 17, seg¨²n cifras oficiales. Las siguientes en esa lista son Barranquilla, Tumaco y Bogot¨¢, con 12 cada una; la capital y la mayor ciudad del Caribe tienen poblaciones mayores a las de la ciudad fronteriza.
El factor de la migraci¨®n
De acuerdo con el periodista, el incremento de la violencia ha coincidido con la llegada de bandas de origen venezolano como el Tren de Aragua o los AK-47. Asegura que muchos miembros de estas organizaciones se mueven libremente de un lado al otro de la frontera, lo que dificulta la ya complicada tarea de capturarlos. Adem¨¢s, se?ala que entre los m¨¢s de 200.000 venezolanos que se han asentado en la urbe, gran parte de ellos de escasos recursos econ¨®micos, varios han sido instrumentalizados por el crimen organizado. Afirma que, en una ciudad donde la tasa de informalidad laboral ronda el 70%, algunos de estos migrantes no tienen otra opci¨®n que trabajar para las bandas.
Ca?izares, de la Fundaci¨®n Progresar, se niega a echar la culpa a la migraci¨®n. Dice que el crimen organizado, arraigado en C¨²cuta desde hace a?os, s¨ª se aprovecha de las necesidades de estos migrantes, pero tambi¨¦n de los j¨®venes nortesantandereanos. Sin embargo, para ¨¦l la violencia tiene mucho m¨¢s que ver con la enorme ca¨ªda en precio de la hoja de coca, por la sobreoferta de esa materia prima para la coca¨ªna. De acuerdo con la ONU, un kilo de hoja vale hoy hasta la mitad de lo que val¨ªa en 2022.
Justamente, C¨²cuta se encuentra en un punto estrat¨¦gico para todo lo que tiene con el narcotr¨¢fico. Su larga frontera con Venezuela facilita el env¨ªo de drogas por las rutas de exportaci¨®n venezolanas. Adem¨¢s, a unos 200 kil¨®metros al norte est¨¢ el Catatumbo, uno de los mayores enclaves cocaleros del pa¨ªs, que produce el 12% de la coca de Colombia, seg¨²n datos de 2022 del Ministerio de Justicia. Durante a?os, la violencia se concentraba en esa zona, y en ¨¢reas rurales aleda?as a la capital del departamento. Pero, explica Ca?izares, la crisis de la hoja llev¨® a que sus grandes compradores, los carteles mexicanos, abandonaran la regi¨®n. En busca de otras rentas criminales, y queriendo exportar su mercanc¨ªa a trav¨¦s de Venezuela, varias bandas se han trasladado a C¨²cuta, donde se han sumado a la guerra por el control de las econom¨ªas ilegales de la ciudad.
La criminalidad vence a la institucionalidad
El crimen ha vencido a la institucionalidad en la ciudad, afirman todos los entrevistados. Ramos, el defensor de derechos humanos, dice que ¡°lo ¨²nico organizado hoy en C¨²cuta son las bandas criminales¡±: ¡°No hay una organizaci¨®n, un liderazgo por parte de las autoridades que pueda frenar esto¡±. Yefri Torrado, abogado especialista en derecho penal y criminolog¨ªa, coincide. Dice que las pol¨ªticas de seguridad del alcalde Acevedo, quien se posesion¨® el 1 de enero, se quedan cortas, al igual que las de la anterior administraci¨®n. ¡°Parece que las autoridades cayeron en una suerte de inercia donde esperan que los criminales se maten entre s¨ª hasta que no queden m¨¢s¡±, comenta.
Torrado dice que el alcalde tiene un enfoque de control situacional, que no funciona. ¡°Habla de instalar m¨¢s c¨¢maras, m¨¢s alarmas; de m¨¢s polic¨ªas en la calle, de poner un batall¨®n militar en la ciudad. Ni ¨¦l ni el anterior alcalde han hablado de solucionar el problema de ra¨ªz¡±, afirma. Y es que el problema de ra¨ªz es profundo, y muy dif¨ªcil de solucionar. C¨²cuta est¨¢ pegada a un pa¨ªs que lleva a?os en una crisis humanitaria y es la capital de uno de los departamentos m¨¢s pobres de Colombia. En ese contexto, Torrado explica que el crimen se ha convertido en un proyecto de vida para muchos j¨®venes en la ciudad: ¡°Hay casas lujosas que todo el mundo sabe que son compradas con dinero de lavado de activos. Hay comunas a las que casi no puede llegar la Polic¨ªa. La informalidad es del 70%. ?Qu¨¦ otras oportunidades tienen los j¨®venes?¡±.
Para ¨¦l, se necesitan soluciones no solo por parte de la Alcald¨ªa y de la Gobernaci¨®n, sino de la Administraci¨®n del presidente Gustavo Petro. ¡°Pareciera que el Gobierno nacional no ha puesto ojos ac¨¢¡±, afirma. Asegura que no se realizan conversaciones sobre la paz urbana con las bandas, c¨®mo se est¨¢ haciendo en Medell¨ªn, Buenaventura o Quibd¨®, y que se necesita una ¡°soluci¨®n m¨¢s integral¡± que incorpore todos los sectores de la sociedad.
Es una posici¨®n que comparte Ca?izares. ¡°Hay 150 asentamientos informales en esta ciudad. Hay bandas que patrullan en la noche con fusiles. La mayor¨ªa de la poblaci¨®n se dedica al rebusque. Esto es un c¨®ctel¡±, se lamenta. Seg¨²n ¨¦l, la situaci¨®n solo va a cambiar si Gobierno nacional decide enfrentar al crimen organizado en la ciudad: ¡°Ni la Gobernaci¨®n ni el Estado han sido capaces de dise?ar una estrategia seria para enfrentar a la criminalidad. Le han dado la espalda a C¨²cuta¡±.
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