Los l¨ªderes ember¨¢ LGBTI que resisten a las terapias de conversi¨®n y a las amenazas de los paramilitares
Los ind¨ªgenas de identidades u orientaciones sexuales diversas son vistos como enfermos en muchas de sus comunidades, y fuera de ellas enfrentan racismo y violencia
¡°Las maricas aqu¨ª est¨¢n prohibidas¡±, le advirtieron encapuchados a Leonel Domico, justo despu¨¦s de propinarle una paliza. Era el 2019 y este hombre, ind¨ªgena y homosexual, estaba convirti¨¦ndose en un reconocido l¨ªder de la comunidad LGBTIQ+ en Tierralta, C¨®rdoba. Pocos a?os antes hab¨ªa tenido que salir de su cabildo ember¨¢ kat¨ªo, expulsado por su orientaci¨®n sexual. Cuenta que desde los 11 a?os supo que le atra¨ªan los hombres, pero solo cuando cumpli¨® la mayor¨ªa de edad lo hizo p¨²blico. Eso le cost¨® la exclusi¨®n. 700 kil¨®metros al sur, entre el monte, Salom¨¦ Guaguaral encontr¨® los cuerpos sin vida de algunas de sus ¡®hermanas¡¯ que, como ella, hac¨ªan parte de una comunidad autogestionada de mujeres trans ember¨¢ a la que llegaron huyendo de las ¡®terapias de conversaci¨®n¡¯ al interior de sus resguardos. Leonel y Salom¨¦ han enfrentado la misma violencia. Por un lado, la de un pueblo ind¨ªgena empobrecido, tradicionalista y que rechaza las expresiones de g¨¦nero diversas; por el otro, los prejuicios racistas. Con todo, ambos han logrado hacer visible a la poblaci¨®n ember¨¢ LGBTIQ+.
Domico viene de una familia de jaiban¨¢s, como se suele llamar a los m¨¦dicos tradicionales. Su abuelo practicaba la medicina ancestral y lo que recuerda el hombre es que ¡°era como ¨¦l¡±, aunque nunca lo hizo p¨²blico por miedo a las represalias al interior de su cabildo. Domico siempre tuvo en mente que no quer¨ªa repetir esa historia. A sus 34 a?os, busca que otros tampoco tengan que hacerlo. No ha sido f¨¢cil. Cuando su padre se enter¨® de su orientaci¨®n sexual le quit¨® sus pertenencias y lo expuls¨®, su madre le dej¨® de hablar. Cuenta que no tuvo otra opci¨®n que desplazarse para ser libre. ¡°Para ser gay, trans, o lesbiana en nuestro pueblo, se necesita valent¨ªa¡±, reflexiona.
En la mayor¨ªa de comunidades ember¨¢, tener una orientaci¨®n o identidad sexual diversa es considerado una enfermedad. En los resguardos m¨¢s ortodoxos las personas LGBTIQ+ son sometidas a terapias de conversi¨®n que van desde hacerles beber medicinas para ¡®limpiarlos¡¯, hasta sancionarlos con latigazos o el uso de un cepo que inmoviliza sus piernas por 48 horas. Cada cabildo decide su castigo, que lleva a obligar a los castigados a casarse con hombres y mujeres mucho mayores. Hace apenas un mes en el Congreso de Colombia se busc¨® prohibir este tipo de pr¨¢cticas, pero el impulso fue infructuoso y por segunda vez, el proyecto naufrag¨®.
Huyendo de esa violencia nacieron Las Mariposas del Caf¨¦, un grupo de mujeres trans ember¨¢ que han escapado de sus resguardos por temor a la transfobia, y que en 2017 se unieron para gestionar una comunidad en las monta?as de Santuario, Risaralda. Salom¨¦ Guaguaral es una de ellas, y explica a EL PA?S que las familias de otras ¡®mariposas¡¯ las han violentado al punto de llevarlas al suicidio. ¡°A una compa?era la regresaron. La cabellera hermosa que ten¨ªa se la mocharon, la castigaron. Por eso se quit¨® la vida. La encontraron en un palo, colgada¡±, dice.
Resistir a la doble discriminaci¨®n
Domico pens¨® que fuera de su comunidad desaparecer¨ªa la discriminaci¨®n, pero se equivoc¨®. Con su trabajo cultural y social se fue convirtiendo en un referente para otros j¨®venes ind¨ªgenas, y las amenazas no tardaron en llegar, esta vez de grupos paramilitares. La primera intimidaci¨®n tuvo lugar en 2019, cuando varios hombres armados lo siguieron, lo golpearon y le advirtieron que personas ¡°como ¨¦l¡± no pod¨ªan ejercer liderazgos en esa zona. Es apenas una de las nueve amenazas que ha recibido y ha denunciado ante la Fiscal¨ªa.
Que los grupos armados ilegales ataquen a la poblaci¨®n LGBTIQ+ no es inusual. El informe final de la Comisi¨®n de la Verdad se?ala que ha sido un ejercicio de control territorial de larga data. Diferentes grupos armados han buscado imponer ¡°est¨¢ndares de comportamientos hegem¨®nicos, patriarcales, conllevando estigmatizaciones, persecuci¨®n, amenaza y violencia sexual¡±, explica el documento.
Leonel no cedi¨® frente a esa violencia, sino que busc¨® hacerse m¨¢s visible para protegerse. As¨ª, en 2019 fund¨® la Corporaci¨®n Diversa Ojurubi ¡ªque en lengua ember¨¢ se refiere a un ente que tiene el poder de abrir puertas o caminos¡ª para, desde pr¨¢cticas art¨ªsticas tradicionales como el baile y las artesan¨ªas, visibilizar a la comunidad diversa. Poco a poco ha logrado hacer aliados en algunos resguardos y acoger a m¨¢s ember¨¢ en su fundaci¨®n: iniciaron 14 j¨®venes y ya son 80 personas (14 lesbianas, 5 mujeres trans y 61 hombres gays).
La historia de las mariposas en Risaralda es similar. Han sido v¨ªctimas de al menos una veintena de feminicidios, violencia sexual y desapariciones forzadas, relata Guaguaral. La lideresa tambi¨¦n reclama que las autoridades no han esclarecido ninguno de los casos y se?ala que, en paralelo, han sufrido una discriminaci¨®n m¨¢s cotidiana de parte de los santuare?os. ¡°Nos ve¨ªan como extraterrestres. No pod¨ªamos comprar nada, ni siquiera ropa; nos ignoraban o maltrataban¡±, rememora. De acuerdo con la Defensor¨ªa del Pueblo, solo en 2023 al menos 200 personas transg¨¦nero fueron v¨ªctimas de violencia por prejuicio.
En 2020, cansadas de la transfobia, las mariposas se plantaron en el centro del pueblo, con una bandera del arco¨ªris en alto, y durante varias horas hicieron ¡®performances¡¯ culturales. At¨®nitos, los santuare?os las observaban, recuerda Guaguaral. Cuando acab¨® el d¨ªa las aplaudieron y, por primera vez, se sintieron acogidas. Desde entonces, el trato ha mejorado. ¡°Algunas personas nos dijeron: ¡®ustedes son mujeres valiosas¡¯. Nos ganamos su respeto, y al menos ya vamos a un almac¨¦n y nos tratan de ¡®prima¡¯ o ¡®muchacha¡±, sostiene. Fue un peque?o gran triunfo, que ahora le permite lucir orgullosa, donde sea, sus artesan¨ªas y su identidad femenina.
Ese fue el primero de muchos pasos que han dado las mariposas para ir m¨¢s lejos. Intentaron reunirse con las instituciones regionales para obtener su apoyo en hacer pedagog¨ªa con algunos resguardos ember¨¢-cham¨ª. Interactuaron con l¨ªderes ind¨ªgenas y les pidieron respetar a las personas trans. ¡°Aclaramos que no somos como un objeto para odiarnos y despreciarnos¡±, asevera Guaguaral, quien reitera que el objetivo de su comunidad es vivir tranquilas siendo quienes son. Se han ido integrando a la poblaci¨®n y trabajan en tareas agr¨ªcolas, como la recolecci¨®n de caf¨¦, y hacen oficios varios.
Su fuerza se ha convertido en un ejemplo para ember¨¢s de todo el pa¨ªs como Domico, quien en 2023 fue a conocerlas. Se refiere a ellas con admiraci¨®n. ¡°Son trabajadoras y han demostrado que quieren seguir adelante. Le han ense?ado a la comunidad que vale la pena su lucha¡±, declara el l¨ªder. Seguir adelante es lo que refleja el plan de Guaguaral, quien est¨¢ iniciando su carrera profesional. ¡°Cuando tenga mi cart¨®n, quiero ayudar a las chicas a conseguir su hogar, una casa, un refugio. Esa es mi meta. Tambi¨¦n quiero hablar con los cabildos ember¨¢ para que no haya m¨¢s violencia¡±, reflexiona.
Domico tiene anhelos similares. ¡°Mi sue?o es que Ojurubi sea reconocida por lo que hace, por nuestros grupos de danza, de artesanos, de dise?o de moda. Anhelo que el aporte de las personas LGBTIQ+ a la cultura ind¨ªgena sea reconocido¡±, concluye. El l¨ªder ya ha avanzado en ese objetivo: ha logrado entrar a 5 de los 22 cabildos ember¨¢ de su regi¨®n para hacer jornadas pedag¨®gicas. Explica que el trabajo es m¨¢s dif¨ªcil con los resguardos m¨¢s alejados, que tienen poco contacto con el resto de la sociedad. ¡°Ellos no conocen nada del tema y eso lo hace m¨¢s complejo¡±, afirma.
Otro de sus logros se nota en la forma en la que celebrar¨¢ el d¨ªa del orgullo este domingo, en Montel¨ªbano, un municipio vecino a Tierralta. Participar¨¢ en un torneo de f¨²tbol LGBTIQ+ que ayud¨® a organizar, junto con otras oeneg¨¦s de la regi¨®n Caribe. En paralelo, otros j¨®venes de Ojurubi realizar¨¢n el segundo desfile del ¡®Pride¡¯ en la historia de Tierralta; organizaron el primero el a?o pasado en lo que para Domico fue una haza?a tras tantos a?os de persecuci¨®n.
El l¨ªder asegura que ya no siente que debe ocultar qui¨¦n es y qui¨¦n le gusta. Siempre lleva consigo la bandera del arco¨ªris y figuras pintadas en su rostro, una costumbre t¨ªpica de su pueblo. Para hablar con EL PA?S se pint¨® unas l¨ªneas en el centro de la cara que, explica, muestran el camino que debe seguir. En las mejillas lleva tri¨¢ngulos y rayas que marcan su conexi¨®n con la tierra.
Guagaral estuvo recientemente en Bogot¨¢, como panelista en una charla en la Biblioteca Nacional, y antes de regresar visit¨® el campamento en el que cientos de ember¨¢ malviven en el c¨¦ntrico Parque Nacional. Revela que all¨ª hay otra ¡®mariposa¡¯, obligada por su familia a desplazarse a la capital, que la contact¨® para pedirle su ayuda. En el reencuentro Karina* se esfuerza en hablar castellano para explicar a este diario que anhela volver con ¡®las mariposas¡¯, donde se sent¨ªa a salvo y ten¨ªa alimento a diario. Guaguaral le promete vender una de sus artesan¨ªas y regresar por ella.
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